La tormenta Stan dibujó en Guatemala un dantesco cuadro de muerte y destrucción y hundió aún más a ese país centroamericano en el pantano de pobreza y violencia en que vive desde hace décadas.
"La situación es realmente dramática, y se avizora en el futuro mediato hambre y más pobreza", dijo a IPS desde Guatemala, Eduardo de León, director de la Fundación Rigoberta Menchú.
Hasta el jueves, la cifra oficial de muertos que dejó la tormenta tropical Stan era de 656, pero las propias autoridades advertían que la cantidad de víctimas podía llegar a más de 2.000. En cuanto a damnificados, más de 250.000 personas han perdido sus pertenencias y hogares, la mayoría indígenas y la mitad menores de edad.
Organizaciones no gubernamentales, autoridades y voluntarios de varios países acudieron a apoyar a la nación centroamericana, "pero las necesidades son tantas y los lugares afectados están tan aislados que va a ser muy difícil evitar que muchos de los damnificados pasen hambre y que la economía del país retroceda", señaló De León en entrevista telefónica.
La Fundación Rigoberta Menchú, que lleva el nombre de la indígena guatemalteca Premio Nobel de la Paz, está ahora dedicada a recolectar alimentos, vestido y medicinas para los afectados.
La Organización de las Naciones Unidas sentenció que Stan, que pasó por el istmo y el sur de México en los primeros días del mes, podría sumergir en la pobreza extrema a muchos habitantes de Guatemala, por lo que demandó a la comunidad internacional un aporte de por lo menos 22 millones de dólares.
El gobierno de Óscar Berger pidió ayuda urgente para atender las necesidades inmediatas en agua, alimentos y servicios de salud. Hasta el momento, el apoyo global recibido por Guatemala no supera los 5,2 millones de dólares.
Las lluvias torrenciales, inundaciones y deslaves causados por la tormenta ahogaron o aplastaron bajo el lodo a cientos de personas, destruyeron caminos, puentes y toda clase de infraestructura de electricidad y teléfonos. Al menos dos pequeñas poblaciones desaparecieron bajo avalanchas de barro y piedras.
Las pérdidas económicas se calculan en más de 1.000 millones de dólares.
"Es la peor tragedia natural que ha vivido Guatemala luego del terremoto que sufrimos en 1976, incluso ésta es mucho más grave que el huracán Mitch", sostuvo De León.
Mitch arrasó buena parte de América Central en 1998, pero el país más afectado entonces fue Honduras, donde murieron casi 6.000 personas, mientras las víctimas en Guatemala no llegaron a 300.
Mary McInerney, directora de la organización no gubernamental Save the Children Guatemala – Alianza para el Desarrollo Juvenil Comunitario, dijo a IPS que "la situación está empeorando ahora, pues por falta de combustible, agua y otros elementos, ya no podemos llegar con la ayuda necesaria a los afectados".
"La peor parte de Stan se la llevan los menores, que calculamos son un 60 por ciento de los damnificados, muchos ahora huérfanos", apuntó.
"En los albergues hay muchos niños, y ellos y los mayores están durmiendo en el piso y bajo condiciones sanitarias muy malas, realmente se requiere ayuda", describió.
Nils Kastberg, director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para Latinoamérica y el Caribe, declaró que la situación era alarmante, sobre todo para las niñas y niños.
"Todavía no tenemos datos exactos, pero las estadísticas demográficas de las áreas afectadas sugieren que más de un tercio de las víctimas de esta tragedia son niños y niñas, siempre los más vulnerables en inundaciones y deslaves, especialmente en las comunidades pobres", señaló.
La Fundación Rigoberta Menchú pronostica que los daños de Stan permanecerán durante varios años en Guatemala.
"Ojalá al menos esta sea la oportunidad para dar un salto cualitativo en el tipo de desarrollo que requiere este país, donde hay ahora muchos problemas", señaló De León.
Guatemala tiene gran criminalidad y analfabetismo, y pobres servicios de salud y educación. Además, aún no supera las consecuencias de una guerra civil que se extendió entre 1960 y 1996, con un saldo de 200.000 asesinatos (45.000 de ellos desapariciones), la mayoría de indígenas mayas, a manos de las fuerzas de seguridad.
Durante el conflicto, un millón de personas dejaron sus hogares, 500.000 se refugiaron en México y 250.000 niñas y niños quedaron huérfanos.
El ejército aparece como responsable de arrasar 450 aldeas y cometer más de 600 masacres, muchas de ellas en las mismas comunidades indígenas ahora destruidas por Stan.
De los 12,5 millones de guatemaltecos, cerca de 40 por ciento se identifican como indígenas, un sector pobre y discriminado.
Según Unicef, 75.000 niños y niñas están gravemente desnutridos y 67 por ciento de los menores indígenas sufren desnutrición crónica. Además, alrededor de 2,4 millones de los habitantes del país se encuentran fuera del sistema de salud.
Apenas 32,6 por ciento de las niñas y 33,1 por ciento de los niños tiene acceso a la educación inicial, y 83,6 por ciento de las niñas y 81 por ciento de los niños a la escuela primaria. "Pero la calidad de la escolarización es deficiente y las tasas de absentismo, repetición y abandono escolares son extremadamente elevadas", dice Unicef.
La agencia también señala los índices de delitos comunes del país, en el que operan bandas juveniles que actúan con extrema violencia.
Además, hay una enorme proporción de asesinatos de mujeres, 60 por ciento de los cuales obedecen a cuadros de violencia doméstica, mientras el abuso sexual y el incesto afectan a 30 por ciento de las niñas y a 18 por ciento de los varones.