Ministros de Finanzas de todo el planeta determinarán esta semana, en la reunión anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, el destino de la propuesta de los países más ricos para condonar la deuda de los más pobres.
Durante más de seis décadas, la reunión anual de las juntas de gobernadores de ambas instituciones financieras multilaterales ha sido un acontecimiento de fuste tanto para gobiernos como para organizaciones de la sociedad civil, dado el impacto de sus decisiones en la mayoría de los países.
Esta edición, que se realizará este viernes y el sábado, tiene especial importancia. El Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos del mundo acordaron en julio cancelar la deuda de 18 naciones pobres con el Banco Mundial, su rama regional, el Banco Africano de Desarrollo, y el FMI.
En la reunión se considerará si la iniciativa del G-8 será implementada o no.
Las dudas en torno de la propuesta surgen tanto de funcionarios y representantes gubernamentales en ambas instituciones como desde las organizaciones no gubernamentales, que desde hace años realizan campañas contra la deuda externa de los países menos avanzados.
Un informe interno del Banco Mundial conocido la semana pasada indica que el alivio de deuda —de unos 40.000 millones de dólares en total— agotaría los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF), la agencia de la institución que brinda 9.000 millones de dólares al año en préstamos a países pobres.
También países como Bélgica, Holanda, Noruega y Suiza se oponen a la cancelación incondicional del total de la deuda. Además, pretenden restricciones más duras para cualquier futura propuesta de condonación de deuda.
A la vista de las interrogantes que deja el informe y la fuerte oposición de algunos países ricos a la iniciativa, Thomas Dawson, director de Relaciones Externas del FMI, dijo el día 13 de este mes que "trabajando en este asunto" no veía "que nada vaya a desbaratarse".
"El grueso de los recursos para el alivio de la deuda que involucran al FMI según la propuesta del G-8 proceden de adentro del propio Fondo. La mayor parte del dinero ya está aquí", sostuvo.
Pero no hubo declaraciones del Banco o del FMI que confirmen la concreción de la cancelación de deudas. El portavoz del Departamento del Tesoro (ministerio de hacienda) de Estados Unidos, Tony Fratto, agregó tensión al afirmar el día 13 que la iniciativa estaba "en peligro".
La principal dificultad es que, mientras el G-8 controla más de 50 por ciento de los votos en el Banco Mundial y en el FMI, decisiones de este tipo deben ser tomadas por una mayoría especial de 85 por ciento.
Como Europa controla gran parte de los votos, los países europeos no pertenecientes al G-8 podrían ser claves para la implementación de un acuerdo en que no participaron.
El G-8 se compone por el Grupo de los Siete países más industrializados (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) más Rusia.
Si el acuerdo no se concreta, será una desilusión no solo para los 18 países que se verían beneficiados, sino también para otros en los cuales la mayoría de la población vive con menos de un dólar diario y, por lo tanto, viven en una pobreza abyecta, según la propia definición del Banco Mundial y el FMI.
Organizaciones de la sociedad civil creen que el repago de deudas a estas dos instituciones financieras impedirá a gran cantidad de países alcanzar los Objetivos de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Milenio, que incluyen reducir a la mitad la proporción de la población que vive en la pobreza para 2015.
Por otra parte, un fracaso acarreará con seguridad severas críticas para el G-8, a pesar de que le corresponde la autoría de la iniciativa.
Aunque la propuesta está atada con la controvertida iniciativa del Banco Mundial y el FMI para Países Pobres Altamente Endeudados, muchos la valoran, incluidos los críticos de esas instituciones y del G-8.
Los 18 países cuyas deudas se cancelarían según el plan del G-8 han cumplido las condiciones que impone la iniciativa del Banco Mundial y el FMI, entre ellas privatizaciones en gran escala.
Pero las dos instituciones han admitido que la propuesta no ha sido exitosa en su intención de "reducir la carga de la deuda externa de los países pobres altamente endeudados a niveles sostenibles" y de "liberar recursos para aumentar los gastos en el sector social".
El Departamento de Evaluación de Operaciones del Banco Mundial consideró en 2003 que la iniciativa "afronta el riesgo de prometer resultados que no podrá alcanzar por sí misma".
A la luz de este fracaso, se requiere una cancelación incondicional de 100 por ciento de la deuda, según organizaciones de la sociedad civil.
"Ahora tenemos una prueba clara para el G-8", dijo Njoki Njehu, de la Red de Solidaridad África en Acción, una organización no gubernamental con sede en Kenia. "¿Mantendrán su palabra o tomarán el camino de la menor resistencia para regresar al status quo?"
Catorce de los países señalados para la cancelación de la deuda son africanos, y los restantes cuatro de América Latina y el Caribe.
Pero la no gubernamental campaña británica Hagamos de la Pobreza Historia considera que por lo menos 62 países requieren una cancelación total a fin de ubicarlos en camino de cumplir con las metas del milenio.
El argumento del agotamiento de los recursos del FMI y el Banco Mundial no son de recibo para las organizaciones de la sociedad civil.
"Pueden cancelar la deuda de más de 30 países sin afectar significativamente sus finanzas", aseguró la activista Debayani Kar, de la organización Jubileo EEUU, que desde hace años promueve la condonación..
A pesar de que aplaudieron el anuncio del G-8 en julio, las organizaciones que defienden el perdón de la deuda mantienen el escepticismo, y ahora apuntan sus campañas hacia el Banco Mundial y el FMI para que cumplan con su compromiso original e incluyan a otros países.
Miles de personas en Estados Unidos y en todo el planeta se preparan para manifestarse en respaldo de la cancelación de 100 por ciento de las deudas en ocasión de la reunión de ministros en Washington.