DERECHOS HUMANOS: Una Comisión en descrédito

La Comisión de Derechos Humanos de la ONU no parece tener respiro este año, porque apenas comenzados sus debates ya se vislumbra otra vez la profunda divergencia entre países ricos y pobres.

Los contrastes surgieron durante el análisis de la identidad y del futuro del organismo y prefiguraron el clima que se vivirá cuando estudie los abusos más críticos en Sudán, Nepal, Medio Oriente, Chechenia y Guantánamo.

Con tal comportamiento esta 61 sesión del máximo organismo especializado de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) refuta las predicciones que descontaban un ambiente de mayor armonía por lo menos en la primera parte de sus seis semanas de reuniones, iniciadas el lunes.

El pronóstico se fundaba en que la apertura de los debates se dedica a exposiciones de ministros y altos representantes de gobiernos, concentradas este año casi totalmente en el examen de las reformas que la ONU sugiere para ”restablecer la credibilidad” de la Comisión.

Pero ese tema, de menor voltaje aparente, saltó chispas tan incendiarias como las que brotan habitualmente en las últimas jornadas de los debates, cuando la Comisión examina los casos de violaciones de los derechos humanos en países específicos.
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La cuestión se remonta al informe elaborado por una comisión designada por el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para evaluar ”las amenazas, los desafíos y el cambio” que gravitan sobre el sistema multilateral y sus instituciones.

El cuerpo, denominado Grupo de Alto Nivel, recomendó que la Comisión, integrada actualmente por 53 países, se universalizara mediante la incorporación de los 192 miembros de la ONU.

Otras ideas del grupo apuntan a que los gobiernos designen delegados a figuras con experiencia en los derechos humanos y a que la Comisión reciba apoyo de un consejo asesor.

Por otra parte, la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos debería redactar cada año un informe sobre la vigencia de esas garantías en todo el mundo.

Una de las preocupaciones del Grupo de Alto Nivel se detiene en el ínfimo volumen de recursos que recibe la oficina del Alto Comisionado para sus operaciones, que alcanzan sólo a 1,7 por ciento de todo el presupuesto de la ONU.

Las proposiciones del grupo merecieron acogidas diferentes. Los países occidentales y algunos en desarrollo compartieron en general esas iniciativas.

Suiza y Costa Rica pretenden que los países candidatos a ocupar un puesto de la Comisión asuman compromisos con relación a sus políticas de derechos humanos.

En relación con ese pensamiento, Kenneth Roth, director de la organización no gubernamental Human Rights Watch, sostuvo que ”la Comisión se ha convertido en un refugio para gobiernos como el de Sudán, que debería estar en el banquillo de los acusados en lugar del más alto cuerpo de derechos humanos de la ONU”.

Uno de los cuestionamientos más duros al informe del grupo provino de Malasia. El ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Dato' Seri Syed Hamid Albar, se declaró ”defraudado por la manera limitada” con que el grupo encaró la cuestión de los derechos humanos.

La comisión designada por Kofi Annan ignoró los factores que contribuyen a las culturas y a las ópticas que se emplean al afrontar los derechos humanos, dijo el ministro.

La sugerencia de preparar un informe global sobre el estado de los derechos humanos no busca eliminar la posibilidad de que sean presentadas resoluciones sobre la situación de los abusos en países específicos, aclaró el secretario de Derechos Humanos de Brasil, Nilmário Miranda.

Pero los casos por países encuentran oposición, como la de Malasia otra vez, que les atribuye en la mayoría de las veces un resultado de polarización y de perjuicios.

En cambio, el ministro de Relaciones Exteriores de Canadá, Pierre Pettigrew, los defiende porque ”todas las víctimas de violaciones de derechos humanos viven en alguna parte, en algún país específico”, dijo.

Aún más, Pettigrew insinuó que la Comisión debería examinar la situación en cada uno de los países miembros de la ONU.

Pero la antigua diferencia entre países ricos, que privilegian la rama de los derechos civiles y políticos, y los pobres, más favorables a los derechos económicos, sociales y culturales, resurgió en la Comisión de la mano de la ministra de Justicia de Sudáfrica, Brigitte Mabandla.

La ministra sudafricana previno de que la selectividad a favor de la primera categoría de los derechos humanos y en detrimento de la segunda ”sólo puede socavar el mandato de la Comisión”.

Mabandla observó que otra forma de selectividad puede provenir de crear una falsa impresión de que los derechos humanos sólo se violan en los países en desarrollo.

Por el contrario, desde la última sesión de la Comisión, en marzo y abril de 2004, hasta ahora, ”hemos presenciado escenas horrorosas de torturas con impunidad en ciertas partes del mundo”, dijo la ministra.

Al respecto, Roth reclamó que la Comisión condene las desapariciones, torturas y otros abusos contra detenidos cometidos por Estados Unidos en ”la guerra global contra el terrorismo”.

El debate de la Comisión sobre las reformas proseguirá en las próximas semanas, antes de su clausura el 22 de abril, pero a partir de fines de marzo contará con el aporte de los comentarios que efectuará el secretario general de la ONU en un informe especial.

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