AFGANISTÁN: Nadie atiende el llamado de la naturaleza

”La civilización de una ciudad puede juzgarse por el estado de sus baños. Lamentablemente, en la nuestra no existen”, se quejó Jawad, de 28 años, residente del distrito de Jairjana, en las afueras de la capital de Afganistán.

Al igual que Jawad, muchos otros habitantes de Kabul se quejan de que no hay adónde ir ”cuando la naturaleza llama”.

Fátima, de 30 años, residente del barrio Chehelstoon, dice que debe ir a las orillas del río Kabul a hacer sus necesidades. ”El otro día mi hija pequeña estaba muy apremiada, y nuestra casa queda muy lejos, entonces debí llevarla a la ribera”, contó.

”Cuando preciso ir al baño, yo también voy a las márgenes del río, porque no hay baños por aquí”, declaró Qurban Alí, un vendedor callejero.

Otro residente de Kabul se quejó de que el sistema de alcantarillado es arcaico e insuficiente para satisfacer las necesidades de saneamiento de la creciente población de la capital.

Pero el director del departamento de planificación urbana del gobierno municipal de Kabul, Mohammed Alí Niaz, señaló que hay algunos baños modernos dispersos por la capital en Makroryan, Jairjana y los barrios centrales, y agregó que se construirán más a corto plazo con la ayuda del Banco Mundial.

En los más de tres años transcurridos desde que Estados Unidos derrocó al grupo fundamentalista islámico Talibán, a fines de 2001, al menos dos millones de personas se sumaron a la población capitalina de 1,3 millones.

La mayoría eran aldeanos con bajo nivel educativo que habían huido años atrás al vecino Pakistán. Ahora sobreviven en condiciones muy precarias en los alrededores de un centro urbano que no está preparado para recibirlos.

La amenaza más grave a la salud pública en Kabul es la falta de agua potable. Tras más de dos décadas de guerra intermitente, abandono y graves sequías, el sistema de saneamiento de la ciudad está tan deteriorado que sólo abastece de agua potable a 25 por ciento de las viviendas.

La falta de tierra en la ciudad también empujó a muchas personas a instalarse en asentamientos precarios. En toda la ciudad se pueden ver nuevas viviendas construidas ilegalmente, la mayoría en laderas de montañas, adonde no llegan el agua corriente ni el saneamiento.

Debido al crecimiento de la población, tampoco da abasto el sistema de limpieza nocturna de letrinas.

Además, la mayor disponibilidad de fertilizantes químicos, la sequía y la disminución de la tierra cultivable provocaron una reducción de la demanda de los fertilizantes naturales, y como resultado las letrinas se vacían con menos frecuencia, en especial en áreas residenciales superpobladas. Es común ver letrinas desbordadas de excrementos.

La recolección de basura también es un problema en Kabul, cuyos habitantes producen 800 metros cúbicos de residuos sólidos por día.

Los 60 camiones de basura del municipio realizan tres viajes al día para llevar los desechos que recogen a un vertedero situado a 30 kilómetros de la capital.

Pero Abdurramish, un estudiante de secundaria de 18 años, contó que no ve un camión de basura por su barrio desde hace dos meses.

Según un reciente estudio, la ciudad no cuenta con suficientes vehículos para recoger los residuos, dinero para pagar los sueldos de los recolectores ni los conocimientos técnicos para manejar el enorme volumen de desechos generados por una población que casi se triplicó desde el derrocamiento de Talibán.

El Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Habitat) completó este año un proyecto de 18 meses tendente a resolver el creciente problema del manejo de residuos sólidos, con una donación del Banco Mundial.

”El departamento de residuos del municipio de Kabul puede recoger 40 por ciento de la basura”, dijo el ingeniero Nasrulá Habibi, director del proyecto de manejo de residuos sólidos de Habitat.

El restante 60 por ciento se acumula a lo largo de las calles, en alcantarillas, junto al río y en lugares abiertos, según un estudio de esa agencia.

El proyecto de Habitat, a un costo de 850.000 dólares, ofreció educación sobre salud e higiene a la comunidad. Medio millón de dólares se destinó al mantenimiento de 40 vehículos en 13 distritos de la capital.

Asimismo, Habitat instrumentó un proyecto piloto sobre la privatización del servicio de recolección de basura, pero fracasó por falta de camiones.

”Antes buscábamos la basura, pero ahora la basura nos busca a nosotros”, lamentó Gul Mohammad, jefe de los recolectores.

(*) Con aportes de Sonny Inbaraj desde Bangkok y de Mohammad Jawad Sharifzada y Shahabuddin Tarakhil, del Instituto de Guerra y Paz, desde Kabul. (

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