Un testigo calificado de la investigación sobre el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), cometido en 1994, prometió revelar todo lo que sabe de ese ataque terrorista y de las maniobras posteriores para encubrir a los culpables.
El abogado penalista Claudio Lifschitz, ex agente de inteligencia de la Policía Federal, fue designado en 1995 para trabajar como prosecretario del ahora suspendido juez federal Juan José Galeano en la investigación sobre el ataque a la AMIA, en el que murieron 85 personas y cientos fueron heridas. Nadie está detenido ni procesado por ese crimen.
Lifschitz trabajó con Galeano hasta 1997, cuando renunció. En 2000 denunció al juez como parte de una maniobra del gobierno de Carlos Menem (1989-1999) para llevar el caso a un callejón sin salida.
La investigación del crimen, ahora en manos del juez Rodolfo Canicoba Corral, señala a miembros de la milicia libanesa y proiraní Hizbolá (Partido de Dios en árabe), que cuenta además con apoyo de Siria, y a funcionarios diplomáticos de Irán, contra quienes penden pedidos de captura desde hace casi una década.
Desde el inicio, los investigadores estimaron la existencia de apoyo logístico local, que pudo provenir de cuerpos de seguridad argentinos, y hacia allí se orientó la pesquisa principal durante una década, hasta caer en un rotundo fracaso, debido a delitos e irregularidades en que incurrieron los instructores del proceso.
Según Lifschitz, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) había logrado infiltrar células iraníes dormidas en Argentina, meses antes del atentado. Así fue como supo de los planes terroristas y decidió habilitar una operación controlada, en la que incluso prestaba la logística para el ataque, para después abortarlo justo a tiempo.
Pero el asunto se les escapó de las manos, dijo Lifschitz a IPS.
Esta versión le llegó de un funcionario político de alto nivel del gobierno de Menem, cuya identidad y relato completo revelerá en breve ante la justicia.
El abogado Pablo Jacoby, que representa a familiares de víctimas de la AMIA reunidos en la agrupación Memoria Activa, dijo a IPS que la hipótesis de Lifschitz tiene posibilidades de ser cierta y recordó que hasta ahora, todo lo que el ex prosecretario aportó a la investigación resultó probado.
Es cierto que era agente de inteligencia de la policía, pero eso no lo desacredita. Al contrario, él no lo niega, sabemos que calificó para el puesto de prosecretario porque entendía sobre temas de inteligencia policial, apuntó el letrado.
El testimonio de Lifschitz fue una pieza clave en el juicio oral de un tribunal contra un grupo de ex policías de la provincia de Buenos Aires y el mecánico Carlos Telleldín, acusado de preparar el vehículo usado como coche bomba.
En 2004, el tribunal ordenó liberar a todos esos acusados e investigar a Galeano y a otros funcionarios por encubrimiento.
Los procesados por Galeano fueron sobreseídos en virtud de la irregularidad de los procedimientos, la más grave de las cuales fue el pago de 400.000 dólares a la familia de Telleldín a cambio de que éste implicara a los policías, señalándolos como las personas a las que entregó el coche bomba.
Durante el proceso oral, agentes de la SIDE admitieron haber aportado el dinero para conseguir la declaración amañada de Telleldín.
Memoria Activa fue la única organización que apoyó el fallo del tribunal liberando a Telleldín y a los policías, no porque creyera en su inocencia, sino por rechazar las maniobras de encubrimiento de Galeano, de funcionarios de Menem y de directivos de la comunidad judía organizada de Argentina.
Lifschitz había declarado que Galeano comenzó a nutrir la hipótesis de la participación policial tras una reunión con el entonces ministro del Interior, Carlos Corach. A partir de ese encuentro, todo aquello que tiraba abajo la declaración de Telleldín no era tenido en cuenta o era quitado del expediente, dijo el ex prosecretario.
Galeano desestimó indicios fuertes, como la llamada pista siria, rápidamente abortada en la investigación.
En 1994 fue detenido al empresario textil de origen sirio Jacinto Kanoore Edul, que aparecía en la libreta telefónica de Telleldín, y era sospechoso de haber equipado el coche bomba.
Edul fue liberado por falta de mérito tras una llamada al despacho de Galeano del hermano del entonces presidente Menem, Munir, también de origen sirio, para interesarse por la suerte del detenido.
Un año más tarde, Lifschitz encontró en la agenda personal incautada a Kanoore Edul nombre y teléfono de otro sospechoso.
Se trataba de Moshe Rabbani, agregado cultural de la embajada de Irán, sobre quien se libró un pedido de captura internacional por su presunta participación en el atentado.
La denuncia de Lifschitz contra Galeano dio origen a una segunda causa judicial. El juez federal Gustavo Bonadío recibió esa denuncia en 2000 y comenzó un proceso conocido como la investigación de la investigación, sobre el mal desempeño y diversos delitos del magistrado y otros funcionarios.
Ese proceso registró escasos avances. Tras severos y reiterados llamados de atención por la inmovilidad de la causa, Bonadío se decidió a citar a 37 ex funcionarios judiciales y políticos, que desfilarán por el tribunal hasta mediados de agosto.
Entre ellos figuran el juez acusado, los fiscales y varios ex ministros. Uno de los convocados es el propio Lifschitz, pero en calidad de imputado.
Es una locura que a mí me responsabilicen cuando fui yo el que inicié la investigación, dijo Lifschitz a IPS.
El ex agente se propone en primer lugar recusar al juez, por su conocida vinculación con el ex ministro Corach, uno de los sospechosos de participar de la maniobra de encubrimiento del atentado. La Oficina Anticorrupción y la Unidad de Investigación AMIA formada por el actual Ministerio de Justicia habían cuestionado a Bonadío por las mismas razones.
Hasta ahora solo dije 60 por ciento de lo que sé, porque como testigo tenía a todo el mundo en contra, pero ahora que fui citado como imputado voy a decir todo, y ya no a modo de hipótesis, sino con pruebas concretas de cómo fue el atentado y cómo fue que se encubrió después, afirmó.