DROGAS-MÉXICO: Morir por unas dosis

La mexicana Stephanie Téllez, de 14 años, se suicidó tras perder parte de la cocaína que debía vender. ”Creo que este momento tenía que llegar porque en verdad que ya no aguanto más (…) ahí les dejo las grapas (pequeñas dosis) que me sobraron”, señaló en su carta póstuma.

La muerte de esta joven que estudiaba en un centro de enseñanza secundaria de clase media baja de la capital de México, cimbró el ambiente escolar local, donde diversos estudios indican que hay un creciente uso de drogas, miedo a agresiones y aumento de los suicidios.

Los expertos indican que, con el reforzamiento de los controles fronterizos en Estados Unidos impuesto tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington, un gran volumen de la droga con destino a ese país comenzó a circular por las calles de México.

”Hay más oferta y a precios baratos”, señaló a IPS Federico Martínez, un antropólogo que trabaja en una investigación sobre comportamiento y relaciones sociales de los adictos a las drogas.

Por menos de dos dólares se pueden conseguir en las calles de la capital mexicana dosis de cocaína de un cuarto de gramo y una cantidad de marihuana suficiente para elaborar unos cinco cigarrillos.
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Diversos estudios estiman que los traficantes de drogas de México abastecen 70 por ciento de la cocaína y cerca de un tercio de la marihuana que consumen los estadounidenses.

Además, se calcula que unos 300.000 de los 102 millones de mexicanos están vinculados de alguna forma con la venta, producción y distribución de drogas.

”Cierto que se ven ahora muchos chavos (jóvenes) llevando droga, pero de ahí a matarte como esa chava se me hace exagerado, algo más le debe haber pasado”, dijo Sergio, estudiante de una escuela privada capitalina al comentar el caso de Stephanie, quien el 3 de este mes decidió suicidarse colgándose de una cuerda dentro de su habitación.

Los intentos de suicidio en la ciudad de México de personas de 12 a 17 años aumentaron de 8,3 a 11 por ciento entre 1997 y 2003, según un estudio de la Secretaría (ministerio) de Educación Pública, en el que se entrevistó en cada uno de esos años a más de 10.500 estudiantes de la enseñanza media de la ciudad.

La investigación reveló también que 11 por ciento de esos menores entrevistados en 2003 confesó haber experimentado con drogas. Además, un tercio de los jóvenes dijo que percibe a sus compañeros como ”peligrosos”.

Stephanie Téllez, en cuya casa familiar funciona un taller de reparación de automóviles, vendía cada semana entre amigos y compañeros de escuela unas 100 pequeñas dosis de cocaína a menos de dos dólares la unidad.

Dos semanas antes de suicidarse perdió la mercancía, no pudo pagarla y recibió amenazas contra ella y su familia de parte de sus proveedores. ”La verdad es que tengo miedo”, escribió en su última carta.

En la misiva explicó que era obligada por ”malos tipos” a vender droga por la que debía entregar unos 136 dólares semanales.

Como esta adolescente, quien según sus compañeros de escuela era una estudiante regular que no daba problemas, hay cientos o quizá miles de pequeños distribuidores de drogas en México. En bolsas de dulces o dentro de falsos caramelos, venden marihuana, cocaína y diversos tipos de pastillas.

Según Martínez, es relativamente fácil conseguir drogas en las salidas de las escuelas, sobre todo públicas, o dentro de las universidades. Además, muchos de los distribuidores trabajan ahora a través de celulares donde reciben el pedido y luego envían a un repartidor a dejar la droga en moto o bicicleta.

Para tratar de evitar el ingreso de drogas y armas en las escuelas, las autoridades mantienen un programa de revisión aleatoria de las mochilas y bolsos de los estudiantes. Este programa fue reforzado tras el suicidio de Stephanie.

El último estudio nacional sobre adicciones realizado en México por la Secretaría de Salud y el Instituto Nacional de Estadísticas e Informática indica que entre 1993 y 2002 el porcentaje de personas de 12 a 65 años que probaron ”alguna vez” drogas, sin incluir alcohol o cigarrillo, pasó de 3,9 por ciento a 5,03 por ciento.

De ese porcentaje el mayor número son hombres y la droga más consumida es la marihuana, seguida por la cocaína.

”Si nos quedamos con los porcentajes de los estudios oficiales, el asunto no sería aún tan grave, pero si te metes en el medio de los que consumen, parece que los estimados ya fueron rebasados”, apuntó Martínez.

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