RELIGIÓN-MUJERES: Nuevo Papa deberá pensar en femenino

El próximo Papa deberá reconsiderar el papel de las mujeres en la Iglesia Católica, que constituyen la mitad de su rebaño, advierten dirigentes femeninas.

La Curia Romana —la administración del Vaticano— permanece totalmente a cargo de hombres. El fallecido papa Juan Pablo II reafirmó en 1994, en su carta apostólica Ortinatio Sacerdotalis, la prohibición definitiva e indiscutible de la ordenación de mujeres en la función sacerdotal.

Las posiciones de Juan Pablo II sobre la condición femenina se han caracterizado por la controversia.

El pontífice defendió la ”igual dignidad” de las mujeres respecto de los hombres, pero consideró que ambos géneros tienen naturaleza diversa, aunque complementaria, y que sus roles en la Iglesia, en la familia y en la sociedad deben reflejar esas diferencias.

Esta posición es la base de la ”Carta a los obispos acerca de la colaboración entre hombres y mujeres”, publicada en octubre pasado por la Congregación de la Doctrina de la Fe, el organismo de la Curia Romana a cargo de definir la ortodoxia católica.
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La carta reafirma las posturas tradicionales de la Iglesia sobre las mujeres, entre ellas la fuerte oposición al feminismo y a la ordenación de sacerdotes que no sean hombres.

El documento afirma que las diferencias entre los sexos son parte del plan de Dios para la creación, y no algo socialmente construido. También rechaza lo que denomina la ”ideología de género feminista” en las políticas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre mujeres y familia.

Pero al respecto existen, aunque silenciadas, diferencias notorias dentro de la Iglesia.

”La atmósfera de silencio y amenaza en las instituciones eclesiásticas es grave. Sofoca la libertad de pensamiento e investigación e imposibilita el diálogo”, dijo a IPS Adriana Valerio, presidenta de la Sociedad Europea para las Mujeres en Investigación Teológica.

También obispos y teólogos hombres han manifestado sus dudas en torno de la doctrina eclesiástica al respecto. Muchos consideran que la institución recibe cuestionamientos entre los fieles más jóvenes por no mantenerse a ritmo con los tiempos.

Una consecuencia de ello es la caída en la cantidad de feligreses que asisten a misa en Occidente, afirman estos sacerdotes.

Las teólogas consideran que la carta apostólica de 2004 ni siquiera menciona el trabajo de las estudiosas en materia doctrinaria, y procuran un cambio radical en la visión de la iglesia sobre las mujeres.

”El cuerpo y la sexualidad de las mujeres no pueden seguir siendo percibidos como fuente de pecado y tentación”, dijo Valerio en ese sentido.

En una aparente respuesta a las acusaciones, el papa Juan Pablo II designó a Mary Ann Glendon, presidenta de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, al frente de la delegación del Vaticano a la conferencia sobre condición de las mujeres celebrada en la ONU el mes pasado.

Glendon defendió entonces la posición de la Iglesia Católica en cuanto a que el derecho a la salud reproductiva no debía ser considerado un derecho humano.

A pesar del decreto papal que prohibe incluso la discusión sobre la ordenación de mujeres, y a la amenaza de ”excomulgación a cualquier disidente” formulada en 1998, el debate se generalizó en el seno de la Iglesia.

En 2002, un obispo renegado ordenó en Austria a siete mujeres sacerdotes. Los que respaldan estas ordenaciones llegaron, incluso, a crear una página web para difundir sus posiciones.

La carta de 2004 tuvo el objetivo de acallar las demandas: según la orden clerical, aun funciones menores dentro de la Iglesia como las de diácono (un religioso ordenado por debajo del rango de sacerdote) deben ”reservarse estrictamente a hombres”.

Otra orden indicaba que una mujer no debía participar en la celebración de la misa más que como feligresa, ni siquiera como monaguilla o ayudante del pastor, a menos que contara con autorización del obispo.

Dos organizaciones europeas —la Conferencia de Ordenación de Mujeres y el Sínodo de Teólogas Europeas— reclaman a la Iglesia la revisión de estas posiciones.

Una de las preocupaciones fundamentales es la mengua de la vocación sacerdotal. Según el Vaticano, la población católica creció 40 por ciento entre 1975 y 2002, pero la cantidad de sacerdotes ha permanecido invariable desde entonces.

Alrededor de la mitad de las parroquias y misiones carecen de párroco residente, según esas mismas estadísticas.

Pero muchas ministras ya trabajan informalmente por la fe. Unas 783.000 mujeres sirven a la Iglesia, frente a 405.000 hombres. En total, 1.070 millones de personas profesan la religión católica.

Una encuesta detectó ya en 1997 entre 58 y 70 por ciento de apoyo para la ordenación de mujeres en la grey católica de España, Irlanda, Italia y Estados Unidos. Los últimos sondeos de la firma de opinión pública Gallup y las revistas Newsweek y National Catholic Reporter arrojaron porcentajes similares.

”Lo correcto es asignar mayor espacio a las mujeres, no solo para cubrir la falta de sacerdotes hombres sino para dar impulso a la vida pastoral de la Iglesia”, consideró Valerio.

Los decretos del papa Juan Pablo II podrían operar como una lápida sobre cualquier demanda para reconocer nuevos roles a las mujeres dentro de la Iglesia. Pero Valerio es optimista, pues cada papa tiene sus propias opiniones y, además, porque es indudable que la Iglesia necesita a las mujeres.

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