En vísperas de exámenes, los estudiantes suelen quejarse del exceso de tareas. Pero en Camerún ocurre lo contrario.
Desde que comenzó el actual año académico en 2004, las huelgas de profesores han afectado la educación de millones de estudiantes de enseñanza segundaria, y es común ver pequeños grupos de adolescentes vagando por las calles en horario de clases.
No existen estadísticas sobre la cantidad de docentes que han paralizado sus actividades en protesta por sus condiciones laborales, pero se sabe que la mayoría de los huelguistas no cobran su salario desde hace tiempo, algunos desde hace dos años.
Otros hacen huelga porque sus salarios son muy bajos. En promedio, un profesor de secundaria gana 255 dólares al mes, mientras que otros funcionarios públicos con capacitación similar ganan más de 500 dólares.
Hace dos años se elaboró un nuevo convenio que abarcaba salarios, tareas y ética profesional, pero todavía no se ha aplicado.
A medida que se aproximan los exámenes de bachillerato, el 31 de mayo, crece la preocupación por el efecto de las huelgas sobre el desempeño estudiantil.
Este año fue muy duro. No cubrimos siquiera la mitad del programa en las materias básicas, y algunos profesores no comenzaron las clases hasta el segundo trimestre, dijo a IPS Laure Kamga, de 19 años, estudiante del último año de la escuela secundaria de Nkol-Eton, en Yaoundé, la capital.
Joyce Akongo, de 20 años, coincidió con su compañero Kamga. Los profesores que estaban allí al comenzar el año después aparecían cuando tenían ganas, dijo.
Ahora vuelvo a clases, pero esto ha sido tan complicado que, a medida que se acerca el examen, me pongo más nerviosa, declaró.
Las huelgas son sólo el último de una serie de problemas que afectan al sistema educativo de Camerún y se remontan a 1985, año de una gran crisis económica.
Un decenio después, se hizo evidente el caos del sistema y el gobierno decidió convocar una reunión de altos funcionarios de la enseñanza para pensar reformas.
Uno de los resultados fue el establecimiento de la educación primaria gratuita en 2000. El año pasado, 61 nuevas escuelas secundarias abrieron sus puertas.
Pero el panorama puertas adentro es menos prometedor que por fuera: según cifras oficiales, casi un tercio de los estudiantes de secundaria debieron repetir el año en 2004.
A nivel de bachillerato, el índice de fracasos fue de 70 por ciento, cinco por ciento menos que el año anterior. Actualmente hay cerca de 3,8 millones de estudiantes inscriptos en escuelas secundarias.
De hecho, el gobierno lanzó una nueva política, que apuntó a aliviar la presión sobre la infraestructura y los profesores en secundaria. Pero no se ocupó de las causas profundas de la alta tasa de fracaso en los exámenes, dijo a IPS Hyppolite Mouaffo, el padre de un estudiante.
Para algunos, estas causas profundas radican en la pobreza en que crecen la mayoría de los niños cameruneses, cuyos padres no pueden satisfacerles las necesidades educativas básicas.
La educación comienza por los libros, dijo Richard Mandessi, profesor y miembro del Sindicato Nacional Autónomo de Profesores de Secundaria.
Más de la mitad de los niños inscriptos no tienen acceso a libros, porque no existe una política estatal en esa materia. Los libros se distribuyen de manera injusta y son muy caros, afirmó.
Un funcionario de educación rechazó esa afirmación. El gobierno subsidia libros, que luego se venden a los estudiantes a precios competitivos. No podemos hacer más que eso, dijo a IPS.
Paul Zemdjio, secretario adjunto del Programa Integrado contra la Pobreza, una organización no gubernamental de Yaoundé, atribuyó los problemas de la educación nacional a la falta de fondos.
Los actuales problemas se deben al deterioro de las instalaciones escolares, pero también a la desesperanza de los jóvenes y a malas gestiones de gobierno, agregó.
Funcionarios de educación, por su parte, sostienen que las huelgas de profesores fueron la principal causa del alto fracaso escolar el año pasado.
Pauline Owona, profesora de francés de la escuela secundaria Nkolbisson, de Yaoundé, rechazó esa acusación.
Es fácil cargarle la culpa a los profesores. Con nuestros bajos salarios, ¿qué podemos hacer?, preguntó. (