PERÚ-CHILE: Más cortocircuitos sudamericanos

La vieja tensión diplomática entre Chile y Perú, renovada por dos incidentes, agrega más cortocircuitos al proyecto integracionista de la Comunidad Sudamericana de Naciones, presentado en diciembre en la ciudad peruana de Cuzco.

Lima resolvió el jueves suspender una reunión prevista entre los dos cancilleres y ministros de Defensa de ambas naciones y las conversaciones sobre un tratado de libre comercio bilateral.

El distanciamiento se originó en dos hechos que el gobierno peruano juzga inaceptables. El primero fue un vídeo sobre Lima, divulgado en los vuelos comerciales de la línea aérea Lan Perú (filial de la chilena Lan), en el que se mostraba una ciudad con basura, delincuencia y pobreza como parte del viaje de un reportero.

Fueron pasajeros peruanos los que llevaron el asunto a la prensa en la última semana de abril, pero pronto el gobierno lo elevó a incidente político, con protestas de legisladores y el anuncio del ministro de Comercio Exterior, Alfredo Ferrero, sobre una posible suspensión de las negociaciones para un acuerdo de libre comercio con Chile.

El clima se espesó cuando el canciller chileno Ignacio Walker opinó que las reacciones estaban creando ”una tormenta en un vaso de agua”, y su homólogo peruano, Manuel Rodríguez Cuadros, le replicó que su país no necesitaba consejos sobre cómo resolver sus problemas.

Cuando la temperatura parecía descender, la cancillería y el Ministerio de Defensa de Perú dieron a conocer un comunicado de 14 puntos confirmando la presunta venta de armas chilenas a Ecuador durante el conflicto armado que enfrentó a estas dos naciones en 1995.

De acuerdo con el documento, la operación consistió en entregas de ”municiones de 9 milímetros en un número indeterminado” transportadas en dos aviones de la Fuerza Aérea ecuatoriana que aterrizaron en territorio chileno mientras se desarrollaban las hostilidades.

En enero de 1995, Perú y Ecuador sostuvieron un enfrentamiento armado por la posesión de territorios en la zona amazónica fronteriza de Alto Cenepa. Junto a Estados Unidos, Brasil y Argentina, Chile era uno de los garantes del Protocolo de Río de Janeiro, un tratado de paz y límites que pretendió zanjar en 1942 ese contencioso entre Lima y Quito.

Argentina, también garante, había actuado de manera similar, cuando el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) despachó armamento a Ecuador en pleno conflicto. Ese caso y un contrabando de armas a Croacia aún son investigados por la justicia argentina.

Según Lima, otro de los garantes, Brasil, prestó su territorio como estación de paso para los aviones ecuatorianos procedentes de Chile.

La crisis entre Lima y Santiago se hizo sentir en el ámbito hemisférico. El lunes, Perú emitió un voto en blanco ante el único postulante a la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, elegido por 31 de los 34 miembros del foro.

No está claro por qué los últimos incidentes ”se habían salido de los cauces institucionales y habían empezado a ventilarse en la prensa”, dijo a IPS el embajador José Antonio García Belaunde, asesor de la Secretaría General de la Comunidad Andina de Naciones.

Es necesario ”mantener los espacios de diálogo”, opinó.

El escalamiento de la tensión tuvo especial repercusión en los medios de comunicación, con funcionarios y legisladores de ambos países efectuando constantes declaraciones públicas.

Simultáneamente a las declaraciones altisonantes, una comisión del Congreso legislativo de Perú investigaba al presidente Alejandro Toledo acusado de falsificación de firmas para inscribir a su sector político en las elecciones de 1995. El informe en mayoría de la Comisión halló esta semana elementos para procesar al mandatario.

Para el historiador peruano Nelson Manrique, la renovada tensión con Chile no es una cortina de humo tendida por Lima para ocultar problemas internos, aunque no está clara la estrategia del gobierno para resolver sus problemas con el vecino.

”Existe una desconfianza histórica en la gente y en los gobiernos de Chile y Perú, pero lo importante es saber adónde se quiere ir”, dijo Manrique a IPS.

En 1879, Chile, Perú y Bolivia se enfrentaron en la guerra del Pacífico. Bolivia salió pronto del conflicto, a costa de perder su salida al mar, mientras los otros se trenzaron en duras batallas hasta 1883, cuando se firmó el Tratado de Ancón, por el cual Perú aceptó la pérdida de parte de sus territorios sureños.

Parece cierto que los nuevos incidentes no ayudan al proyecto de la Comunidad Sudamericana de Naciones, comandado por Brasil y ya asediado por otras tensiones bilaterales y la inestabilidad de algunas democracias.

Brasil y Argentina protagonizaron en los últimos 10 días una sucesión de roces políticos por la molestia de Buenos Aires ante acciones de Brasilia en la región y en foros internacionales.

A fines de abril, el presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez fue destituido por el Congreso legislativo en una votación que no reunió los requisitos constitucionales y tras varias semanas de agitación política.

Otros dos vecinos, Colombia y Venezuela, que expresan opciones políticas opuestas, ahondan sus desconfianzas por la decisión del presidente venezolano Hugo Chávez de rearmar a sus Fuerzas Armadas.

Para ser efectivos, los procesos de integración deben basarse en el diálogo, en el respeto mutuo y en los proyectos estratégicos de largo plazo, opinó Manrique.

Belaunde estimó que dificultades como las de Chile y Perú son usuales cuando se emprenden proyectos de integración, pero al final debe haber un ”enfriamiento” de tensiones y un retorno al terreno del diálogo y la cooperación.

La integración continental tendrá que sortear varios baches y mirar al futuro más que al pasado, dijo el embajador.

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