Mientras el presidente chino Hu Jintao se prepara para una reunión con su par estadounidense George W. Bush esta semana, Beijing trabaja horas extras para tranquilizar a Washington acerca del aumento del poder militar, económico y regional de China.
En los últimos días, altos funcionarios chinos se han esforzado por destacar que el enorme crecimiento de China en el escenario mundial no debe considerarse una amenaza económica o militar, sino una gran oportunidad.
El nuevo esfuerzo por dar brillo a la imagen nacional coincide con un sentimiento de frustración en Beijing porque, a pesar de haber revaluado su moneda, el yuan, y haber tomado otras medidas para apaciguar las críticas en Estados Unidos, no logró desarmar a la oposición, en especial en el Congreso legislativo estadounidense.
Hu está de gira por América del Norte desde el jueves 8. Tras visitar Canadá y México, viajará a Nueva York para participar de la Cumbre Mundial con motivo del 60 aniversario de la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de este miércoles al viernes. Al margen de la cumbre, Hu se reunirá con Bush.
En el Consejo Comercial Canadiense-Chino, en Toronto, Hu dijo que el desarrollo de China representó para otros países un mercado de 1.300 millones de dólares.
Mientras, en la sede de la ONU, el legislador chino Wu Banguo intentó calmar la preocupación de Estados Unidos y Japón sobre el creciente gasto militar chino prometiendo que "China seguirá sin vacilaciones por la senda del desarrollo pacífico".
"China es un país amante de la paz y un miembro responsable de la comunidad internacional", declaró Wu en la segunda conferencia mundial de presidentes de parlamentos.
China aprobó un presupuesto de defensa nacional equivalente a 29.500 millones de dólares para 2005, lo que representa un aumento de 12,6 por ciento sobre el presupuesto del año pasado.
Pero la cancillería china defendió esa política y señaló que el gasto militar de Estados Unidos asciende a 455.900 millones de dólares, 17,8 veces más que el de China. Si se calcula por habitante, el gasto estadounidense es 77 veces el chino.
China es el país más poblado del mundo, con 1.300 millones de habitantes.
Según Beijing, el objetivo del aumento de su gasto militar es la modernización del ejército y el aumento de los sueldos del personal militar.
Planificadores de Defensa de Estados Unidos replican que el desarrollo militar de China sumado a su enorme gasto en defensa amenazan los intereses estratégicos de Washington en la región Asia-Pacífico.
En el plano económico y energético, las tensiones no son menores. China precisa cada vez más fuentes de energía para alimentar su economía, que desde hace 25 años registra un imparable crecimiento. En 2004, el producto interno bruto chino creció oficialmente 9,5 por ciento, aunque expertos creen que el porcentaje fue mayor.
Las hostilidades alcanzaron un pico el pasado verano boreal, cuando tras meses de protestas de políticos estadounidenses, la empresa petrolera China National Offshore Oil Corporation debió retirar una oferta de 18.500 millones de dólares para adquirir Unocal, una firma petrolera estadounidense.
La decisión se tomó dos semanas después de que Haier, una fábrica china de ropa blanca, se retirara de la carrera para comprar la firma estadounidense Maytag.
La marcha atrás de ambas adquisiciones, sin embargo, no logró disipar la preocupación en Washington de que China estaba intentando "comprar Estados Unidos".
Ahora, la influyente Comisión Chino-Estadounidense de Estudios Económicos y de Seguridad elevó el espectro de que una "estampida" de empresas chinas que cotizan acciones en Estados Unidos puedan desestabilizar el mercado financiero estadounidense.
Desde el punto de vista de Beijing, el antagonismo estadounidense es infundado, en particular porque, desde el verano boreal, el gobierno chino se ha esforzado por construir puentes con Washington.
En julio, China puso fin al tipo de cambio fijo del yuan frente al dólar y revaluó su moneda en dos por ciento, en una medida dirigida a contrarrestar las críticas estadounidenses de manipulación monetaria para hacer que los productos chinos fueran más baratos en el mercado estadounidense.
Beijing también se unió a Estados Unidos en la nueva Asociación de Desarrollo de Asia-Pacífico, junto con Japón, India, Australia y Corea del Sur, como alternativa al Protocolo de Kyoto sobre cambio climático.
En cuanto al déficit comercial de Estados Unidos con China, que el año pasado alcanzó un récord de 162.000 millones de dólares, economistas chinos argumentan que Beijing utilizó parte del superávit para adquirir bonos del gobierno estadounidense.
Esas adquisiciones redujeron el déficit presupuestal de Estados Unidos, mantuvieron bajas las tasas de interés y contribuyeron a una explosión de la construcción de viviendas que alentó el consumo en los últimos años, agregan.
"El déficit comercial de Estados Unidos con China beneficia tanto a los consumidores como a la economía estadounidenses", destacó Xiao Lian, del Instituto de Economía y Política Mundial, de la Academia China de Ciencias Sociales.
En el plano político, Beijing sí puede contar con crédito de Washington por utilizar su influencia frente al gobierno de Corea del Norte para reanudar las conversaciones multilaterales sobre el programa nuclear de ese país y por sus esfuerzos en la búsqueda de miembros de la organización terrorista Al Qaeda a través de sus socios en Asia central.