El aparente suicidio del ministro del Interior de Siria, Ghazi Kanaan, agrava la tensión en Medio Oriente en vísperas de la publicación de un informe de la ONU sobre el asesinato del primer ministro libanés Rafiq Hariri.
Kanaan y otros funcionarios de Damasco habían sido objeto en los últimos meses de una investigación de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) sobre el asesinato de Hariri, ocurrido en febrero.
El ministro había sido interrogado días atrás por el equipo investigador enviado por el foro mundial, encabezado por el fiscal alemán Detlev Mehlis.
"Creo que esta es la última declaración que podría hacer", dijo Kanaan el miércoles a una estación de radio libanesa horas antes de su muerte, que fue catalogada oficialmente como suicidio este jueves.
Investigadores concluyeron que el ministro se disparó con su propio revólver en su oficina, luego de hacer una rápida visita a su hogar.
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Pero observadores de la escena política siria pusieron en duda esa versión.
"Él es un luchador. Ha visto cosas mucho peores que la investigación de Mehlis", señaló el analista sirio-estadounidense Joshua Landis, radicado en Damasco.
Landis desechó la teoría del suicidio por la investigación de la ONU y sugirió que Kannan habría sido víctima de luchas de poder dentro del gobierno sirio. El ministro era visto por Estados Unidos como una alternativa al actual presidente Bashar Assad.
La muerte de Kanaan se produjo en un momento muy delicado para Siria. El informe de la ONU, que debe estar terminado para la próxima semana, puede ser decisivo para la supervivencia del gobierno de Assad.
Siria ha sido objeto de fuertes presiones de parte de la comunidad internacional. Estados Unidos y otros países occidentales acusan a Damasco de apoyar a la insurgencia en Iraq y en Palestina, así como de estar vinculado con la continua violencia en Líbano.
El presidente estadounidense George W. Bush insistió esta semana en que Siria debía detener a los insurgentes que cruzan la frontera hacia Iraq, y señaló que Damasco estaba aún "demasiado involucrado" en Líbano.
El atentado que acabó con la vida de Hariri desató una ola de indignación popular contra Damasco y el gobierno libanés prosirio, que a la postre cedió a las presiones y cayó. Las manifestaciones pusieron fin a los 29 años de fuerte presencia militar siria en Líbano.
El Consejo de Seguridad de la ONU había adoptado el año pasado la resolución 1559, que llamaba a Siria a poner fin a su presencia en Líbano. El informe sobre Hariri podría erosionar todavía más la imagen internacional de Damasco.
Los resultados del informe deberán ser estudiados por el Consejo de Seguridad el 25 de octubre.
En Líbano, cuatro hombres pro-sirios que dirigían los servicios de seguridad fueron detenidos y acusados de planificar el asesinato de Hariri.
Mientras, varios políticos libaneses también ponen en duda que Kanaan se haya suicidado.
El periodista y parlamentario del gobernante bloque antisirio Gebran Tueni dijo no estar seguro de que Kanaan haya decidido acabar con su vida.
En un programa de la cadena de televisión panarabe Al Arabiya, desde París, el legislador afirmó que muchos políticos libaneses quieren que la situación de seguridad en ese país mejore.
"En Siria hay algunos que quieren esconder los hechos y que no se sepa todo sobre el período sirio en Líbano", señaló.
En Beirut, un prestigioso analista que pidió no ser nombrado por seguridad afirmó que la gran pregunta ahora era si otros funcionarios sirios investigados por la ONU serán también silenciados. "¿Habrá otros? Él (Kanaan) no actuaba solo", indicó.
Por otra parte, señaló que en Líbano la muerte de Kanaan es vista por muchos como una "admisión de culpa" y también despertó dudas sobre el futuro del gobierno sirio, a quien el hoy fallecido ministro "mantenía unido".
El analista sirio Marwan Kabalan, de la Universidad de Damasco, duda por cuánto tiempo el actual gobierno de Siria podrá manejar la crisis. "Ellos van a estar juntos por ahora, pero quién sabe qué pasará cuando salga a la luz el informe Mehlis", señaló.
Aunque en Damasco nadie lo dice abiertamente, "todos vinculan" la muerte de Kanaan "con la investigación de la ONU", añadió.
Kanaan, ex jefe de inteligencia en Líbano hasta 2003, estaba bien informado de todos los acontecimientos en ese país. Fue uno de los pocos miembros de la vieja guardia siria que permanecía en el gobierno de Assad.
Su sucesor hasta el repliegue de abril, Rustom Ghazaleh, también fue interrogado por los investigadores de la ONU, que ahora procuran además hablar con el propio presidente Assad y miembros de su familia.
Estados Unidos buscaba una alternativa al presidente Assad entre los miembros de su propia comunidad religiosa alauí (rama minoritaria del Islam), y Kanaan pudo haber estado entre las preferencias de Washington. Eso habría sido fatal para el ministro, según temen algunos.
En lo que fueron sus últimas declaraciones públicas, en una entrevista telefónica a la radio libanesa Sawt Lubnan, Kanaan fue ambiguo al referirse a su papel en el caso Hariri.
El ministro del Interior se comunicó por teléfono con la emisora para negar versiones de que le habría confesado al equipo de la ONU que había recibido sobornos de Hariri.
Según estas versiones, Kanaan explicó a los investigadores que, debido a esas ganancias, no tenía razones para matar al primer ministro libanés..
Sólo el informe de la ONU podría revelar su verdadero testimonio y echar luz sobre su papel en el asesinato de Hariri