La lengua española se anotó un importante y sorpresivo triunfo en el ambiente musical y cinematográfico de Estados Unidos cuando el uruguayo Jorge Drexler recibió un Oscar de Hollywood por su canción Al otro lado del río, parte de la banda sonora del filme Diarios de motocicleta.
Es la primera vez, desde que se creó esa categoría en 1934, que una canción completamente en castellano recibe el galardón y es interpretada en la misma ceremonia.
El actor español Antonio Banderas y el guitarrista mexicano Carlos Santana fueron quienes tocaron el tema de Drexler en el Kodak Theatre de Los Ángeles, ya que la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood consideró que éste no era suficientemente conocido en Estados Unidos como para estar dos minutos en el escenario.
Drexler, quien dialogó con IPS por vía telefónica desde Los Ángeles en vísperas de la ceremonia, había expresado su malestar por la decisión de los organizadores.
Los productores no respetaron los más mínimos códigos de elegancia. Nunca me preguntaron nada. Jamás se comunicaron conmigo para decirme su decisión, afirmó el músico, quien sólo recibió de la Academia un DVD en el que se pide a los candidatos no dar discursos largos en caso de que ganen.
De todas formas, cuando le tocó (contra todos los pronósticos) recibir su premio el domingo, el músico uruguayo no dio un discurso: se limitó a entonar una estrofa de su canción y a dar las gracias.
Yo no disfruto la venganza. A mí me gusta cantar y por eso lo hice en el escenario, dijo luego a la prensa.
En protesta por la decisión de la Academia de excluir a Drexler del espectáculo, el actor mexicano Gael García Bernal, protagonista de Diarios de motocicleta, no asistió a la ceremonia del domingo, en la que debía presentar a Banderas y a Santana.
Fue la también mexicana Salma Hayek quien tomó su lugar. En un claro gesto de solidaridad, tradujo parte de la canción de Drexler, la elogió varias veces y subrayó que el tema era obra del músico uruguayo, mientras las cámaras lo enfocaban a él.
Su canción compitió con Accidentally In Love, del filme animado Shrek 2, Believe, del también animado El expreso polar, Look To Your Path, de la película francesa Los coristas, y Learn To Be Lonely, del musical El fantasma de la Ópera.
El Oscar sin duda impulsará la carrera de Drexler en Estados Unidos, donde ya editó su disco Eco, que incluye el tema premiado.
Diarios de motocicleta es la historia de un viaje que realizó el líder revolucionario argentino-cubano Ernesto Ché Guevara por América del Sur cuando tenía 23 años, junto a su amigo Alberto Granado, un bioquímico de 29. En la travesía la pobreza lo tocó de cerca y su pensamiento político comenzó a madurar.
Es una metáfora de todo viaje personal en el que uno se enfrenta ante determinadas opciones éticas. Es un viaje en el que uno cambia, y tiene que arriesgarse, explicó Drexler a IPS.
Lo que más me atrapó de la película es que se concentra en el ser humano (Guevara) y no en lo político. En las decisiones que tenemos que tomar en la vida, añadió
Otros latinoamericanos que estaban nominados pero no pudieron llevarse la estatuilla fueron el escritor puertorriqueño José Rivera, autor del guión de la misma película, y la colombiana Catalina Sandina Moreno, nominada a mejor actriz por María, llena eres de gracia, sobre una joven usada como mula para traficar droga a Estados Unidos.
El gran triunfador de la noche fue Clint Eastwood, quien se llevó un Oscar a mejor director por Million Dollar Baby, también elegida mejor película del año.
La lengua española volvió a ser protagonista cuando la película Mar adentro, del chileno-español Alejandro Amenábar, recibió el premio a mejor filme extranjero.
En cambio, la elogiada Diarios de motocicleta, una producción estadounidense, argentina, peruana y chilena, fue la gran ausente en esa categoría.
Con la producción ejecutiva del actor y director estadounidense Robert Redford, el filme fue dirigido por el brasileño Walter Salles, elogiado por Estación Central (1998), y el montaje estuvo a cargo del también brasileño Daniel Rezende, destacado en Ciudad de Dios (2002).
La banda sonora original está a cargo del compositor argentino Gustavo Santaolalla, ganador de dos premios Grammy Latino y productor de Bajo Fondo Tango Club, una fusión de tango, música electrónica, pop y rock.
El puertorriqueño Rivera elaboró el guión basándose en el diario de notas del propio Guevara y de los respectivos apuntes de Granado. Su trabajo fue nominado al Oscar a Mejor Guión Adaptado, aunque perdió ante el filme Sideways (traducida al mercado hispano como Entre copas).
Diarios de motocicleta recibió semanas atrás dos premios BAFTA, de la Academia de Cine Británica, a mejor película extranjera y mejor banda sonora. Estaba nominada en siete categorías, incluyendo a mejor película del año.
El filme, además de haber sido elogiado en Cannes, aplaudido de pie en el festival Sundance y calificado de obra maestra por el diario The New York Times, se convirtió en la película en español más taquillera en Estados Unidos, con una recaudación de casi 14 millones de dólares desde su estreno a comienzos de este año en ese país.
La historia tiene constantes toques de humor y se centra en la incipiente evolución del pensamiento de Guevara, un estudiante de Medicina que, a pesar de la inicial resistencia de sus padres, decide en 1952 recorrer junto a Granado América del Sur, con el único fin de la aventura.
Con una vieja motocicleta, a la que llaman La Poderosa, y la ropa esencial, inician desde Buenos Aires una odisea en la que afrontan nieve y lluvia, se hacen pasar por afamados científicos para obtener comida y luchan contra los constantes ataques de asma de Guevara, por entonces apodado Fúser.
Pero los encuentros con ancianos pobres, indígenas desterrados por grandes corporaciones, desempleados obligados a trabajar en las minas, prostitutas y leprosos marginados convierten aquella aventura juvenil en un baño de realidad latinoamericana.
De los labios de Guevara no sale pensamiento político alguno en el filme. Apenas una mención al pasar a la lucha armada en una conversación con su compañero de viaje.
Las reflexiones del futuro revolucionario se vislumbran en el rostro de García Bernal cuando queda impactado por los testimonios de indígenas y mineros, y algo más cuando da un discurso tímidamente americanista en un leprosario de Perú, donde celebra su cumpleaños.
Las fotografías de gente común tomadas en blanco y negro por el francés Eric Gautier, intercaladas en el filme, impactan como la cruda realidad en la conciencia de quien se convertiría en el máximo símbolo revolucionario del siglo XX.
Una película que amenaza con cambiar al espectador. Empecé la película considerándome un director brasileño, y la terminé sintiéndome brasileño, pero también, y sobre todo, latinoamericano, señaló Salles en una presentación del filme.