Las violentas protestas en Yemen por el aumento del combustible, en las que las que murieron al menos 13 personas, responden a la indignación popular ante políticas promovidas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) en los países pobres.
Por lo menos 13 yemeníes murieron y decenas resultaron heridos desde el martes, cuando el gobierno levantó los subsidios a la producción petrolera para cumplir con las reformas estructurales requeridas por los organismos multilaterales de crédito y así recibir nuevos préstamos.
La medida causará un aumento de 100 por ciento en el precio de la gasolina, de 200 por ciento en el del combustible para motores diesel y 50 por ciento en el del gas.
Las autoridades yemeníes tomaron esta decisión luego de una fuerte y sostenida presión del Banco Mundial y del FMI para que se cortaran los subsidios y se introdujeran impuestos con el fin de recortar el gasto público.
No todos en este pequeño país del sudoeste de la península Arábiga saben que los países ricos invierten unos 300.000 millones de dólares al año para subsidiar su producción agrícola.
Mientras las naciones ricas mantienen tales subvenciones, países como Yemen ceden ante la fuerte presión de los organismos internacionales en sentido contrario.
El aumento del combustible afectará sobre todo a los más pobres. Se espera un incremento drástico en el costo del transporte público.
Las protestas se registraron en Sana'a y otras ciudades como Taiz, Dhamar, Mahweet, Al-Jawf, Marib, Dalee y Ibb.
El gobierno debe renunciar, Maldición sobre el gobierno y No más opresión y pobreza eran algunas de las frases entonadas en las calles de la capital por los manifestantes.
Una multitud se congregó en torno al palacio presidencial en Sana'a y luego marchó por las principales avenidas, atacando las sedes de instituciones del gobierno y privadas. Varias oficinas permanecieron cerradas el miércoles.
Los manifestantes apedrearon a la policía cuando los agentes intentaron lanzar gases lacrimógenos. Las piedras también llegaron a la oficina del vicepresidente Abdu Rabu Mansour y el recinto del consejo de ministros.
Las oficinas del gobernante Congreso General del Pueblo en diferentes ciudades fueron saqueadas y destruidas.
Una sucursal del Banco Al Rafidain fue incendiado en Sana'a, donde los manifestantes también procuraron prender fuego el edificio del Banco Central Yemení. El miércoles, una gran nube de humo cubría parte de la capital.
Manifestantes bloquearon el ingreso de 11 camiones cisterna de petróleo y gas a la localidad de Marib, 129 kilómetros al norte de Sana'a. Los propietarios de todas las gasolineras del país dispusieron el cese de actividades.
A comienzos de año, el gobierno había considerado necesario anular los subsidios petroleros para seguir con la reforma del Estado y reducir el déficit presupuestal. También señaló que el aumento de precios era una exigencia mundial.
El parlamentario Hamid Al Ahmar, del partido islámico Islah, señaló que la decisión gubernamental no fue racional.
El primer ministro Abdul Qader Ba Jamaal dijo en un mensaje televisado que la población fue demasiado impaciente al protestar sin entender plenamente los pasos que estaba dando el gobierno.
Si las personas hubieran esperado una o dos semanas, habrían visto el lado positivo de esta decisión, señaló. Hubo elementos corruptos que estimularon a las personas a realizar esas manifestaciones destructivas.
Los partidos de oposición condenaron las protestas, pero responsabilizaron al oficialismo.
El gobierno ignoró los llamados a realizar un estudio más completo de la estrategia de reformas económicas. Está cerrando sus ojos ante el hecho de que 11 millones de yemeníes viven por debajo de la línea de la pobreza, señalaron en un comunicado conjunto.
Yemen tiene una población de 21,5 millones de habitantes, y un ingreso por habitante de 510 dólares anuales. El de Estados Unidos es de 40.100 dólares al año.
En el índice de desarrollo humano elaborado en 2004 por la Organización de las Naciones Unidas, Yemen se ubicó en el puesto 149 entre 177 países..
La promesa del gobierno de que mantendría los precios bajos fue una gran mentira. Había dicho que un levantamiento de los subsidios vendría acompañado de un nuevo acuerdo sobre salarios, pero eso no ocurrió, dijo a IPS el economista Saif Al Assali.
Por su parte, el parlamentario Alí Al Sarari, del Partido Socialista Yemení, sostuvo que el gobierno estaba engañando a su pueblo.
Decir que el incremento de los precios es una demanda mundial es ilógico. Nuestra condición mejorará si el gobierno lucha honestamente contra la corrupción y explota de forma adecuada los recursos naturales, dijo a IPS.
El caos estalló justo dos días después de que el presidente Alí Abdulá Saleh anunciara que no se postularía a la reelección para los comicios del año próximo. El mandatario ha gobernado este país desde hace 27 años..
Analistas y activistas sostienen que las políticas dictadas por el Banco Mundial y el FMI en Yemen sólo han beneficiado a las empresas occidentales y a las elites locales.
El Banco Mundial ha estado muy activo en Yemen, uno de los países más pobres de Medio Oriente. Aumentar los combustibles fue, supuestamente, la manera fácil escogida por el gobierno para obtener ingresos, sostuvo Sameer Dosssani, de la Red 50 Años es Suficiente, organización con sede en Washington crítica de los organismos internacionales de crédito.
(*) Con aporte de Emad Mekay, desde Washington.