La historia de Mariam, una somalí que realizó abortos a compatriotas suyas en Kenia, deja en evidencia la penosa situación de la salud reproductiva en los campamentos de refugiados.
No quería hacerlo, pero las mujeres acudían a mí llorando. Algunas tenían diez o más hijos. Una, incluso, amenazó con ahorcarse en mi choza si continuaba negándome, dijo a IPS Mariam, que vivió entre 1992 y 1998 en el campamento de Dadaab, en el norte de Kenia.
La mujer realizó más de 20 abortos, en general sin recibir paga alguna.
Usaba herramientas de madera, varas de hierro e incluso perchas. A veces se trataba de embarazos de cuatro meses. No era fácil, pero por suerte ninguna de las mujeres murió, dijo Mariam, quien en 1999 se radicó en Nairobi, donde hoy trabaja como vendedora callejera.
En el campamento de Dadaab viven 140.000 refugiados, de los cuales 69.000 son mujeres, informó el mes pasado el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
La asistencia humanitaria en éste y en otros campamentos se ha concentrado en el suministro de alimentos, agua, refugio y saneamiento. La necesidad de brindar anticonceptivos a las mujeres queda, con frecuencia, fuera de foco.
Y eso a pesar de que las mujeres son más vulnerables que los hombres al abuso sexual y a las enfermedades sexuales, en especial en un contexto de campamento de refugiados. Además, son las que deberán cargar con un embarazo no deseado.
La coordinadora de la organización regional de derechos femeninos AfricaWoman Communications, Florence Machio, dijo que las refugiadas deben contar con un equipo anticonceptivo completo.
Las embarazadas pueden tener poco o ningún acceso a atención prenatal y en el parto. Esto, sin duda, convierte la gestación en una amenaza de muerte, consideró Machio.
La existencia de más de 4,2 millones de refugiados en África, según las últimas estimaciones del ACNUR, sugiere que cubrir las necesidades de las refugiadas será esencial para que el continente cumpla con el quinto Objetivo de Desarrollo de las Naciones Unidas para el Milenio: reducir tres cuartos la mortalidad materna para 2015.
Las ocho metas de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) fueron establecidas en 2000 como una guía para alentar el desarrollo de los países pobres y acabar con el hambre.
El sudanés Abraham Wol, quien a sus 20 años vivió durante siete en el campamento de refugiados keniata de Kakuma, advirtió que la campaña para mejorar el uso de anticonceptivos en los campamentos deberá incluir a los hombres.
Las mujeres son 37.000 de los 90.000 residentes en Kakuma. Cuando me fui de allí, nos daban unos cinco condones cada uno o dos meses, y, por cierto, no eran suficientes, recordó Wol, quien hoy trabaja para la agencia oficial para el desarrollo internacional de Alemania, GTZ.
La distribución de preservativos debe ser acompañada de iniciativas educativas, dijo a IPS en las oficinas de GTZ en Nairobi. A los hombres les dan condones pero no los usan. Los tiran. Debe decírseles por qué debe usarlos y cómo, observó.
Cuando los modernos métodos anticonceptivos chocan con la tradición, este mensaje deberá repetirse una y otra vez hasta que se arraigue.
Cuando se le informa a los refugiados de las ventajas de la planificación familiar, muchos de ellos se resisten. Dirán que huyeron de la guerra dejando hijos perdidos detrás suyo, y que deben sustituirlos, dijo el médico coordinador de GTZ en Dadaab, Burton Wagacha.
Para esos refugiados, la cantidad de niños realmente importa, consideró Wagacha.
Firdoso Salam Adén, refugiada somalí en Dadaab desde 1998, tiene 21 años y cuatro hijos. Ni yo ni mi esposo creemos en los métodos de planificación familiar. Él ya no usa condones. No nos lo cuestionamos y tendremos más, dijo Salam Adén a IPS.
Más allá de las conflictivas ideas sobre planificación familiar sobrevuela el espectro del sida.
Wagacha dijo a IPS que en Dadaab la proporción de portadores de virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida, aumentó de entre 0,5 y 0,7 por ciento en 2002 a entre 0,8 y 1,1 por ciento este año.
Como están descubriendo los refugiados, la decisión de usar o no condón se refiere más a impedir una muerte prematura que a prevenir un embarazo no deseado. (