Emily Muronda, una viuda de 55 años, pasó siete meses en un hospital de Zimbabwe debido a internaciones por tuberculosis, neumonía y aftas vaginales, todas consecuencia de padecer sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), pero en cierto sentido es una privilegida.
Su médico le aconsejó hacerse un examen para conocer su nivel en sangre de linfocitos CD4, un indicador del estado del sistema inmunológico. Ese sistema es debilitado por el VIH (virus de inmunodeficiencia adquirida, causante del sida), que destruye sus células y así expone al organismo a toda clase de enfermedades.
Muronda tenía 52 CD4 por microlitro, cuando el mínimo considerado necesario es 200 por microlitro. Por eso el médico ordenó de inmediato administrarle medicamentos antirretrovirales, de comprobada eficiacia para frenar el desarrollo del sida y aumentar la cantidad de esos linfocitos.
"Para muchas personas, incluyendo a mis parientes, soy un fantasma. Me miro al espejo cada mañana y no puedo creer lo que veo. Estoy viva sólo por los medicamentos", señaló la paciente, que está entre los pocos miles de zimbabwenses capaces de pagar un seguro médico privado, gracias al cual recibió los antirretrovirales.
Los seguros privados cuestan de 16 a 161 dólares por mes, según el tipo de cobertura. Entre esos servicios es Seguros CIMAS, uno de los pioneros en Zimbabwe, cuyos afiliados pueden obtener antirretrovirales por menos de un dólar.
Para la amplia mayoría de los zimbabwenses, esos medicamentos valen de 24 a 57 dólares en versiones genéricas, y aun más los de marca registrada.
Martin Dumba, trabajador esporádico para una tabacalera en Harare, también tiene sida. Su familia contempla, impotente, cómo su salud se deteriora día a día.
"Lo mejor que podemos hacer es rezar para que cese el dolor. Hemos ido al hospital y lo despacharon sin darle ningún medicamento. Oímos que a algunos se les dan drogas contra el sida, pero cuando preguntamos en el Hospital Central de Harare nos dijeron que las inscripciones estaban cerradas", dijo su esposa, Molly, también infectada por el VIH.
La historia de Dumba refleja lo que padece la mayoría de los habitantes del país, cuyo gobierno admitió públicamente que el sistema de salud está colapsado. Harare ha apelado al sector privado para colaborar en la lucha contra el sida.
Zimbabwe es el tercer país en prevalencia del sida, ya que uno de cada cuatro de sus 13 millones de habitantes padecen esa enfermedad. La expectativa de vida se redujo a 35 años y los niños y niñas huérfanos son un millón.
La mitad de los 12.000 zimbabwenses que toman medicinas antirretrovirales lo hacen gracias al sector privado, y el resto beneficiados por un plan público creado hace tres años.
Debido al deterioro de la economía en los últimos años, muchos se vieron obligados a abandonar sus seguros médicos.
"El gobierno está muy agradecido con el sector privado y su iniciativa de hacer los antirretrovirales accesibles a nuestro pueblo", dijo a IPS el director del Programa de Sida y Tuberculosis del Ministerio de Salud y Bienestar Infantil, Owen Mugurungi.
Mugurungi explicó que el tratamiento ofrecido en hospitales públicos sólo otorga medicamentos antirretrovirales a personas con menos de 200 CD4 por microlitro o con enfermedades graves derivadas del sida.
Pero un laboratorio privado cobra unos 160 dólares por cada examen de CD4, algo inaccesible para la mayoría de las personas que necesitan tratamiento.
"Es prohibitivo. Pedimos al gobierno a que haga algo sobre esto si en verdad quiere lograr que los necesitados accedan a los antirretrovirales", dijo Jonathan Musiiwa, de El Centro, una residencia para enfermos de sida.
No obstante, destacó que este año se brindan medicamentos a 10.000 personas más que en 2004, gracias a los seguros privados.
"No muchos países, incluyendo a los que reciben ayuda exterior, pueden lograr lo que hemos logrado con muy pocos recursos", reconoció.
Zimbabwe, considerado por Estados Unidos y Gran Bretaña un "Estado renegado", no recibe apoyo de ningún donante, a pesar de las protestas de organizaciones internacionales defensoras de los derechos humanos.
El país fue excluido el año pasado del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria de la Organización de las Naciones Unidas, en rechazo a las políticas del presidente Robert Mugabe.
Zimbabwe es motivo de preocupación para la comunidad internacional, y en especial para Gran Bretaña, su antigua potencia colonial, desde que en 2000 Mugabe, de 79 años y gobernante desde la independencia en 1980, se incautó de las tierras de 4.500 agricultores blancos para entregarlas a campesinos de la mayoría negra.
El opositor Movimiento para el Cambio Democrático acusó a la gobernante Unión Africana de Zimbabwe-Frente Patriótico de fraude en las elecciones de 2002, y desde entonces Londres y Washington piden la renuncia de Mugabe. El mismo grupo opositor también consideró fraudulentos los comicios del 31 de marzo de este año.
A excepción de Sudáfrica, la mayoría de los países en la Comunidad para el Desarrollo de África Austral, como Mozambique, Zambia, Malawi, Tanzania y Lesoto, reciben apoyo internacional para adquirir antirretrovirales. (