POBLACIÓN-PORTUGAL: Extranjeros por siempre

El creciente flujo inmigratorio del mundo lusófono hacia Portugal de las últimas cinco décadas ha diseñado poco a poco una nueva condición ciudadana en este país: la de eterno extranjero.

La mayoría de ellos son lusoafricanos y lusoasiáticos, mal llamados "inmigrantes de segunda o tercera generación" porque nacieron y se criaron en Portugal.

Según la ley actual de nacionalidad "jus sanguini (derecho de sangre), estos "eternos extranjeros" pueden ser ciudadanos de Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique, Santo Tomé y Príncipe o Timor Oriental, así como de India, tal el caso de los descendientes de inmigrantes procedentes de Goa, Diu y Damão, posesiones portuguesas hasta 1961.

En su inmensa mayoría nacieron en Portugal y nunca siquiera visitaron la tierra de sus padres o abuelos. Un fenómeno que también ya empieza a afectar a la más reciente inmigración brasileña, que comenzó a llegar a fines de la década del 80 y que sus actuales 120.000 miembros la transformaron en la primera comunidad extranjera del país.

"¿Extranjeros? Somos extranjeros aquí y allá", aclaró con vehemencia a IPS el caboverdiano Amarilio Mendonça, de 25 años y flamante licenciado en Ciencias Políticas de una universidad lisboeta, que con inmenso esfuerzo económico de sus progenitores se graduó en julio.

"Mis amigos dicen que soy negro-blanco, es decir alguien que está integrado en la sociedad de los blancos, pero cuando estoy en mi barrio o con mi familia, hablo 'creole' (dialecto afroportugués), escucho música caboverdiana, gusto de comidas del país de mis padres", apunta.

No obstante, "Cabo Verde es como si fuese mi segunda casa. Portugal es la primera. Recuerdo haber viajado a Cabo Verde y haber sentido el choque cultural, de la mentalidad de las personas, los olores y sabores".

Este joven politólogo señala que existe la idea de que, en Portugal, sus familias les transmiten esa cultura africana, "pero eso no es verdad pues, cuando viajé a Cabo Verde, lo sentí demasiado lejano y pude verificar que al final de cuentas, lo que más marca es el ambiente donde crecí y me eduqué, la escuela, el liceo (enseñanza secundaria) y la universidad".

"Yo hablo el idioma con pronunciación lisboeta y, por eso, la gente me dice que soy más portugués que africano, porque, para muchas personas, el acento africano equivale a dominar un portugués menos sofisticado, pero eso no es así, sino un problema de nivel de educación, de estudios", apunta Mendonça.

A renglón seguido, aclara que, por muy vasta que sea la identidad cultural de la segunda y tercera generación, la forma como un portugués mira a un africano es diferente.

"No lo ve como portugués. Existe todavía un resentimiento por la guerra de independencia (1961-1974) y paternalmente algunos nos ven como los pobrecitos que fuimos colonizados y otros como si todavía fuésemos parte de un imperio que ya no existe".

Joacine Moreira, de 23 años y estudiante del último año de historia contemporánea, vive en Lisboa hace 16 años. A diferencia de Mendonça, no nació en Portugal y decidió regresar a Guinea-Bissau.

De las antiguas posesiones lusitanas, su país y Santo Tomé y Príncipe son las más "étnicamente puras", contrastando con el mestizaje en especial en Brasil, Cabo Verde y Timor, también presente en Angola y Mozambique, aunque en una dimensión menor.

"La única certeza que tengo en este momento es que me siento muy africana, cada día más, pese a que todos estos años he vivido lejos de África, cada momento se está afirmando más la necesidad urgente de regresar a mi país de origen", subraya la estudiante, una de las más brillantes alumnas de su curso.

Tanto es así, que explica con evidente sarcasmo que seguirá al pie de la letra "el 'consejo' de algunos racistas que a veces me gritan en la calle: negra, vete a tu país. Es lo que haré. Apenas cumpla mi propósito como estudiante y acabe mi carrera, me voy".

Sin embargo, reconoce una cierta dualidad cultural que hasta le permite vaticinar algunas dificultades en su futuro profesional como historiadora de la época moderna.

"Tuve la suerte de convivir durante años sólo con portugueses y pasar vacaciones en ambiente totalmente africano. Si por una parte no me sentía ni de un lado ni de otro, al menos logré sentirme bien en ambos bandos", reconoce Moreira.

Con frecuencia, "temo que en mi país no me identifiquen como guineana. Mi acento portugués los africanos no lo sienten como suyo y algunas veces hasta me dicen 'habla como debe ser'. La sociedad guineana es crítica y particularmente tradicional".

A pesar de su entusiasmo ante la perspectiva de que a fines de 2006 regresará a África, la joven predice que su reinserción en Guinea-Bissau "va a ser mucho más difícil que mi integración en Portugal, porque sólo por el hecho de haber vivido en Europa, graduado en la universidad y además ser mujer, dificulta mucho las cosas".

No obstante esta probable dificultad futura, se considera en mejor situación que los jóvenes de la llamada segunda y tercera generación, porque "ellos no logran saber a dónde pertenecen".

"Por un lado no se reconocen con el país de origen familiar, con la cultura africana, y por otro, viviendo aquí, sienten constantemente en la piel que no son portugueses", recordó Moreira.

La categoría de lusoafricano "es una ilusión de los que no son completamente portugueses. Por más que se nace y se vive 100 años aquí, nunca se podrán sentir portugueses", concluyó.

Esta opinión es compartida por el director de cine José Fonseca e Costa, un portugués nacido en Angola que, pese a provenir de una de las familias más pudientes de la ex colonia, en las décadas del 60 y 70 fue uno de los grandes defensores de la descolonización del arcaico imperio lusitano.

"No me parece que los africanos pasen a ser lisboetas por vivir o nacer en la capital portuguesa. Ellos continúan siendo exactamente lo que son en (las ciudades angoleñas de) Luanda o Benguela. Viven aquí como exilados, inmigrantes, porque la integración todavía no se hizo, ese multiculturalismo de las razas de que tanto se habla no es todavía algo instituido", dijo a IPS.

¿Y por qué no? Según Fonseca e Costa, "porque normalmente quienes piensan cómo resolver esto son cabezas europeas, mentes de blancos, que no dejan que los africanos participen en esa discusión".

"Son siempre los blancos los que quieren pensar por ellos. En Lisboa y en las otras antiguas metrópolis coloniales de Europa". (

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