Quién desee un buen rendimiento para su inversión debe emplear el dinero en la educación, y especialmente en áreas que aseguren el acceso al aprendizaje de las niñas, recomendó Carol Bellamy.
Lo notable es que Bellamy no se ocupa de predicciones en los mercados financieros sino más bien lo contrario. Actúa en el campo humanitario, en particular desde hace 10 años como directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Sin embargo, las recomendaciones de la funcionaria han persuadido a muchos. Por ejemplo, al gobierno de Noruega, que cada año destina entre 50 y 60 millones de dólares a inversiones orientadas a ayudar a resolver el problema educacional en el mundo.
Es un dinero muy bien gastado y pensamos seguir haciéndolo, anticipó Wegger Strommen, representante permanente de Noruega ante las agencias que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene en Ginebra.
La rentabilidad se obtiene porque la educación es mucho más que simplemente aprender, explicó Bellamy, quien a fines de este mes dejará su lugar en el cargo de Unicef a su compatriota Ann Veneman, la ex secretaria de Agricultura estadounidense.
Así ocurre cuando la educación permite salvar vidas. Por ejemplo de los adolescentes a quienes protege contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), o de los recién nacidos, a quienes los conocimientos sobre salud y nutrición de sus madres pueden ayudar.
Esos son sólo dos de los beneficios que la educación puede dispensar, como apunta el informe del Unicef titulado Progreso para la Infancia, que Bellamy presentó este lunes en su último contacto en esas funciones con la prensa de Ginebra.
La educación también permite transformar vidas: desde los adolescentes que tienen la oportunidad de salir de la pobreza hasta las niñas a quienes ofrece un nuevo sentimiento de autoestima y una posición en la sociedad, insiste el documento.
Por ese motivo, Unicef dedicó el informe al tema de la educación de toda la infancia, pero con énfasis especial en las niñas.
La cuestión guarda también relación estrecha con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el conjunto de metas establecidas por la ONU con la intención de alcanzar el progreso social y económico para todas las naciones.
Una de esas metas pretende asegurar que en 2015 todos los niños y niñas en el mundo hayan terminado un curso completo de enseñanza primaria. Otro objetivo es eliminar la disparidad de géneros en la enseñanza primaria y secundaria a fines de este año.
El informe establece que en términos generales se han conseguido progresos significativos en los dos aspectos, en llevar a los niños a la escuela y en reducir la diferencia de género.
Alrededor de 86 por ciento de los niños y niñas en edad escolar de todo el mundo asisten a las escuelas actualmente. Hace cuatro años ese indicador sólo ascendía a 82 por ciento.
En consecuencia, puede afirmarse que por primera vez ha bajado de 100 millones el número de niños y niñas que no acuden a la escuela, confió Bellamy. En 2001, esa cifra se elevaba a 115 millones.
Sin embargo, los progresos van a un ritmo muy lento, reconoció. Para alcanzar los objetivos de 2015, de un curso completo de enseñanza primaria, habrá que acelerar los esfuerzos en muchas regiones y países.
De un total de 180 países estudiados, 125 pueden lograr este año la paridad entre los géneros en la enseñanza primaria. El total incluye a 91 países en desarrollo y 34 industrializados.
Pero hay tres regiones, Medio Oriente y África del Norte, Asia meridional y África occidental y central, donde las disparidades se mantienen aún profundas.
Bellamy mencionó a países que se encuentran más cerca de la meta de paridad de géneros para este año, como Perú, Santo Tomé y Príncipe, Surinam, Vietnam, Ghana, Colombia, Moldova, Azerbaiyán y Bosnia y Herzegovina.
Los más alejados de ese objetivo son Yemen, Níger, Chad, Burkina Faso, Malí, Costa de Marfil, Guinea-Bissau, Benin, Guinea y Pakistán.
La paridad entre los géneros en la educación adquiere un valor tan fundamental para la consecución de los Objetivos del Milenio que ha sido la única de las metas con un plazo reducido, que vence a fines de este año.
Las proyecciones de Unicef indican que en 2005, el índice mundial de paridad entre los géneros es de 0,96, lo que significa que 96 niñas concurren a la escuela por cada 100 niños.
La agencia de la ONU concluye que esa cifra coloca técnicamente al mundo en el buen camino para lograr la paridad de género en la enseñanza primaria, un paso determinante para el objetivo de la educación para todos.
Empero, la asistencia internacional para la educación debe aumentar en forma marcada, advirtió Bellamy. La funcionaria calculó que cada año harán falta nuevas inversiones por 5.600 millones de dólares para concretar la aspiración de la educación primaria universal.
En este tema, sólo cinco países, Dinamarca, Holanda, Luxemburgo, Noruega y Suecia, han cumplido el compromiso de destinar 0,7 por ciento de su producto interno bruto (PIB) a la ayuda oficial al desarrollo.
En sus palabras de despedida, Bellamy advirtió de que la educación no es una cuestión opcional que hay que financiar cuando la economía mejore, si es que llega a hacerlo algún día: es un derecho humano.
Lograr que la educación sea gratuita como resultado de un derecho es un requisito esencial para crear un espíritu nacional en favor de la enseñanza primaria universal, insistió.