Un año después de que el gobierno de George W. Bush declarara que la violencia en la provincia sudanesa de Darfur era un «genocidio», activistas estadounidenses acusaron a Washington de abandonar a las víctimas a su suerte.
Más de 100 activistas conmemoraron el jueves el aniversario con una manifestación frente a la Casa Blanca y exhortaron a la comunidad internacional a brindar protección con urgencia a unos 2,5 millones de personas desplazadas por continuos ataques de milicias árabes respaldadas por el gobieno central en la provincia más occidental de Sudán.
"Mientras los estadounidenses criticamos al presidente por su falta de liderazgo nacional en medio del horror provocado por el huracán Katrina, también debemos condenar su falta de liderazgo internacional por no detener el genocidio de Darfur, mientras las víctimas fatales siguen en aumento", exhortó Salih Booker, director de la organización Africa Action (Acción por África).
Africa Action lanzó el jueves una petición firmada por casi 100.000 personas que exhortaron a Bush a "tomar todas las medidas necesarias" en el marco de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para enviar de inmediato una fuerza multinacional a Darfur con el mandato de proteger a los civiles.
La petición cuenta con el respaldo de varias organizaciones religiosas, cristianas y judías, y de la Asociación Nacional para el Progreso de la Personas de Color, entre otras.
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Los problemas de Darfur, reino independiente anexado por Sudán en 1917, comenzaron en la década de 1970 como una disputa por las tierras de pastoreo entre nómadas árabes y agricultores indígenas negros. Ambas comunidades étnicas comparten la fe islámica.
Pero la tensión se transformó en una guerra civil en febrero de 2003, cuando guerrilleros negros respondieron con violencia al hostigamiento de las milicias Janjaweed (Jinetes).
Los Janjaweed, apoyados por Jartum, son acusados de llevar adelante una campaña de limpieza étnica contra tres tribus negras que respaldan a las organizaciones guerrilleras Ejército para la Liberación de Sudán y Movimiento por la Justicia y la Igualdad.
Aunque algunos observadores afirmaron que la violencia disminuyó en las últimos meses, el número de víctimas fatales desde el comienzo del conflicto, hace dos años y medio, siguió en aumento y actualmente se estima entre 300.000 y más de 400.000.
Según el Fondo para la Intervención en Genocidios, con sede en Washington, 500 personas siguen muriendo en Darfur cada día, mientras las milicias destruyen aldeas, violan a mujeres y niñas, secuestran niños y destruyen fuentes de agua y alimentos.
La Unión Africana, con el apoyo logístico de países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), desplegó casi 5.500 soldados en Darfur para controlar la situación, pero todavía carece de un mandato de la ONU para proteger a los civiles.
Además, la agrupación regional africana anunció esta semana la suspensión de nuevos despliegues al menos por tres semanas por falta de combustible para aviones, lo que le impedirá alcanzar su objetivo de tener 7.500 soldados en el terreno antes de fin de mes.
Según activistas, se necesita una fuerza mucho mayor para abarcar el territorio de Darfur, de una superficie equivalente a la de Francia o Iraq.
Asimismo, los activistas temen que la atención de la prensa al huracán Katrina y a la guerra en Iraq deje al margen la situación en Darfur.
Un estudio publicado en julio por el Fondo para la Intervención en Genocidios reveló que la prensa estadounidense dedicó 50 veces más espacio al juicio al músico Michael Jackson por abuso de menores que a las masacres en Darfur. Cuando el Fondo preparó un anuncio publicitario que revelaba ese dato, las redes de televisión se negaron a emitirlo.
"Enfrentamos un nuevo desafío, en especial después de Katrina, de reconcentrar la atención de los medios en Darfur", destacó Ann-Louise Colgan, directora adjunta de Africa Action.
"Es inaceptable que permanezcamos impasibles mientras la gente muere", declaró Robert Edgar, secretario general del Consejo Nacional de Iglesias. "Este genocidio es uno de los grandes horrores de nuestros tiempos. Urgimos a todas las personas con conciencia a tomar medidas antes de que los hechos nos acusen algún día de negligencia y complicidad", añadió.
Hace un año, Bush emitió un comunicado de prensa en el que reconocía el genocidio de Darfur, y el entonces secretario de Estado (canciller) Colin Powell declaró que el gobierno de Sudán y sus milicias eran responsables.
Nueve días después, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una débil resolución patrocinada por Estados Unidos que presionaba a Jartum a poner fin a la violencia pero no establecía ninguna sanción en caso de incumplimiento.
En noviembre, el Consejo aprobó otra resolución a instancias de Washington que autorizaba la misión de la Unión Africana, pero una vez más, no preveía sanciones.
Desde entonces, Washington aumentó su apoyo a la misión de la Unión Africana, aunque no tomó ninguna otra medida. En privado, funcionarios de gobierno argumentan que una resolución más agresiva sería vetada por China, que tiene importantes inversiones en la industria petrolera de Sudán, y además descarrilaría el proceso de paz entre Jartum y los insurgentes del sur.
Pero algunos críticos citaron otros motivos. La visita secreta en abril a Washington del jefe de la agencia de inteligencia de Sudán, general Salah Abdallah Gosh, citado en un informe de la ONU como uno de los principales perpetradores de la campaña genocida, sugiere que la cooperación de Jartum en la "guerra contra el terrorismo" de Bush le está dando réditos.
Esta sospecha fue reforzada por la posterior presión de la Casa Blanca sobre el Congreso para que no aprobara leyes que presionarían más a Jartum a poner fin a la violencia en Darfur.