Ver a su madre apaleada con frecuencia por el padrastro, hasta que perdió la audición de un oído, llevó al hijo a convertirse en un adolescente callado, con la mirada siempre baja. Pero, contra todo pronóstico, se convirtió en un promotor de la equidad de género en Brasil.
El joven decidió no reproducir, como es usual, las agresiones que lo marcaron. Transformó su experiencia de vida en un texto teatral que sirve hoy de instrumento contra la violencia de los hombres en sus relaciones con las mujeres.
El joven "dirigió el odio acumulado no contra otros, sino a su trabajo social", definió Gary Barker, director ejecutivo del brasileño Instituto Promundo, mencionándolo como un ejemplo positivo del Programa H, que promueve talleres de reflexión para cambiar la mentalidad masculina preponderante a favor de la equidad de género.
El "muchacho" se convirtió en un promotor comunitario del programa, asumiendo funciones de liderazgo después de un curso de un año. Los talleres educativos suelen durar cuatro meses, e involucran a centenares de jóvenes de 15 a 24 años, explicó Barker, un experto en desarrollo infantil y juvenil.
El Programa H es una de las acciones innovadoras que movilizan a los hombres en pro de la igualdad y la salud reproductiva y que fueron destacadas en el informe "Estado de la Población Mundial 2005 – La promesa de igualdad: equidad de género, salud reproductiva y Objetivos de Desarrollo del Milenio", divulgado este miércoles por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
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La metodología, desarrollada por el Instituto Promundo con otras organizaciones no gubernamentales (ONG) de Brasil y de México, ya se aplica en varios países de América Latina, África y Asia. Se trata de estimular cambios al cuestionar las "normas" tradicionales que forman a los hombres y desnudar los costos de esas tradiciones para la vida, la salud y la felicidad de ellos mismos y de las mujeres.
Las iniciativas destinadas a los hombres surgieron en los últimos años, respondiendo al reconocimiento de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en 1994 en El Cairo, de que "el hombre desempeña un papel clave en el logro de la igualdad de los sexos", al tener "un poder preponderante en casi todas las esferas de vida".
El problema, según el informe del UNFPA, es el limitado alcance de tales programas ante la dimensión del reto de modificar comportamientos masculinos a gran escala para atender la urgencia de problemas de salud sexual y reproductiva como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), y de la desigualdad de las mujeres.
El Programa H cuenta en Brasil con la participación de unas 30 ONG, algunas de las cuales han alcanzado hasta 20.000 hombres con sus talleres, y otras a muy pocos. Pero se trata de multiplicar la acción formando profesores, profesionales de la salud y fomentando políticas públicas, señaló Barker a IPS.
En otros países, el trabajo con grupos multitudinarios, como empresas que emplean a miles de trabajadores e instituciones militares o policiales, también permite difundir masivamente los nuevos comportamientos.
La elección de hombres jóvenes y adolescentes favorece la eficacia de las campañas. En esa edad "se define la identidad, el estilo de las relaciones interpersonales, empiezan las relaciones sexuales, se forman las parejas", hay más flexibilidad y disposición para "repensar" valores, explicó el director del Instituto Promundo, con sede en Río de Janeiro.
La prevención del sida exige un trabajo junto a los hombres, que en general inician su vida sexual más temprano que las mujeres, tienen mayor número de compañeras sexuales y prevalecen en sus relaciones, además de ser más proclives a comportamientos de riesgo, como uso de drogas inyectables, observa el UNFPA.
Pero los estudios sobre población y salud reproductiva se concentran casi exclusivamente en las mujeres, por lo que escasean la información y los servicios de salud sexual para los hombres que, sin embargo, constituyen los principales diseminadores de enfermedades sexualmente transmisibles.
En los servicios públicos de salud de Brasil concurren casi exclusivamente mujeres, niños y ancianos, mientras los hombres jóvenes y adultos solo lo hacen en casos de emergencia, ejemplificó Barker.
El trabajo con la población masculina es un déficit ahora ampliamente reconocido, por eso el informe del UNFPA llama a forjar una "alianza con los hombres" contra el sida y otros problemas de salud, como la mortalidad materna, y por relaciones más equitativas entre los sexos, como un factor de desarrollo.
"El hombre también es sujeto en la lucha contra la violencia de género", dijo a IPS Telia Negrao, coordinadora del Colectivo Femenino Plural, de la meridional ciudad brasileña de Porto Alegre. La igualdad exige un diálogo sobre "el carácter de la violencia que es producto de una formación de las relaciones" entre los sexos, acotó.
El mundo cambió, modificando las posiciones masculinas y femeninas en la sociedad, pero "la cultura se altera más lentamente", y a los hombres les falta una "educación afectiva" más ajustada a la realidad actual, dijo Barker.
Por eso, muchos hombres se privan de alegrías como una mayor convivencia con los hijos y sienten dificultades en aceptar a una mujer como jefa en el trabajo, evaluó.
Pero también las mujeres, y toda la sociedad, necesitan "reeducación" para superar conceptos y valores que justifican el sostenimiento de relaciones de dominación, desigualdad y jerarquías, tanto entre hombres y mujeres, como entre generaciones y etnias, comentó Negrao.
Inclusive la educación debe cambiar, ya que la escuela refuerza la idea de que "los niños son más fuertes, más inteligentes y más importantes" que las niñas, y que "el hombre tiene poder en el mundo público y la mujer en el mundo privado, que en realidad es solo doméstico", sostuvo la feminista.