El fracasado lanzamiento del satélite europeo CryoSat el 8 de este mes es una pérdida incalculable para los estudios del cambio climático, que requieren información urgente sobre el deshielo polar provocado por el recalentamiento de la atmósfera terrestre, dijeron a Tierramérica varios científicos. En tres años se lanzaría un nuevo vehículo.
"La investigación meteorológica necesita datos precisos y obtenidos en un largo periodo sobre la condición del hielo en los polos, y la misión de CryoSat iba exactamente a estudiar los cambios de volumen de las masas glaciares en el mar Ártico", dijo Erich Roeckner, director científico del departamento de modelos climáticos del Instituto Max Planck de Meteorología, con sede en Hamburgo, Alemania.
"Lo que la comunidad científica ha podido hacer hasta hoy es estudiar la superficie del hielo en los polos. Pero no disponemos de información suficiente sobre su cambio de volumen", dijo Roeckner en entrevista con Tierramérica.
Esa era la tarea de CryoSat, el satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA, según su nombre en inglés) que fue lanzado el 8 de este mes desde el cosmódromo ruso de Plesetsk, unos 800 kilómetros al noreste de Moscú.
Pero un fallo en la secuencia de lanzamiento echó literalmente por tierra los esfuerzos de seis años de la ESA.
Franco Bonafina, portavoz de la ESA en París, explicó a Tierramérica que "la segunda etapa (del lanzamiento) transcurrió con normalidad hasta el momento en que se iba a apagar el motor principal. Pero una falla de un comando del sistema de control de vuelo a bordo hizo que el motor continuara funcionando hasta que se agotó el combustible".
Así, la separación del cohete entre la segunda y la tercera etapas, que debió haber colocado al CryoSat en la órbita polar, no ocurrió, y el satélite cayó cerca de Groenlandia.
Bonafina aseguró que la ESA continuaría el programa de CryoSat. "En diciembre, requeriremos de los estados europeos miembros un nuevo aporte financiero para mantener el programa y lanzar un CryoSat II en un plazo de tres años", dijo.
La ESA necesita un presupuesto especial para esta segunda misión de 70 u 80 millones de euros (entre 85 y 100 millones de dólares), dijo Bonafina. "Ese fue el costo de construcción del CryoSat I", y el programa completo ascendió a 136 millones de euros, aclaró.
Todos los ejercicios de prueba realizados desde 1999 habían sido exitosos, por lo que una segunda misión se beneficiaría de los conocimientos acumulados en estos seis años, dijo Bonafina.
El satélite perdido disponía de dos antenas de radar para medir durante tres años la superficie exacta de las masas glaciares del polo Norte, además de calcular con extrema precisión su volumen, a fin de determinar el tipo de cambios que sufren: si se derriten y a qué ritmo lo hacen.
Con esta información, el CryoSat hubiese podido contribuir a explicar la relación entre el deshielo de los polos y el aumento del nivel del mar.
Jens Hesselbjerg Christensen, del Instituto de Meteorología de Dinamarca, dijo a Tierramérica que "el estudio del deshielo en el océano Ártico es un punto especialmente crítico en la investigación sobre el cambio climático".
Por ello la comunidad científica esperaba los resultados de la misión CryoSat con grandes expectativas, añadió Christensen.
El científico danés recordó que en 2004 su Instituto participó en la elaboración del reporte "Impactos del calentamiento del Ártico", publicado por el Comité Científico Internacional sobre el Ártico, una institución no gubernamental dedicada a investigar el polo Norte.
Según el reporte, el recalentamiento global de la atmósfera terrestre, causado por la acumulación de gases de efecto invernadero, afectará especialmente las regiones del planeta situadas en el hemisferio Norte, y los efectos serán más dramáticos en las regiones situadas más cerca del mar Ártico.
Una de las conclusiones del estudio es que la temperatura media aumentará por lo menos siete grados en el extremo más boreal de Groenlandia, mientras sería de tres grados en Dinamarca.
Según Christensen, la información del satélite hubiese sido útil para verificar la exactitud y probabilidad de tales previsiones científicas. "Disponer de datos de gran calidad como los que habría podido obtener el CryoSat sería muy valioso, sobre todo durante un largo periodo, para probar nuestras previsiones".
Para Roeckner, del Instituto Max Planck, la próxima misión CryoSat debería prolongarse más de tres años.
"Las masas de hielo en los polos se mantienen estables durante largos periodos, y los cambios ocurren súbitamente", explicó. "Por eso es necesario medir el volumen del hielo durante un lapso relativamente largo, en todo caso mayor que tres años, a fin de determinar si los glaciares sufren cambios y a qué ritmo".
Algunos de los presuntos efectos del recalentamiento del planeta ya son perceptibles, añadió.
En un estudio del Instituto Max Planck que será puesto a disposición del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), Roeckner y sus colegas constataron que el aumento promedio del nivel del mar durante los últimos 20 años duplica el valor medio registrado durante todo el siglo XX.
"Este es un dato definitivo, tremendamente dramático, y no una extrapolación", dijo Roeckner.
Dicho estudio prevé una elevación del nivel del mar de hasta 43 centímetros, largos períodos de sequía, seguidos de lluvias torrenciales e inundaciones, y un aumento constante de la temperatura media del planeta, que podría llegar hasta 10 grados en el Ártico.
"Si las tendencias climáticas observadas hoy se mantienen, hacia el año 2100 el polo Norte no tendrá hielo durante el verano", dijo Roeckner.
* El autor es corresponsal de IPS. Publicado originalmente el 15 de octubre por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica. (