A los 12 años, Pedro Moniz (*) es ya todo un experto en cómo administrar medicinas antirretrovirales para detener el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
"Tomo una pastilla a las seis de la mañana, otra a la 1.45 de la tarde, justo antes de la escuela, otra a las 5:45, cuando vuelvo de la escuela, y la última a las 10 de la noche. Las tomo para no enfermarme y para que estas manchas no me vuelvan a salir", explicó a IPS.
Pedro es hijo de un fallecido miembro de la asociación mozambiqueña Kindlimulka, de ayuda a portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida).
Comenzó a someterse al tratamiento antirretroviral hace tres años. Fue uno de los primeros niños de Mozambique en recibir la medicación, de reconocida eficacia para detener la aparición del sida en los portadores de VIH.
Pedro se beneficia de un programa apoyado por la filial estadounidense de la organización no gubernamental Save the Children, aplicado por Kindlimuka.
Gracias a esta iniciativa, 2.112 niños y niñas de entre siete y 17 años y portadores del VIH son visitados por voluntarios capacitados para garantizar que sus necesidades básicas sean cubiertas.
Esto incluye verificar que asistan a la escuela y cuenten con materiales de estudio, ropa y alimentos. Unos 50 de ellos reciben medicamentos antirretrovirales.
Sin embargo, estos programas solo alcanzan a una parte de los niños y niñas que necesitan tratamiento por el sida en Mozambique, donde la prevalencia del VIH es de 15,6 por ciento, según datos del gobierno.
Hay 91.000 niños y niñas menores de 15 años con VIH en este país de África austral de 19 millones de habitantes.
Para junio de este año, apenas 500 niños y niñas fueron registrados para ser beneficiados por un programa gubernamental de tratamiento gratuito del VIH con medicinas antirretrovirales.
El sida se convirtió rápidamente en una de las causas más importantes de enfermedad y muerte entre los niños y niñas de Mozambique. De las 97.000 personas que murieron de sida en 2004, 17.500 eran menores de cinco años.
Cada día se producen en promedio 500 nuevas infecciones de VIH, 90 de ellas en perjuicio de niños y niñas, que reciben el virus de sus madres en el momento de nacer.
Estas desalentadoras estadísticas ponen en duda la capacidad del gobierno de responder con eficacia a las necesidades de los portadores.
"El gobierno tiene un enfoque multisectorial con el que se procura capacitar a todos los actores, en especial en las comunidades locales, para garantizar que los niños infectados por el VIH puedan gozar de todos sus derechos", dijo a IPS Estrela Herculano, jefa del Departamento para la Mujer y la Familia del Ministerio de la Mujer y la Acción Social.
Niños y niñas con VIH que no pueden acceder a medicamentos antirretrovirales tienen derecho a un paquete de ayuda que incluye tratamiento para infecciones, asistencia del Programa Mundial de Alimentos y materiales escolares.
Algunos también se benefician de un programa de asistencia domiciliaria coordinado por el Ministerio de Salud.
Pero la situación es cada vez más preocupante, según Herculano.
"No sabemos a cuántos niños y niñas estamos alcanzando. Estimulamos a las autoridades locales para que se aseguren de que sus niños se registren, pero en algunos lugares no hay caminos. Por eso no tenemos acceso", señaló.
"Muchas familias ni siquiera saben que sus hijos tienen VIH, aun cuando están enfermos. La mayoría nunca se hacen un examen", añadió.
Con un gran territorio pero escasamente poblado, Mozambique es una de las naciones más pobres del mundo. Apenas la mitad de los niños en edad escolar tienen posibilidad de estudiar.
Pedro mantiene en secreto su enfermedad ante sus vecinos y maestros de escuela por temor a ser segregado.
"Su maestra sólo sabe que se enferma seguido, pero no le dijimos que está recibiendo tratamiento antirretroviral ni que tiene VIH porque podría ser víctima de discriminación" en la escuela, explicó a IPS Amade Ibrahim, de Kindlimuka.
"Lo más importante es que los niños y niñas enfermas de sida sean tratados como cualquier otra persona", añadió.
A pesar de que es más pequeño físicamente de lo que se espera para alguien de su edad, Pedro está mucho mejor de salud ahora que toma sus medicamentos. Pero no puede celebrarlo públicamente.
"Cuando era chico me perdía muchos días de escuela por la fiebre", dice apenas a IPS, tímidamente.
(*) Algunas identidades en este informe han sido modificados para proteger la identidad de los involucrados. (