Tras la desconcertada respuesta del gobierno de George W. Bush a los damnificados por el huracán Katrina en Estados Unidos, algo queda claro: el jefe de la Agencia Federal para la Administración de Emergencias (FEMA), Michael Brown, no dio la talla.
El diario Times-Picayune de Nueva Orleans, la ciudad más afectada por el desastre, pidió su destitución. La periodista Maureen Dowd, de The New York Times, lo llamó "el despreocupado idiota a cargo de la FEMA".
Según sus muchos críticos, el hombre cuya principal preocupación en los años 90 fue la cría de caballos árabes carece de la calificación y de la preparación para responder a la crisis y brindar servicios de emergencia a los cientos de miles de víctimas que los requieren.
Está claro que la principal razón por la que Brown ingresó a la FEMA fue porque su antecesor en el cargo era un viejo compañero de habitación en la universidad, Joseph Allbaugh, principal colaborador de Bush cuando éste gobernaba el estado de Texas y jefe de su campaña presidencial en 2000.
Mucho antes de que el huracán Katrina golpeara a Nueva Orleans y Mississippi, Allbaugh se había dedicado a reducir los recursos y el alcance de la FEMA.
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Según versiones periodísticas, Allbaugh comenzó a restar alcance a los programas de prevención de desastres de la agencia apenas se hizo cargo de su dirección. En abril de 2001, tres meses después de la investidura de Bush, la Casa Blanca anunció sus planes de privatizar buena parte de las tareas de la FEMA.
"Muchos están preocupados de que la asistencia federal ante desastres pueda evolucionar hacia programas demasiado grandes para un manejo efectivo de riesgos en los estados y localidades", dijo el hoy ex funcionario ante el Congreso legislativo en 2001.
"Las expectativas sobre la participación del gobierno federal pudieron haberse inflado más allá de lo apropiado", sentenció.
Antes de dejar la FEMA en diciembre de 2002 para fundar The Allbaugh Company, una firma de asesoría en estrategia corporativa que participa en lucrativos contratos en la reconstrucción de Iraq, Allbaugh ayudó a enterrar la FEMA dentro del Departamento (ministerio) de Seguridad Interior.
¿Qué mejor modo de restar importancia a la FEMA que poner a su frente a una persona sin experiencia alguna en asistencia a víctimas de desastre?
Tal vez destruir la capacidad de respuesta de la agencia ante desastres naturales no fue lo que Allbaugh tenía en mente, sino reducir las expectativas del público en el manejo de una crisis de la magnitud del huracán Katrina. Michael Brown fue el hombre correcto para continuar esa tarea.
Brown se convirtió en subdirector de la FEMA convocado por Allbaugh poco después de ser despedido de su cargo de "zar" de la Asociación Internacional de Caballos Árabes (IAHA), organización de criadores y expositores radicada en el central estado de Colorado.
En primera instancia, Brown unió a su cargo el de consejero general de la agencia, y en enero de 2003 se convirtió en el primer subsecretario de Preparación y Respuesta a Emergencias del flamante Departamento de Seguridad Interior, tras la renuncia de Allbaugh.
En la IAHA, Brown fue objeto de intensas críticas por su conducta. El sitio conservador de noticias en Internet WorldNetDaily informó el 5 de septiembre que en realidad Brown había sido despedido de la organización..
Un ex presidente de la IAHA, Bill Pennington, dijo a la prensa que el hoy cuestionado funcionario "no seguía instrucciones. Era cabeza dura y hacía lo que quería. Punto".
En el análisis de la mala respuesta de la FEMA ante Katrina, el asunto de la privatización es el que probablemente reciba menos atención, aunque es uno de los problemas de fondo.
Por décadas, los centros de estudios conservadores han promovido la reducción del tamaño del Estado y la privatización de la mayor cantidad posible de servicios gubernamentales.
Poco después de asumir la presidencia en enero de 2001, Bush anunció el establecimiento la Oficina de Iniciativas Comunitarias o con Bases de Fe en la Casa Blanca, que otorga dinero a organizaciones religiosas para que brinden servicios antes provistos por el gobierno
Grover Norquist, asesor externo de Bush en asuntos económicos y jefe de la campaña "Estadounidenses por la Reforma Tributaria", sostuvo que lo ideal era reducir el gobierno "al tamaño en que podamos ahogarlo en una tina".
Norquist dijo en el programa "Club 700", del polémico televangelista Pat Robertson, que quería "reducir el tamaño del gobierno a la mitad" del actual "en los próximos 25 años".
"Queremos reducir el número de personas dependientes del gobierno para que haya más autonomía y más ciudadanos libres", añadió.
Pero la contratación de Brown no es la única razón por la cual la FEMA no estuvo preparada para enfrentar el desastre provocado por el huracán Katrina. Las privatizaciones contaron.
En junio de 2004, la FEMA firmó un contrato por 500.000 dólares con la empresa Innovative Emergency Management (IEM), del sudoriental estado de Louisiana, que prometió "liderar el desarrollo de un plan para enfrentar desastres por huracanes en el sudeste de Louisiana y la ciudad de Nueva Orleans".
"El equipo de IEM para la administración de catástrofes asume el desafío de integrar las necesidades y las capacidades en un plan efectivo para enfrentar los desastres causados por impactos de huracanes", señaló la compañía en un comunicado.
El texto fue retirado de su sitio en Internet luego de que Katrina devastara buena parte de tres estados del sur del país, desde el 29 de agosto, y causara la muerte de miles de personas.
(*) Bill Berkowitz es un connotado observador del movimiento conservador estadounidense. Publica periódicamente la columna "Conservative Watch" en la revista electrónica WorkingForChange.org.