Una pequeña bola de hierba seca. A primera vista no parece nada interesante, pero esconde un potencial energético que, según expertos, puede ayudar a reducir la pobreza, mitigar el recalentamiento planetario y cambiar la vida en las poblaciones rurales y las grandes ciudades del Sur en desarrollo.
Las bolas de hierba seca constituyen una de las tantas formas de bioenergía desarrolladas por científicos en los últimos años, como el biogas, el bioetanol y el biodiesel, obtenidos en base a cultivos de caña de azúcar, remolacha y maíz o extraídos del carbón vegetal, estiércol de ganado o desechos agrícolas.
Ahora mismo, con el petróleo a (unos) 50 dólares por barril (de 159 litros), la bioenergía puede fácilmente competir con el crudo como recurso energético, afirmó el director ejecutivo del grupo de investigación y asesoría canadiense Producción Agrícola con Recursos Eficientes (REAP-Canada), Roger Samson.
La más grande nueva fuente de energía del mundo es un biocombustible hecho de pequeñas bolas compactas de césped, dijo el experto a IPS en vísperas del Día Mundial del Ambiente, que se celebra el 5 de este mes.
Las economías basadas en combustibles fósiles podrán hacer una transición a la bioenergía en las próximas décadas. Ese cambio beneficiará no sólo a la población pobre de las áreas rurales, sino a todo el planeta, debido a que los biocombustibles mitigan el cambio climático, señaló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en un informe.
La mayoría de los científicos coinciden en que el actual ciclo de recalentamiento planetario es causado por los llamados gases invernadero, derivados sobre todo de la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
Una hectárea de césped cultivado en tierras marginadas y áreas tropicales tiene el potencial de producir la energía equivalente a 100 barriles de petróleo por año, según una serie de estudios realizados en Brasil, señaló Samson,
La hierba es secada y convertida en pequeñas esferas sólidas que son usadas en estufas y hornos. El proceso es renovable, la energía eficiente y las emisiones de gases invernadero son inferiores a los de la combustión de madera, carbón o petróleo.
La FAO señaló que la bioenergía es una alternativa para las cerca de 2.000 millones de personas que aún viven sin electricidad u otras formas modernas de energía en áreas rurales del Sur en desarrollo. Les da la oportunidad de diversificar su actividad agrícola, mejorar su seguridad alimentaria y contribuir a un desarrollo sustentable.
Al parecer, el sistema de bolas de hierba seca ya es aplicado en algunas partes de China por los propios granjeros, que las elaboran con deshechos agrícolas y las usan para las cocinas de sus hogares.
Por otra parte, el naciente mercado de créditos de carbono también favorecerá a la bioenergía, según algunos expertos.
El Protocolo de Kyoto, que obliga a los países industrializados a reducir sus emisiones de gases invernadero, permite a compañías del Norte, a través de la adquisición de créditos de carbono, invertir en proyectos de reducción en países en desarrollo y contabilizarlos como propios para sus países de origen.
Esto podría beneficiar a proyectos de bioenergía en países del Sur.
Por otra parte, la búsqueda de nuevas formas de energía se hace más apremiante conforme se reducen los suministros de petróleo en el mundo.
Cerca de 35 por ciento de la energía usada en el planeta procede del petróleo. En 2004, el consumo del crudo llegó a los 82,4 millones de barriles diarios, 3,4 por ciento más que el año previo, impulsado en especial por la creciente demanda interna de China, según datos del independiente Instituto Worldwatch, con sede en Washington, dedicado a la investigación ambiental.
En 2004 se registró un aumento general del consumo de toda clase de productos, desde granos hasta carne, metal y petróleo, estimulado por las crecientes economías de Asia, y en particular la china.
Las decisiones de China tienen un peso trascendental en el futuro de la humanidad y del planeta, señaló el presidente de Worldwatch, Christopher Flavin.
Hay más consumidores con ingresos medios y altos (más de 7.000 dólares al año) en Asia Pacífico que en Europa occidental y América del Norte juntos, según un estudio del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (PNUD).
Todo esto contribuye a un futuro escenario donde más y más personas que satisfacen sus necesidades básicas a través de un gran consumo, aumentan la demanda a niveles similares a los de Europa y América del Norte, afirmó Wei Zhao, directora del proyecto Consumo Sustentable en Asia, del PNUD.