ARGENTINA: Crecimiento con desigualdad

El firme crecimiento de la actividad económica argentina en los últimos dos años hizo retroceder el desempleo y la pobreza. Pero el motor que sacó al país del pozo en que había caído a fines de 2001 no parece una herramienta útil para reducir la desigualdad social.

”La redistribución del ingreso es nuestro gran desafío”, admitió a IPS una alta fuente del gobierno de Néstor Kirchner que prefirió el anonimato.

”Hay una gran discusión en el gobierno sobre este tema. Sabemos que el crecimiento económico no es suficiente si no se cuestiona la forma en que se reparte el ingreso”, reconoció.

Tras el grave colapso de 2001 —que sobrevino en un escenario de tres años de recesión—la actividad económica comenzó un lento proceso de recuperación. En 2003 el producto interno bruto (PIB) creció 8,8 por ciento, en 2004 nueve por ciento.

Este año, el gobierno consiguió reprogramar con importantes quitas más de 70 por ciento de la deuda pública con tenedores de bonos, impaga desde fines de 2001.
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Al mismo tiempo, el desempleo abierto, que había llegado a 24,1 por ciento de la población económicamente activa en el segundo semestre de 2002, descendió a 12,1 por ciento a fines de 2004, y la pobreza, que sofocó nada menos que a 57,5 por ciento de argentinos en el clímax de la crisis, cayó a 40,2 por ciento al finalizar diciembre.

La recuperación de la industria y del comercio se reflejó además en un aumento de las exportaciones, el consumo y la inversión. Sin embargo, la reanimación de la economía no tiene un impacto equivalente en la distribución del ingreso, que sigue siendo muy desigual en Argentina.

En 1994, los más ricos ganaban casi 20 veces más que los más pobres. Para 2002 los ingresos de los más favorecidos ya eran 30 veces superiores a los de los indigentes, y esa proporción bajó apenas a 29 en 2004.

El economista Claudio Lozano, de la Central de Trabajadores Argentinos, explicó a IPS que el problema está en la ”falta de un proyecto de reindustrialización y de redistribución del ingreso”, que incorpore también una reforma impositiva para gravar con más intensidad a los sectores de altos ingresos.

Para Lozano todavía está pendiente una estrategia de desarrollo ”que incluya al conjunto de la sociedad” y no a algunos sectores concentrados que, efectivamente, están creciendo a un ritmo acelerado sin que los beneficios se derramen al resto de la estructura productiva, opinó.

Del mismo modo, el economista Leonardo Gasparini, del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad de La Plata, dijo a IPS que en Argentina el crecimiento económico, aun a tasas altas como las actuales, no alcanza para revertir la profunda desigualdad.

Según el experto, se requieren medidas adicionales en materia de educación, trabajo y política sanitaria a fin de remover las condiciones de pobreza de una amplia franja de la sociedad, y tender así a un modelo de desarrollo más equitativo.

Algunos cuestionamientos se han dirigido también a la solidez del despegue económico, basado en gran medida en mayores exportaciones agrícolas en un contexto de aumento internacional de los precios de los productos básicos.

Para la presidenta del estatal Banco Nación, Felisa Miceli, el crecimiento económico que consiguió este país luego de la crisis de 2001 ”no es un simple rebote”.

”Vemos una economía vigorosa y vital en variables clave como las exportaciones, el consumo y la inversión”, dijo la funcionaria el jueves en una rueda de prensa con corresponsales extranjeros.

Pero Miceli vislumbró en el horizonte algunos ”cuellos de botella” que podrían frenar el proceso, como insuficientes obras de infraestructura en el transporte, la red vial y la energía.

También mencionó como un desafío la escasez de mano de obra calificada, la concentración oligopólica de las empresas productoras de insumos básicos para la economía, la falta de una reforma impositiva y la distribución regresiva del ingreso.

Miceli, primera mujer que dirige el mayor banco de Argentina, considera que esas falencias son estructurales y difíciles de remover a corto plazo, pero confía en que forman parte de las preocupaciones del gobierno.

La configuración de la desigualdad argentina forma parte del escenario común de América Latina, la región del mundo con mayor brecha entre ricos y pobres.

En su conjunto, la región afronta dificultades para reducir la pobreza extrema al ritmo requerido para cumplir con las Metas de Desarrollo del Milenio, adoptadas en 2000 por la comunidad internacional.

La primera de esas Metas plantea abatir a la mitad la proporción de población indigente y hambrienta antes de 2015.

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