SWAZILANDIA: Ricos viejos dulces, pobres muchachas con sida

”Los que no me conocen me ven joven, con un vestido elegante, en un lindo automóvil y piensan: '¡Qué suertuda! Tiene un amante rico…'”, dice Angela Shabalala mientras conduce su BMW azul por la carretera rumbo la capital de Swazilandia.

Es que esta mujer de 27 años compró su BMW, su ropa, sus perfumes y sus joyas y pagó bien caro su corte de pelo con su salario como empleada de alto nivel en un banco.

¿Pero quién le daría a Shabalala el beneficio de la duda en este país, donde los ”amantes ricos” a los que se refiere —conocidos como ”sugar daddies” (”papitos de azúcar”)—pueden hasta considerarse una tradición?

Todos están acostumbrados a ver hombres mayores y ricos que obsequian regalos caros a amantes jóvenes. Muchos lo consideran un modo de prostitución, pero las miradas que les dirigen son, también, de envidia.

”Los 'sugar daddies' siempre han estado aquí, desde que tengo memoria. Pero la situación empeora porque las jóvenes quieren una buena vida y no siempre pueden costeársela”, dijo Nonhlanhla Dlamini, directora del no gubernamental Grupo de Acción contra el Abuso.

Esta institución brinda asesoramiento y asistencia médica y legal a víctimas de abuso sexual, frecuente en este país donde dos tercios de los habitantes viven con menos de un dólar por día.

”Cuando era niña, los de mi edad no competíamos por cosas materiales como los de ahora. Pero si una niña compite hoy con otra de una familia más rica, lo único que le permitirá obtener dinero es tener relaciones sexuales con un sugar daddy”, explicó.

El término sugar daddy tiene cierto ribete humorístico, pero nada de cómico tiene la explotación sexual de niñas y muchachas jóvenes a manos de hombres mayores en la era del sida.

Swazilandia es el país del mundo con mayor proporción de portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), que afecta a 38,8 por ciento de los adultos, según el Programa Conjunto de las Naciones Unidas para el VIH/Sida (Onusida).

En esta nación, la esperanza de vida se ha reducido a 40 años a causa de la epidemia. Se prevé que en poco tiempo caiga a 35. Onusida calcula que uno de cada 10 hogares están encabezados por niños y niñas, a causa de la muerte de los padres y la falta de familiares adultos que puedan hacerse cargo.

”Los muchachos me dicen que sus novias los dejan por algún sugar daddy, pero que regresan a ellos porque no quieren que se conozca ese vínculo”, dijo la enfermera Thuli Khumalo, consejera de jóvenes que se someten a análisis de VIH.

”Las muchachas me dicen que, en realidad, no se sienten atraídas por los hombres mayores, pero que les impresiona su riqueza y su poder. De todos modos, quieren ser vistas por sus pares con muchachos de su misma edad”, agregó.

El problema es que, cuando regresan con sus novios, traen con ellas el virus del sida. Y es frecuente que el sugar daddy contagie así a dos personas: a su joven amante y al novio de ella, según Khumalo.

Pero los sugar daddies no ven nada de malo en su conducta.

”Trato bien a mi chica. Le doy cosas. Me ama por eso”, dijo a IPS Phinda, un hombre de mediana edad que es dueño de un autobús.

Según Phinda, hay una diferencia entre que una muchacha tenga relaciones con un joven de su edad o con un hombre como él. ”Cuando está conmigo, no tiene hambre, como sí lo tendría con algún muchacho sin un centavo”, acotó.

Este sugar daddy admite no usar preservativo en sus relaciones sexuales, porque no le gusta. Y no le ha contado nada sobre su amorío a su esposa. No ve la necesidad: ”Las swazi entienden que un hombre tiene más de una mujer.”

Charles, empresario de Manzini, un área residencial, piensa parecido. ”Le alquilo un apartamento a mi otra mujer, en la ciudad. Cuando estoy con ella, estoy con ella. Cuando estoy con mi esposa, estoy con mi esposa”, resume.

Algunos consideran que los sugar daddies representan una perversión de la tradición swazi de la poligamia. Otros acusan a los padres por no asegurarse de que sus niñas tengan una postura menos materialista ante la vida.

”La gente se pregunta dónde están las madres. ¿Por qué no se le enseñan valores adecuados a estas niñas? Bueno, las madres están. Pero las niñas son influenciadas, seducidas, y seguirán así mientras su pobreza choque con el deseo de gozar rápido y fácil de una buena vida”, dijo Dlamini.

”Las jóvenes quieren obtener las cosas fácil, o que se las den. Lo que deben aprender es que pueden adquirir sus propias cosas, y que si lo hacen por sí mismas las tendrán para siempre. Si rompiste con un hombre, él puede quedarse con lo tuyo, pero cuando las ganaste por tí misma, no”, explicó..

Dlamini cree que las swazi que lograron el éxito por su propio esfuerzo deberían ser tener más prominencia.

”Necesitamos modelos, mujeres que digan: 'Hice esto por mis propios medios.' La gente cree que las mujeres logran las cosas gracias a los hombres: cuando ves una joven conduciendo un automóvil, piensan: 'Lo consiguió por un hombre'”, sostuvo.

Swazilandia necesita más mujeres como la bancaria Angela Shabalala.

”Mi familia y mis amigos saben que gané lo que tengo trabajando duro. No tengo miedo de vivir bien, para demostrar así que otras jóvenes pueden lograr la satisfacción por sí mismas. No necesitas un viejo lascivo y rico para obtener lo que quieres”, se ufanó. (

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