Los gobernantes sudamericanos y árabes estuvieron a punto de no entenderse, literalmente, en la cumbre de dos días iniciada este martes en la capital brasileña. Es que en este país no hay intérpretes de árabe con experiencia en ese tipo de reuniones.
Ese problema fue uno de los más complicados de resolver para los organizadores de la Cumbre América del Sur-Países Árabes (ASPA). La solución fue importar intérpretes. Así, finalmente la coordinadora del servicio de traducción simultánea, Simone Troula, logró reclutar 26 de esos profesionales que hablan árabe, 23 de los cuales proceden de fuera de Brasil.
Sus conocimientos como integrante de la Asociación Internacional de Intérpretes le permitieron conseguir 22 traductores simultáneos de El Cairo, una de las cuales trabaja en Ginebra y otra en Nueva York. La restante extranjera viene de Argentina y las tres brasileñas fueron contratadas pese a no haber trabajado antes en reuniones tan numerosas y multilaterales.
Imagínese el desastre que hubiera sido la Cumbre sin traducción del árabe al portugués y español y viceversa, comentó a IPS la coordinadora Troula, realzando la absoluta novedad de tal encuentro como motivo de la falta de tales intérpretes. La capital de Egipto fue la fuente salvadora por su larga tradición en acoger grandes reuniones internacionales.
La anécdota refleja el alejamiento entre dos regiones que, sin embargo, tienen mucho en común, destacó Argemiro Procopio, profesor de relaciones internacionales en la Universidad de Brasilia. La belleza de esta Cumbre, una iniciativa más que loable, es que se trata de un paso importante para superar el desconocimiento mutuo, opinó.
Ese alejamiento es sorprendente considerando que hay en América del Sur entre 16 y 17 millones de descendientes de la emigración árabe, unos 12 millones de los cuales viven en Brasil, según estima Michel Alaby, secretario general de la Cámara de Comercio Árabe-Brasileña.
La cantidad de descendientes de libaneses en Brasil equivale a tres veces la población de ese país árabe, comparó Procopio.
La influencia árabe en la cultura sudamericana es muy amplia, según comprueba una muestra de fotos sobre ese tema, una de las actividades paralelas de la Cumbre. No es producto sólo de la inmigración, hay la influencia indirecta traída por los principales colonizadores de América Latina, España y Portugal, que tienen mucho de árabe, recordó el profesor.
Los brasileños saben que el dinero que envían sus emigrantes desde Japón y Estados Unidos supera los ingresos generados por algunos de sus principales productos de exportación, pero pocos saben que las remesas financieras desde Brasil están contribuyendo a la reconstrucción de Beirut, acotó.
Es que se ignora la suma total que envía la comunidad libanesa de Brasil a sus parientes en el país de origen, la mayor parte de modo informal.
Ese es un dato que preocupa al gobierno de Estados Unidos, pues sospecha que la llamada Triple Frontera, un enclave con importante comunidad árabe donde confluyen Argentina, Brasil y Paraguay, es una fuente de recursos para el terrorismo internacional, observó Procopio.
El intercambio comercial entre Brasil y los países árabes alcanzó a 8.192 millones de dólares el año pasado, lo que corresponde a cinco por ciento del comercio brasileño total. Los árabes toman café de origen brasileño, pero que les llega procesado de Alemania, Italia y otros países europeos, y lo mismo pasa con la miel.
La Cumbre abre una excelente oportunidad para que los árabes pasen a importar muchos productos sudamericanos directamente de la fuente, señaló el experto.
Brasil importa del mundo árabe sobre todo petróleo y sus derivados, pero ese predominio tiende a reducirse ya que el país será pronto autosuficiente en hidrocarburos.
No es el petróleo lo que atrae a los sudamericanos en la intensificación de las relaciones con los árabes, dijo Procopio, al precisar que la mitad de los países sudamericanos son productores de crudo con capacidad exportadora.
Lo más importante es el reacercamiento cultural, restableciendo en los pueblos de las dos regiones la conciencia de que tienen mucho en común y mucho que ganar en una cooperación más estrecha, sentenció. Por eso, en su opinión, la Cumbre ocurre con décadas de atraso.
Un reacercamiento cultural y espiritual, que se extiende a otros campos, como el comercio, es el objetivo de la Cumbre América del Sur-Países Árabes, afirmó también el canciller brasileño, Celso Amorim, al abrir el lunes la reunión ministerial preparatoria del encuentro de este martes y el miércoles.
La reunión es un éxito por su simple realización, y eso se comprueba en la participación de 1.250 empresarios para el seminario del sector y la feria que acompaña la Cumbre, que congrega a 250 árabes, 700 brasileños y el resto de los otros países sudamericanos, declaró el canciller.
Pero además de la lengua, aspectos culturales y la distancia que separan a las dos regiones, los empresarios manifestaron preocupación por la insuficiencia de medios de transporte para incrementar las relaciones entre América del Sur y Medio Oriente.
Son escasas las rutas marítimas y no hay vuelos directos, la comunicación y el transporte de productos depende mucho de la triangulación vía Europa, componiendo una deficiencia a corregir.