Las granjas industriales, a las que muchos expertos atribuyen el recrudecimiento de enfermedades como la de la vaca loca y la gripe del pollo, emigran del Norte rico a América Latina, Asia y África.
Estos establecimientos de explotación intensiva de alimentos animales concentran 74 por ciento de la producción mundial de carne de ave y 68 por ciento de la de huevos, dijo a IPS Danielle Nierenberg, investigadora del Worldwatch Institute en Washington.
Alrededor de la mitad de la producción porcina y 43 por ciento de toda la carne del mundo procede de estas granjas.
"El crecimiento de estas operaciones es más rápido alrededor de las ciudades de América Latina, Asia y partes de África", explicó Nierenberg, autora del informe "Comidas más felices: repensar la industria global de la carne".
La oposición de las poblaciones cercanas y las regulaciones más duras a las denominadas "fábricas de animales", que llegan a albergar a 100.000 cerdos o un millón de pollos, expulsaron a muchos de estos establecimientos de América del Norte y Europa, explicó.
Ríos, arroyos y suelos contaminados con estiércol, daño económico a los pequeños granjeros imposibilitados de competir y malas condiciones de vida para los animales son algunos de los problemas que ahora se constatan en México, Brasil, Filipinas y muchos otros países.
Las prácticas agropecuarias de escala industrial constituyen "una manera ineficiente, ambientalmente perjudicial, peligrosa e inhumana de hacer carne", opinó Nierenberg.
Los problemas sanitarios tal vez sean hoy la principal preocupación, en momentos en que la gripe del pollo, como hace algunos años la enfermedad de la vaca loca, concentra la atención mundial.
La prevención de la enfermedad impone el confinamiento de las aves en corrales cerrados, pero Nierenberg y otros expertos creen que las granjas industriales y los mercados donde miles de pájaros vivos son enjaulados juntos son un cultivo ideal para el virus de la también llamada influenza aviar.
Hay evidencias que vinculan los brotes del mal de la vaca loca (encefalopatía espongiforme bovina) y el virus de Nipah a la expansión de la explotación pecuaria de carácter industrial, afirmó.
Por otra parte, los pequeños productores de alimentos animales no pueden competir con las grandes corporaciones, que a menudo son internacionales. Estos granjeros terminan emigrando a las ciudades o trabajando para las empresas que los expulsaron del negocio.
"Los criadores de pollos en México y Brasil terminaron como siervos en su propia tierra, igual que los de Estados Unidos", dijo Nierenberg.
En todo el mundo, las pequeñas granjas están en declive, mientras Estados Unidos y Europa exportan su modelo agropecuario industrial, señaló Mark Rosegrant, director del Instituto Internacional de Investigación en Políticas Alimentarias (IFPRI) radicado en Washington.
Las prácticas agropecuarias industriales en el mundo en desarrollo se han expandido enormemente en los últimos 15 años y ya están creando problemas ecológicos, dijo Rosegrant a IPS.
"Con la aplicación de leyes ambientales generalmente débiles, es muy probable que estos problemas empeoren mucho", opinó.
El consumo de carne aumenta con rapidez en el mundo en desarrollo. China sobrepasará el consumo europeo por habitante en menos de 20 años, afirmó. "Eso requerirá un enorme aumento de la producción", advirtió..
Los países se volcarán cada vez más a modalidades intensivas de producción, porque les permiten acceder a mercados de gran escala, indicó.
"Esa es una idea realmente mala", expresó a IPS Harriett Friedmann, experta en seguridad alimentaria de la Universidad de Toronto. "La eficiencia de las granjas industriales es un mito."
Esta modalidad de producción depende de la disposición de combustible y fertilizante baratos y de grandes cantidades de agua potable.
Además, estos establecimientos producen una enorme cantidad de estiércol, entre otros daños ambientales, y, de un modo u otro, los costos terminan siendo pagados por la población cercana, afirmó.
La mayoría de las granjas industriales, sin importar en qué país estén, usan las mismas dos o tres razas de pollo o de cerdo, limitando la biodiversidad del sistema alimentario y aumentando su vulnerabilidad a las enfermedades.
Para impedir que surjan enfermedades por las condiciones de hacinamiento e insalubridad, es necesario dar grandes cantidades de antibióticos a los animales, generando un escenario propicio para la creación de bacterias resistentes a estos fármacos, que, además, se integran en la cadena alimenticia humana.
"¿Cuánto falta para que los costos reales de las granjas industriales agropecuaria industrial comiencen a conocerse? Estamos negando esta perspectiva colectivamente", dijo Friedmann.
Con un sistema de producción alimentaria que sigue produciendo más y más problemas, no falta mucho para que ocurra un choque de grandes proporciones, agregó.
No es menor entre los cuestionamientos a los establecimientos agropecuarios industriales el malestar de los propios animales.
"La ciencia animal nos ha apartado de la creencia en la santidad de los animales. Por el contrario, nos ha conducido a la 'fábrica animal', que, como los campos de concentración, es una visión del infierno", escribió el productor rural y ensayista estadounidense Wendell Berry.
Un vídeo clandestino recientemente difundido sobre un establecimiento dedicado a la producción de huevos mostró a las aves cubiertas de excremento y hacinadas en jaulas tan pequeñas que apenas podían moverse.
La granja donde se registraron estas imágenes es propiedad de un veterinario vinculado con la principal universidad agrícola de Canadá.
"Las fotos y el vídeo me revelaron explícitamente algunas crueldades extremas cometidas contra las gallinas. Me sorprende saber que esto exista, especialmente en Canadá", dijo A.B.M. Raj, investigador en la Escuela de Ciencia Veterinaria Clínica de la Universidad de Bristol.
"No hay razón para creer que esas condiciones sean diferentes de las de cualquier otro establecimiento productor de huevos en Canadá", afirmó Debra Probert, de la Coalición Canadiense para los Animales de Granja.
Esas condiciones reflejan las crueldades reiteradamente expuestas en las investigaciones de grandes establecimientos avícolas de Estados Unidos, dijo Probert.
Esos vídeos estimularon demandas públicas por mejores condiciones de vida para los animales de granja en América del Norte y Europa. Pero esas mismas demandas alentaron el acelerado surgimiento de granjas industriales en otras zonas del mundo, afirmó Nierenberg.
"Países como China tienen reglas para el bienestar de los animales, pero no las aplican", señaló. Lo peor de las prácticas agropecuarias industriales en todo el mundo es que quiebran la conexión entre los criadores, la tierra y los animales, concluyó Nierenberg.