En la inmovilidad que postra desde hace casi cuatro años a la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC), cualquier tenue vibración como la percibida en las negociaciones de esta semana se interpreta como un signo de movimiento, reflexionó un representante latinoamericano.
En efecto, gran parte de los delegados de los 148 Estados miembros de la OMC (Organización Mundial del Comercio), algunas entidades de la sociedad civil y expertos independientes compartieron la visión de que el proceso de liberalización comercial iniciado en la capital de Qatar en diciembre de 2001, finalmente ha cobrado movimiento.
El director general de la OMC, Pascal Lamy, evitó los entusiasmos pues si bien encontró positivos los resultados alcanzados en la semana advirtió que no ofrecen seguridades de configurar el enfoque apropiado.
El inédito clima de animación que se vivió en la sede de la OMC fue atribuido a la presentación de propuestas negociadoras en el urticante sector de agricultura, por parte de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y el Grupo de los 20 (G-20) que reúne a naciones en desarrollo.
Sin embargo, en un llamado a la realidad, la organización humanitaria Oxfam hizo notar a los negociadores que las posiciones de los principales grupos todavía siguen distantes. A eso se suma que "las necesidades de los países pobres son ampliamente ignoradas", dijo.
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Lamy adjudicó mayor importancia cronológica a la presentación de la propuesta estadounidense, que abrió el lunes una semana de debates. La iniciativa de Washington giró en torno a los apoyos internos, que son las ayudas prestadas por los gobiernos a sus agricultores para equilibrar sus ineficiencias productivas.
En ese aspecto, Washington propuso una reducción de 60 por ciento el apoyo interno a los agricultores, pero advirtió que potencias proteccionistas, como la UE y Japón, debían hacer un esfuerzo mayor.
El director general de la OMC estimó que con ese paso, Estados Unidos cruzó la línea de la reforma de su política agrícola. De esa manera la ayuda interna se equipara a la competencia de exportaciones, para conformar los dos pilares de la agricultura en estado más avanzado de las negociaciones, opinó.
En cambio, el tercer pilar, de acceso a los mercados, que se refiere a los gravámenes aplicados a la importación de productos agrícolas, todavía está lejos del punto ideal para el comienzo de las negociaciones, advirtió Lamy.
Además de la iniciativa agrícola estadounidense, también la UE presentó su propuesta que engloba la totalidad de los sectores de la Ronda de Doha, incluyendo servicios, tarifas industriales y propiedad intelectual, entre otros.
La oferta de la UE consistió en una reducción a la mitad de los aranceles de importaciones y en 70 por ciento la ayuda interna.
Pero el rasgo saliente de la semana fue la aparición del G-20 con sus propuestas para ayuda interna y acceso a los mercados. Este grupo de naciones aporta 19,3 por ciento al producto agrícola mundial, según cifras de 2003, aunque cuenta con 69,8 por ciento de la población rural del mundo.
En particular, la cuestión de acceso a los mercados mostró que el G-20 coordinado por Brasil e India obtuvo una posición equilibrada para atender los diferentes intereses de sus miembros, dijo el delegado latinoamericano que no quiso dar su nombre.
Forman parte del Grupo 21 naciones: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Cuba, Egipto, Filipinas, Guatemala, India, Indonesia, México, Nigeria, Pakistán, Paraguay, Sudáfrica, Tailandia, Tanzania, Uruguay, Venezuela y Zimbabwe.
En el G-20 conviven países como India, con una posición defensiva en materia de acceso a los mercados, con otros como Argentina, Brasil y Uruguay, que son exportadores ofensivos a causa de su mayor eficiencia agrícola.
En Argentina, el sector agropecuario representa casi 10 por ciento del producto interno bruto (PIB), mientras que la población ocupada en esa actividad apenas supera ese mismo porcentaje del total nacional. En Uruguay las proporciones son casi semejantes.
En cambio India, con algo más de la mitad de su población (de más de 1.000 millones de personas) dedicada a la agricultura, obtiene de ese renglón sólo 20 por ciento de su PIB.
En China, con 3.300 millones de habitantes, el porcentaje de población agrícola es aun mayor que el de India, mientras que la participación de la agricultura en el producto nacional apenas supera 15 por ciento.
Por ese motivo, el G-20 propuso reducir los aranceles aplicados por los países industrializados en un promedio de 54 por ciento, mientras que la disminución de esos derechos de importación en los países en desarrollo sólo alcanzaría a 36 por ciento.
El jefe de los negociadores estadounidenses, Peter Allgeier, dijo a IPS que su delegación todavía estaba analizando la propuesta del G-20 sobre acceso a los mercados.
Pero en una conclusión preliminar, al parecer "existe una disparidad muy amplia en las ambiciones fijadas en acceso a los mercados para los países industrializados comparado con lo que ellos (el G-20) establecen para los países en desarrollo", dijo.
Sin embargo, Celine Charveriat, experta de Oxfam en negociaciones comerciales internacionales, opinó que correspondía a Estados Unidos y a la UE mostrar reducciones genuinas en gastos de agricultura, en referencia al apoyo interno, y en acceso a los mercados "para los países más pobres".
Aunque Estados Unidos ofreció reducir las subvenciones que distorsionan el comercio en 60 por ciento y la UE en 70 por ciento, por obra de las flexibilidades en los mecanismos de información a la OMC sobre esos subsidios, "ningún bloque comercial deberá disminuir sus gastos gubernamentales en agricultura", advirtió Oxfam.
Las negociaciones de la OMC proseguirán la semana venidera, con participación de ministros y altos funcionarios de numerosos países que regresarán a Ginebra con ese fin. El órgano principal de la OMC, el consejo general, sostendrá sesiones los días 19 y 20.
Lamy dijo que la institución mantenía su propósito de disponer a mediados de noviembre de un borrador del texto que será sometido a la sexta conferencia ministerial de la OMC, que se realizará en Hong Kong, del 13 al 18 de diciembre.
La conferencia de Hong Kong será un etapa crucial del proceso de negociaciones de Doha, que deberán concluirse a fines de 2006.