Autoridades electorales de Irán dispusieron un recuento parcial de votos este lunes debido a acusaciones de fraude de candidatos reformistas contra el radical que los derrotó el viernes, en la primera ronda de elecciones presidenciales.
En la primera vuelta, el ex presidente centroderechista Akbar Hashemi Rafsanjani obtuvo 21,1 por ciento de los sufragios, y el ultraconservador alcalde de Teherán Hahmoud Ahmadinedjad, 19,2 por ciento.
Ambos deberán desempatar el próximo viernes, dado que ninguno de los siete candidatos logró la mayoría absoluta. Será el primer balotaje desde la Revolución Islámica de 1979.
En los sondeos previos al pasado viernes, el pragmático Rafsanjani era el favorito, y lo sigue siendo para la segunda vuelta.
El segundo lugar obtenido por el alcalde de la capital causó tal sorpresa que muchos cuestionaron la validez del escrutinio, entre ellos el religioso moderado Mehdi Karrubi, quien salió tercero con 17,4 por ciento de los sufragios y acusó directamente de fraude a los ultraconservadores que apoyan a Ahmadinejad.
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Esa y otras denuncias llevaron al órgano supervisor de las elecciones a ordenar este lunes un recuento parcial de votos en Teherán y tres de las ciudades más importantes del país, Qom, Ispahan y Machhad. En total, se revisarán 100 urnas al azar.
La derrota del candidato reformista Mostafa Moa'n, quien figuraba cerca de Rafsanjani en las encuestas, también fue un golpe inesperado para sus partidarios.
Esa Sahr Khiz, el periodista reformista que dirigió la campaña de Moa'n, emitió un comunicado en que atribuyó la derrota de su grupo a la conspiración de milicias y grupos vigilantes.
Los pasos del fascismo pueden oírse, advirtieron en declaraciones separadas Moa'n y Mahdi Karrubi, un segundo candidato reformista.
Ahora, los reformistas intentan por todos los medios reunir al menos 12 millones de votos para Rafsanjani, de 70 años, quien pretende recuperar el cargo que ocupó entre 1989 y 1997 presentándose como un liberal, promoviendo un nuevo capítulo en las relaciones con Estados Unidos y prometiendo más libertades políticas y sociales.
Del mismo modo, los candidatos de línea dura derrotados instan a sus seguidores a votar por Ahmadinedjad, de 49 años, que basó su campaña en los ideales de la Revolución Islámica y en la necesidad de aliviar la pobreza. Si triunfara, se convertiría en el primer presidente iraní no clérigo desde 1979.
La base de apoyo de Ahmadinedjad está constituida por una red nacional de mezquitas, grupos vigilantes y milicias voluntarias Basij.
Muchos partidarios de Karrubi se lanzaron a las calles el sábado por la noche, cerca de la embajada de Estados Unidos, para protestar por lo que llamaron la participación directa de milicias basij y vigilantes en la manipulación de votos.
En una carta abierta al líder supremo iraní, ayatolá Alí Janenei, Karrubi renunció a su cargo en el Consejo Estatal en protesta por la supuesta compra de votos de parte de la guardia revolucionaria y de Basij.
Rafsanjani apoyó las protestas de Karrubi, advirtió que está surgiendo una lectura extremista del Islam en la política iraní y pidió a los iraníes que en la segunda vuelta derroten al extremismo que según él representa Ahmadinejad.
Busco su ayuda y les pido que estén presentes en la segunda ronda de las elecciones para que podamos evitar todo tipo de extremismo, dijo Rafsanjani en una declaración publicada en varios periódicos.
El candidato y sus seguidores advierten que, en caso de que triunfe Ahmadinedjad, se segregarán los parques públicos para hombres y mujeres y se enterrarán en lugares públicos los restos de los soldados que pelearon en la guerra contra Iraq en los años 80.
Algunos observadores creen que esa estrategia tendrá éxito y volcará los votos de la clase media hacia Rafsanjani.
Honestamente, tampoco me gusta Rafsanjani, pero votaré por él para evitar que Ahmadinedjad llegue a la presidencia. Estoy segura de que el alcalde nos obligaría a vestirnos de negro de la cabeza a los pies, declaró Ziba Shirzad, una ingeniera electrónica de 24 años que boicoteó la primera ronda electoral.
El resultado del viernes también fue un golpe para los activistas que exhortaban a los iraníes a no votar, en la esperanza de que una abstención masiva acelerara el colapso del sistema político creado tras la Revolución Islámica de 1979.
Según el Ministerio del Interior, cerca de 63 por ciento de los votantes habilitados concurrieron a votar.
Para mi sorpresa, la mayoría de los votantes habilitados sufragaron. No hay esperanza de cambio democrático en nuestro país, lamentó Zozan M., de 24 años, una asistente dental residente en el norte de Teherán.