SALUD: Tratar a los pobres con pobreza

Expertos y activistas del área médica se quejan de la falta de recursos financieros para desarrollar medicamentos dirigidos a tratar las enfermedades predominantes en el mundo pobre.

Una muestra de esta carencia es la investigación para mejorar la producción de los antirretrovirales que retrasan el desarrollo del sida en los portadores del virus de inmunodeficiencia humana, dijo Tido von Schön-Angerer, de la organización humanitaria internacional Médicos sin Fronteras (MSF).

Por lo general, la ingesta de antirretrovirales implica un cóctel de varios agentes activos producidos por diversas compañías. La combinación de ellos en una sola píldora y su producción como genérica simplificó el tratamiento y recortó su costo.

Pero tal modalidad de terapia antirretroviral aún no está disponible para todos aquellos que la necesitan.

”Vemos un lento avance en el acceso al tratamiento”, mientras la falta de universalidad en su acceso significa que el sida aún es ”una sentencia de muerte en el mundo en desarrollo”, dijo el director del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (Onusida), Peter Piot.

El medicamento Tenofovir, producido por la farmacéutica estadounidense Gilead, es un ejemplo de tales dificultades, según Schön-Angerer.

El medicamento se ofrece a través de un ”programa de expansión del acceso” por el cual Gilead se abstiene de obtener ganancias en 95 países, dijo a IPS un portavoz de la compañía.

El esquema fue organizado por la rama estadounidense de Gilead, aunque ”siguiendo las regulaciones específicas de cada país”, dijo el portavoz.

Pero a pesar de su bajo costo, resulta imposible obtener el medicamento en la mayoría de esos países porque Gilead no lo ha registrado en todos ellos, según Schön-Angerer.

Según el último informe de la ONU sobre VIH/sida, sólo una de cada 10 personas que necesitan el tratamiento antirretroviral lo reciben.

En un plazo de entre dos y tres años, las mutaciones del VIH puede tornar al virus resistente a ciertos medicamentos, por lo que el paciente debe cambiarlos entonces. En los países industrializados, las combinaciones son variadas, lo que facilita ese cambio de medicación.

Es necesario combinar los agentes activos en los medicamentos de segunda instancia en una sola píldora, ”pero no vemos esfuerzos en la industria”, dijo Schön-Angerer.

El tratamiento de segunda instancia tiene para el paciente un costo de unos 2.000 dólares anuales. ”Por el momento, sólo está disponible la primera instancia”, sostuvo el activista. La terapia de segunda instancia eleva la esperanza de vida entre cinco y seis años, agregó.

Pero el Sur en desarrollo no es un mercado interesante para la industria farmacéutica, lamentó Schön-Angerer. ”Las compañías no logran las ganancias que solían obtener antes”, sostuvo, a pesar de que se trata de uno de los sectores más lucrativos de la economía mundial.

Christian Wagner, de la organización no gubernamental BUKOpharma, dijo a IPS que 90 por ciento de todas las actividades de investigación y desarrollo del sector farmacéutico se refieren a productos de gran consumo en el Norte industrial, como medicinas contra la alergia, el cáncer y el colesterol.

”En los últimos 25 años se desarrollaron unos 1.400 agentes activos nuevos, pero apenas 13 se referían a enfermedades tropicales a las que está expuesta la mayoría de la población mundial”, sostuvo Wagner.

Estados Unidos representa 41 por ciento del mercado farmacéutico mundial, Europa, 25 por ciento, y Japón, 11 por ciento. África y Asia juntos suman 16 por ciento de la venta de medicamentos, y América Latina, apenas siete por ciento.

Cuando el medicamento contra la impotencia Viagra ingresó en el mercado, otras firmas desarrollaron productos similares en apenas tres años, dijo Wagner. ”Si hubiera un rigor similar en materia de enfermedades tropicales, veríamos avances a grandes pasos”, agregó.

Desarrollar un nuevo medicamento puede costar hasta 500 millones de dólares, según afirman las propias compañías. Eso les permite venderlos a precios elevados. Pero, según Wagner, los costos de desarrollo son mucho menores de lo que aseguran las empresas.

Además, buena parte de los fondos proceden del fisco, pues buena parte de las investigaciones y estudios clínicos son realizados en universidades públicas, según el activista.

”Si la investigación es financiada públicamente, debería ser públicamente accesible”, concluyó Wagner. (

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