Conciencia de género sí, pero implementación y rendición de cuentas no, dijo Noeleen Heyzer, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Mujer (Unifem), sobre los avances hacia la igualdad de géneros desde la conferencia de Bejing, hace 10 años.
Un resultado positivo de aquella Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer fue una mayor conciencia mundial sobre la necesidad de potenciar a las mujeres, señaló Heyzer en entrevista con IPS, mientras representantes de los 191 países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) evalúan en la sede de Nueva York los progresos realizados desde entonces.
En la última década, unos 179 países firmaron la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, mientras 120 gobiernos adoptaron planes nacionales de acción para la potenciación femenina, recordó la funcionaria.
Al mismo tiempo, 45 países tienen hoy leyes estatutarias que prohíben la violencia contra la mujer y 40 han cambiado leyes discriminatorias hacia la mujer, relacionadas con el matrimonio, la herencia y la protección de las trabajadoras inmigrantes.
Todo esto es muy bueno, porque los gobiernos han cambiado marcos legales y políticos a favor de la igualdad de géneros, pero no se ha progresado en otras áreas, lamentó Heyzer.
Por ejemplo, señaló, en la mayoría de los conflictos armados, las mujeres todavía son utilizadas como armas de guerra.
La arquitectura de género está fragmentada y débil. Debemos fortalecerla, o de lo contrario no se podrá obligar a las instituciones a rendir cuentas, dijo Heyzer.
El propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, reconoció en un informe lanzado el lunes que la falta de rendición de cuentas es uno de los principales obstáculos para una implementación efectiva, y señaló que existen pocos mecanismos en el sistema de la ONU para asegurar esa rendición de cuentas.
Se ha progresado mucho desde Beijing. Tenemos más leyes que protegen a las mujeres de la discriminación, el abuso y la violencia, dijo Rachel Mayanja, asesora especial del secretario general sobre asuntos de género y progreso de la mujer.
Sin embargo, debe hacerse mucho más para poner en práctica la Plataforma de Beijing, en especial para aliviar la pobreza, mejorar la salud, crear oportunidades de progreso económico y político, y reducir violaciones a los derechos humanos de las mujeres, exhortó.
La necesidad de potenciación de las mujeres se planteó por primera vez en la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer, realizada en México en 1975.
Veinte años después, la Plataforma de Beijing adoptada en la Cuarta Conferencia identificó 12 áreas críticas para las mujeres, entre ellas: pobreza, educación y capacitación, atención de la salud, estructura y políticas económicas, poder y toma de decisiones, derechos humanos, comunicaciones, medio ambiente y derechos de las niñas.
En retrospectiva, el resultado más positivo de Beijing fue la oportunidad para mujeres de todo el mundo de comunicarse, compartir experiencias y apoyarse mutuamente, comentó Werner Fornos, presidente del Population Institute (Instituto de la Población, de Washington), y uno de los pocos hombres que han participado de todas las conferencias mundiales sobre la mujer.
Además, se han registrado avances en materia de representación parlamentaria y legislación, pero sólo hemos rascado la superficie, dijo.
Por ejemplo, observó, de los 876 millones de adultos analfabetos de todo el mundo, dos tercios son mujeres, mientras que 500.000 mujeres mueren cada año en el embarazo o el parto.