El presidente argentino Néstor Kirchner suele decir que asumió su cargo en medio de una crisis tan profunda que lo obligó a gobernar segundo a segundo. Ahora que llega a la mitad de su mandato con la economía en franca recuperación, su reto es poner la mirada en el futuro.
Después de la crisis, Kirchner logró la estabilidad económica y generó la sensación de que Argentina tenía futuro, dijo a IPS el sociólogo Gerardo Adrogué, director de la consultora Knack, especializada en estudios de opinión pública. El desafío consiste en darle contenido a esa promesa en el mediano plazo, acotó el experto.
El presidente cumplirá este miércoles dos años en el cargo o la mitad de su período de gobierno.
Según Adrogué, estabilizada la economía y frenada la hemorragia del desempleo y la pobreza (que llegó a afectar a más de la mitad de los 37 millones de argentinos), el objetivo debe ser reconstruir un Estado eficaz, capaz de gestionar políticas públicas a través de una burocracia honesta y preparada para administrar, dijo.
No parecen faltar apoyos populares. Según una encuesta del estudio Equis, 60 por ciento de los consultados tiene una opinión positiva del gobierno. Para la encuestadora Analogías, 83 por ciento tiene una imagen favorable o muy favorable, y 74 por ciento cree que el país está mejor con Kirchner.
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Ningún presidente argentino desde 1983 en adelante se había acercado a su primera prueba electoral con esta estimación tan alta de su gestión, dijo Adrogué, en referencia a los comicios legislativos del 23 de octubre, que serán los primeros nacionales que enfrenta el actual gobierno del Partido Justicialista.
El presidente sostuvo que esos comicios serán como un plebiscito sobre su gestión, una estrategia muy buena, según Adrogué. Tiene muy altas probabilidades de ganar esas elecciones y quiere recibir ahora el apoyo que no tuvo cuando fue electo presidente, interpretó el analista.
Kirchner asumió la Presidencia con solo 22 por ciento de los votos. Su llegada al gobierno fue resultado del retiro de la competencia, poco antes de la segunda vuelta presidencial, del ex presidente Carlos Menem (1989-1999) para evitar una casi segura derrota.
Menem, también justicialista pero abanderado de una corriente neoliberal, había ganado en la primera vuelta con 24,3 por ciento de sufragios, y concitaba una proporción mucho mayor de rechazos en el resto del electorado, según encuestas.
Entonces todo estaba por hacer. La economía había colapsado a fines de 2001, los grados de pobreza y de desempleo no registraban antecedentes históricos, el grueso de la deuda externa permanecía en cese de pagos, miles de ahorristas tenían su dinero atrapado en los bancos, y en el país circulaban 14 papeles (o bonos emitidos por diferentes distritos o instituciones estatales), además de la moneda nacional.
Los argentinos habían perdido toda esperanza en la dirigencia política, y la asunción de un político poco conocido (ex gobernador de la austral provincia de Santa Cruz) y con tan escaso apoyo de las urnas, empañaban más el horizonte.
Pero Kirchner avanzó en todos los frentes y, tomando decisiones segundo a segundo, obtuvo importantes logros.
En pocas semanas, su gestión comenzó a cosechar apoyos, y cuando llegó al primer aniversario, recogía una proporción de adhesiones, según encuestas, cuatro veces mayor a la que obtuvo en las urnas, e inclusive superior a la intención de voto previa al fallido balotaje.
El producto interno bruto, que había retrocedido 20 por ciento entre 1999 y 2002, creció 8,7 en 2003 y nueve por ciento en 2004. El desempleo bajó de 17,8 a 13 por ciento, y la pobreza declinó de su máximo histórico de 57,5 por ciento, en 2002, a 40,2 por ciento en la medición del último año.
La deuda contraída con tenedores de bonos, que había sido declarada en cese de pagos a fines de 2001, fue reestructurada este año con 76 por ciento de los acreedores, que aceptaron la reprogramación de los pagos y una quita estimada en 50 por ciento.
La recaudación impositiva aumentó, al igual que las inversiones, las exportaciones y el consumo. También se elevaron un poco los salarios y las pensiones, sin que los precios se salieran de cauce, pese a un pequeño brote inflacionario en el año en curso.
El bloqueo de avenidas y autopistas por parte de organizaciones de desempleados —la protesta social dominante desde 2000—, fue cediendo terreno a movilizaciones de trabajadores organizados que reclaman mayores salarios y mejores condiciones de trabajo.
En el plano político, Kirchner apoyó la declaración parlamentaria de nulidad de leyes que habían permitido en los años 80 liberar de proceso a militares que violaron los derechos humanos durante la dictadura (1976-1983), renovó las cúpulas de las Fuerzas Armadas y policiales, y puso en marcha un proceso transparente para el nombramiento de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
Sin desmerecer estos gestos, Adrogué insiste en que el principal logro de este gobierno es la estabilidad económica. Los argentinos sienten que se recuperó un sentido y, aun cuando no todos entienden detalles técnicos, aprueban la forma dura en que el presidente renegoció la deuda externa, destacó.
La directora de la empresa de encuestas Analogías, Analía del Franco, dijo a IPS que los logros de Kirchner no son absolutos. La agenda de preocupaciones de los argentinos es la misma que antes, pero los problemas aparecen todos menguados.
En su opinión, Kirchner estableció un enlace emocional con la sociedad que le permitió recobrar la legitimidad que había perdido el cargo de primer mandatario.
Los argentinos buscan líderes que conduzcan, y esa necesidad se extremó después de la crisis, destacó la experta. Del Franco considera que el liderazgo de Kirchner logró satisfacer esas demandas.
Ahora, el objetivo debería ser trasladar esa confianza hacia las instituciones, de manera de fortalecer el sistema, recomendó.