Los países en desarrollo muestran gran insatisfacción con su escaso peso en la dirección del Banco Mundial y el FMI, advirtió el director de la secretaría del Grupo de los 24 (G-24), Ariel Buira.
"Unos pocos países los controlan y hacen reglas para que la mayoría de los miembros las cumplan. Si la idea es mantener la relevancia de estas organizaciones, debemos reformarlas", sostuvo Buira, cuyo grupo es la expresión del Sur ante las instituciones multilaterales de crédito.
Los ministros del G-24 se reúnen dos veces al año, antes de las reuniones de la primavera y el otoño boreal que celebran en conjunto las autoridades del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el Banco Mundial.
A los plenarios del grupo —el de esta semana fue el 74— suelen asistir el director gerente del FMI y el presidente del Banco Mundial, así como altos funcionarios de la ONU.
El G-24, integrado por 24 naciones de África, América Latina, el Caribe y Asia, fue fundado en 1971 "para concertar la posición de los países en desarrollo sobre asuntos monetarios y financieros".
En las reuniones ministeriales del grupo se difunden tradicionalmente documentos que reflejan el consenso de los países miembros sobre las instituciones financieras multilaterales con sede en Washington.
En esta ocasión, el documento final, además de reclamar una mayor representación para el Sur en desarrollo en las juntas del Banco Mundial y el FMI, expresa el apoyo a la propuesta del Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo de condonar la deuda externa de los 18 más pobres.
De todos modos, el G-24 solicitó extender la condonación a todos los países de bajos ingresos.
Pero, en consonancia con declaraciones del presidente del Banco Mundial Paul Wolfowitz, el grupo también indicó que el acuerdo no debe socavar los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF).
La AIF es una rama del Banco dedicada a créditos para infraestructura y mejora de la productividad a interés bajo a los países pobres, y que cada año ascienden a 9.000 millones de dólares.
Wolfowitz dijo el jueves que consideraba "válida" la preocupación de países como Bélgica y Noruega por e posible agotamiento de los recursos de la AIF para cumplir el compromiso del G-8.
El G-24 dijo este viernes que "el alivio de la deuda no debería socavar la integridad financiera del FMI y la AIF, ni crear cargas adicionales sobre otros países que toman créditos del FMI".
Organizaciones de la sociedad civil consideran que tales argumentos servirán para licuar el compromiso del G-8 de cancelar totalmente la deuda de los 18 países pobres y cualquier perspectiva de alivio de los compromisos de otras naciones del Sur.
"Es esencial que los gobiernos del mundo en desarrollo hablen abiertamente en favor del acuerdo de deuda y se opongan a cualquier medida que le impida convertirse en realidad", dijo el sindicalista Poonam Kaushik, de India.
"El Banco Mundial y el FMI están dominados por los ricos y cuando los pobres tienen una oportunidad de manifestarse, deberían aprovecharla", agregó.
Las medidas que podrían romper el círculo vicioso de la deuda tendrían más posibilidades de concretarse si el Banco Mundial y el FMI tuvieran estructuras de gobierno más democráticas, según críticos de esas instituciones.
"El problema principal es que no hay democracia dentro de las instituciones", dijo Cándido Grybowski, de la organización no gubernamental Ibase, de Brasil. "Lo que necesitamos es una voz más fuerte de los países en desarrollo para tener equidad en la implementación."
Según el G-8, los países en desarrollo constituyen la mitad del producto interno bruto mundial medido en términos de paridad de poder de compra. Esas naciones también cuentan con la mayoría de las reservas de recursos, y con la mayor parte de la población.
Los ministros del G-24 consideraron que "se requiere una nueva fórmula de representación", tanto "en números como en posiciones clave" del Banco Mundial y el FMI, "para reflejar más adecuadamente el tamaño económico relativo de los países en desarrollo en la economía mundial".
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