El extraordinario escape de una comunidad indígena de Indonesia poco antes del devastador tsunami de fines de diciembre revalorizó los conocimientos ancestrales sobre la naturaleza.
Los líderes de la comunidad Simeulue recibieron el 12 de este mes un prestigioso premio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por haber salvado decenas de miles de vidas durante el tsunami (palabra japonesa para las grandes olas causadas por terremotos o erupciones volcánicas submarinas) del 26 de diciembre, confiando en sus observaciones del comportamiento del mar y de los búfalos.
Gracias a la fe en su propio conocimiento, esta comunidad de unas 80.500 personas huyó de la costa hacia colinas cercanas aquella fatal mañana de domingo.
Sólo siete personas murieron por el tsunami en esta comunidad, en comparación con las 163.795 que fallecieron en el resto de la occidental provincia indonesia de Aceh, de la cual Simeulue es parte.
"Lo que le ocurre al mar antes de un tsunami y la forma en que los búfalos se apresuran en dirección a las colinas (es un conocimiento que) fue compartido por las familias durante años, junto con otras historias sobre nuestros ancestros", dijo Mohamed Ridwan, líder de la comunidad Simeulue, poco después de recibir el premio.
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Esta narrativa oral fue modelada por la destrucción que sacudió a esta comunidad de productores agrícolas, pescadores y comerciantes cuando un terremoto seguido por un tsunami golpeó a los isleños en 1907, matando a miles.
"Desde entonces, hemos aprendido cómo escapar, y en diciembre pasado llevó unos 30 minutos llegar a un terreno más elevado", explicó Ridwan, de 53 años, secretario de la región distrital de Simeulue.
La huida y las miles de vidas salvadas son muy notables, dado que la comunidad de Simeulue estaba ubicada cerca del epicentro del poderoso terremoto del océano Índico que disparó el tsunami.
"Lo que ocurrió en Simeulue fue un logro único en medio de toda la muerte en Aceh debido al tsunami", dijo a IPS la funcionaria de la Oficina para la Administración del Desastre Nacional, Nannie Hudawati,. "Fue la única comunidad que tuvo su propia manera tradicional de evitar el impacto de un tsunami".
El reconocimiento de esta comunidad como una de los ganadores del Premio Sasakawa de la ONU para la reducción del desastre también ha puesto sobre la mesa la relevancia del conocimiento indígena para salvar vidas durante desastres naturales.
Otras dos comunidades también se destacaron luego del tsunami de 2004 por confiar en el conocimiento tradicional y huir hacia un lugar seguro: los gitanos del mar en la costa meridional de Tailandia y las comunidades tribales que viven en las remotas islas indias de Andaman y Nicobar.
Percibiendo cambios en sus entornos naturales minutos antes de que las mortales olas oceánicas alcanzaran la costa, estos pueblos huyeron en busca de terrenos más altos. Así se salvaron miles de personas.
El tsunami del año pasado fue el peor desastre natural del mundo, diezmando poblaciones en las franjas costeras de 11 países. El saldo fue de 224.495 muertes y millones de personas sin hogar.
La provincia de Aceh fue la más golpeada, con 163.795 muertes, seguida de Sri Lanka, con 35.399 muertes, India, con 16.389, y Tailandia, con 8.345, entre otras naciones afectadas.
Según la Federación Internacional de las Sociedades de la Cruz Roja y la Medialuna Roja (IFRC son sus siglas en inglés), Asia contabiliza el mayor número de personas muertas durante desastres naturales en la década pasada, estimado en 702.775.
Asia es también el lugar más azotado por desastres desde 1995, con un total de 2.459. Y esto abarca deslizamientos de tierras, sequías, terremotos, tsunamis, inundaciones, erupciones volcánicas y tormentas de viento, según el Informe Mundial de Desastres 2005, elaborado por IFRC y difundido a comienzos de este mes.
El poderoso terremoto que fracturó el 8 de este mes el territorio montañoso que comparten Pakistán e India, la Cachemira, es un nuevo recordatorio de cuán vulnerables son las comunidades asiáticas a los desastres naturales.
El número de víctimas del desastre se acerca a 100.000, con muchas más personas heridas, según cifras difundidas por funcionarios pakistaníes.
"No se puede negar que el conocimiento indígena y las tradiciones locales son vitales para salvar vidas durante los desastres naturales", afirmó Rene Jinon, director de la unidad de administración del desastre para Asia sudoriental del IFRC. "En vez de negarlo, tenemos que construir sobre él, y tal conocimiento está bastante extendido en esta región".
Las comunidades en Camboya, Filipinas, Timor Oriental, Indonesia, Tailandia, Laos y Vietnam están entre las pocas que confían en los conocimientos de sus ancestros para escapar de los estragos de las inundaciones, deslizamientos de tierras, tifones y erupciones volcánicas.
No obstante, la tendencia de los gobiernos se dirige sólo a los mapeos satelitales y a los "trastos de alta tecnología", agregó Jinon durante una entrevista. "Dentro de las comunidades esto también genera un debate sobre el consejo de quién deberían seguir: las advertencias de la comunidad científica o lo que fluye del conocimiento local".
Debido a desastres como el tsunami, la ONU ha sido urgida a ingresar a este debate adoptando una mirada más cercana y comprensiva de tradiciones únicas de pueblos como el de Simeulue.
Se está elaborando un informe que contempla las exitosas lecciones dadas por estas comunidades "usando el conocimiento tradicional que nos ofrecen", dijo Joseph Chung, jefe regional para Asia y el Pacífico de la Estrategia Internacional de la ONU para la Reducción del Desastre. "Incluirá relatos de comunidades que construyen casas para resistir a los terremotos", añadió.
Según Chung, el notorio logro de Simeleulue debería resonar de otras formas, por ejemplo potenciando a las comunidades a desarrollar sus propios métodos contemporáneos para escapar de desastres.
"Uno puede tener toda la tecnología del mundo, pero si la población no responde a tiempo, no sirve", explicó. "Y los gobiernos a menudo son lentos en responder, porque están lejos de las comunidades afectadas".