IRAQ: ¿Democracia o desintegración?

Tras la presentación formal de un proyecto de Constitución en Iraq, las opiniones en Bagdad y en Washington están divididas sobre si la nueva carta magna fortalecerá la débil democracia iraquí o conducirá a la desintegración de ese país del Golfo.

Mientras Washington expresa optimismo sobre el proyecto que los iraquíes deberán votar el 15 de octubre, algunos analistas advierten que sus cláusulas sobre autonomía regional acelerarán una guerra civil que podría extenderse a países vecinos.

"No creo en estas divisiones (constitucionales) entre musulmanes chiitas y sunitas, musulmanes y cristianos, árabes y kurdos", declaró el lunes el secretario general de la Liga Árabe, Amr Moussa, a la cadena británica de noticias BBC.

"Creo que es una verdadera receta para el caos y quizá una catástrofe en Iraq y sus alrededores", manifestó.

El nuevo proyecto constitucional fue entregado a la Asamblea Nacional de Iraq el domingo 28, pero no fue sometido a votación, como establece la Ley de Administración Interina.
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La mayoría parlamentaria conformada por chiitas y kurdos respaldó el borrador, aunque la minoría sunita árabe la rechazó. El proyecto intenta reflejar las realidades étnicas y religiosas del país, a la vez que otorga vastos poderes a los kurdos y chiitas.

Asimismo, consagra al Islam como religión oficial y fuente principal de legislación, aunque reconoce la libertad religiosa.

Algunos arguyen que el lugar especial del Islam y la ley islámica en la Constitución podría empeorar la situación de las minorías religiosas, en especial los cristianos, y de las mujeres, pese a la promesa del presidente estadounidense, George W. Bush, de que los derechos de las mujeres y las minorías serían prioridades para Washington en Iraq.

"Las minorías religiosas y las mujeres sufrirán con la propuesta arquitectura constitucional de Iraq", advirtió Nina Shea, directora del Centro para la Libertad Religiosa de la organización Freedom House y vicepresidenta de la cuasigubernamental Comisión Estadounidense sobre la Libertad Religiosa Internacional, en un artículo publicado por la derechista National Review Online.

"Tememos que esta y otras disposiciones conduzcan a la imposición de un régimen de derechos grupales que atentaría contra los derechos y garantías individuales: una receta para un conflicto civil mayor, basado en estrechas identidades políticas", escribieron Shea y Tom Cullinan.

El destino del nuevo proyecto constitucional, demorado dos semanas en un esfuerzo por lograr la aceptación de los representantes sunitas, permanece incierto.

Según la ley vigente, la Constitución será rechazada de manera automática si dos tercios de los votantes en tres de las 18 provincias de Iraq votan en contra en el referendo del 15 de octubre.

Esta disposición fue concebida por funcionarios de Estados Unidos para garantizar a los kurdos, que tienen grandes mayorías en tres provincias del norte, la capacidad de vetar cualquier proyecto que no les otorgue suficiente autonomía.

Tal como está redactado, el borrador garantiza la autonomía de los kurdos y, más significativamente, establece las bases para ofrecer autonomía a hasta nueve provincias del sur, dominado por la mayoría musulmana chiita.

Pero el acuerdo es rechazado por la minoría sunita, partidaria de un gobierno central fuerte, entre otras razones porque el centro del país, donde está concentrada, tiene pocos recursos naturales en comparación con el norte y el sur, donde proliferan las industrias del gas y el petróleo.

La mayoría de los iraquíes son chiitas (60 por ciento) y habitan el sur, mientras en el centro predominan los sunitas (20 por ciento), el grupo islámico dominante en el depuesto régimen de Saddam Hussein (1979-2003).

Los kurdos, con idioma propio, constituyen otro 20 por ciento de la población, de casi 25 millones, y están concentrados en el norte.

Los sunitas constituyen abrumadoras mayorías en dos provincias occidentales y una pequeña mayoría en una tercera provincia, y eso les permitiría rechazar el proyecto constitucional en el referendo de octubre.

Además, el influyente clérigo chiita Moqtada Sadr, cuyas milicias Mehdi se enfrentaron recientemente con paramilitares chiitas rivales, también se opone al proyecto.

Sadr consideró que la propuesta constitucional es parte de "un complot iraní" para asegurarse el control en el sur del país mediante el mayor partido político de la región, el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, y su milicia entrenada en Irán, la Organización Badr.

La popularidad del clérigo en el barrio chiita Ciudad Sadr, de Bagdad, combinada con la gran población sunita de la capital, podría lograr una mayoría por el "no" en la provincia de Bagdad.

Algunos analistas de dentro y fuera del gobierno sostienen que el rechazo del borrador podría ser una bendición, porque alentaría a más sunitas a participar en el proceso político.

Desde las elecciones del pasado 30 de enero, la participación política de los sunitas ha sido una prioridad para el gobierno de Bush que, guiado por sus comandantes militares, está llegando a la convicción de que la guerra en Iraq no tiene una solución militar.

Si la propuesta de Constitución es rechazada en el referendo, "los sunitas habrán demostrado que tienen verdadero poder y serán reincorporados", afirmó Fareed Zakaria, director de la revista Newsweek International, en declaraciones el domingo al programa "This Week", del canal televisivo ABC News. "Esa es la mejor hipótesis", dijo.

"La peor hipótesis es que (los sunitas) no puedan rechazarla… En ese caso mantendrán toda su enajenación, toda su aversión, y tratarán de derrotarla no por medios pacíficos, sino como están actuando ahora, violentamente y por la guerra civil", sostuvo Zakaria.

Los sunitas constituyen el grueso de la resistencia armada a la ocupación estadounidense de Iraq.

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