Opositores consideraron este jueves desproporcionada la respuesta del gobierno de Cuba a un par de manifestaciones de disidentes que intentaron recordar el hundimiento 11 años atrás de una embarcación con emigrantes no autorizados.
Fue una exhibición de musculatura por parte del gobierno, dijo a IPS el activista Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, sin reconocimiento legal en el país, al referirse a los sucesos del miércoles en dos lugares del centro de la capital.
Según el activista, algunas decenas de manifestantes fueron apabullados por las Brigadas de Respuesta Rápida, integradas por civiles afines al gobierno de Fidel Castro, que suelen intervenir en lugar de la policía para impedir cualquier conato contrarrevolucionario.
Los disidentes lanzaron flores al mar en memoria de unas 40 personas que murieron el 13 de julio de 1994 al hundirse el viejo remolcador 13 de Marzo, en el que intentaban viajar a Estados Unidos sin permiso de lautoridades migratorias cubanas. La embarcación, que había sido robada del puerto y llevaba más de 60 personas a bordo, naufragó tras ser embestida por una de las naves que salieron en su persecución.
Según las autoridades, la colisión fue accidental, pero grupos opositores insistieron en que fue intencional. Unidades navales guardafronteras llegaron al lugar después del hundimiento y colaboraron en el rescate de los sobrevivientes.
De acuerdo con la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, perecieron ahogadas 40 personas, incluyendo mujeres y niños..
El miércoles, los opositores lanzaron algunas consignas contra el gobierno, pero pronto fueron disueltos violentamente por centenares de brigadistas y vecinos del lugar. Varios manifestantes resultaron heridos y unos 10 fueron arrestados por la policía.
Como es habitual, la prensa estatal cubana ignoró estos hechos, mientras algunas agencias internacionales de noticias fueron avisadas por los manifestantes sobre horarios y lugares de reunión.
En años anteriores, opositores y familiares de las víctimas del hundimiento han manifestado para recordar el hecho, pero sin incidentes.
Sánchez sostuvo que en las últimas semanas han aparecido muestras de descontento popular en todo el país, preferentemente por las noches y durante los cortes del servicio eléctrico. Se trata de manifestaciones aisladas, inconexas y espontáneas, en protesta por las penurias (económicas), más que con fines políticos, dijo a IPS.
El activista enumeró la colocación de carteles con leyendas contra el régimen en sitios públicos, la rotura de vidrieras de establecimientos comerciales del Estado, o piedras arrojadas contra auto-patrullas policiales y ómnibus del servicio colectivo.
Hay cierta inquietud social y política agudizada por el impacto del huracán Dennis de la semana pasada, comentó Sánchez, quien estimó que la evacuación de más de un millón de personas desbordó la capacidad del gobierno para garantizar su atención.
Dennis afectó a casi todo el país, y sorprendió a sus 11,2 millones de habitantes, agobiados por los prolongados cortes de energía eléctrica que arreciaron a partir de mayo y junio, por labores de mantenimiento de las centrales termoeléctricas y continuas averías en los equipos.
Desde los peores momentos vividos en la pasada década, cuando los cortes de luz podían extenderse por más de 12 horas, el gobierno de Fidel Castro ha evitado la mezcla explosiva de las altas temperaturas de julio y agosto (durante el verano boreal), con las interrupciones en el servicio de electricidad.
Los irritantes apagones se añaden a las dificultades en el transporte, otro de los grandes problemas sin solución a la vista, y al encarecimiento del costo de la vida, pese a recientes alzas de los salarios.
1994 fue uno de los años más tensos de la crisis económica que sufrió Cuba tras la desaparición del bloque socialista y la disolución de la Unión Soviética en 1991, de la cual dependía en buena medida la economía cubana.
Menos de un mes después del naufragio del 13 de Marzo, el Malecón de La Habana fue escenario de los disturbios del 5 de agosto.
Ese día, cientos de personas comenzaron desde temprano a converger en esa avenida que bordea la costa norte de la capital, convocadas por emisoras anticastristas radicadas en Estados Unidos, según las cuales se preparaba en Miami una flotilla de yates particulares que buscaría a quien quisiera irse de Cuba.
Radio Martí, emisora financiada por Washington, desmintió la noticia al finalizar la mañana, pero ya cientos de personas esperaban en la zona la llegada de los yates prometidos. Según testigos, en ese escenario comenzaron las primeras protestas contra el gobierno, que incluyeron pedreas a establecimientos comerciales.
Simpatizantes del gobierno, sobre todo obreros de la construcción del contingente Blas Roca, interceptaron a los manifestantes, y se desató una trifulca callejera con varios heridos y sin intervención policial. Sólo a las 13 horas, la policía intervino.
Pero los manifestantes no se retiraron del todo, retomaron fuerza y protagonizaron nuevos choques, esta vez con fuerzas policiales.
A media tarde, Castro llegó al lugar y recorrió a pie buena parte del escenario, provocando la estampida de los últimos opositores y el enardecimiento de sus partidarios, que se habían movilizado desde diferentes puntos de la ciudad. Cerca de 300 personas fueron detenidas en esa ocasión.
Esa misma noche, Castro culpó por televisión al gobierno estadounidense y le reclamó que suspendiera la instigación a la emigración ilegal, amenazando con eliminar los obstáculos a una salida masiva de cubanos, no deseada por La Habana ni por Washington.