La entrada en vigor este mes del Protocolo de Kyoto sobre cambio climático podrá ser insuficiente, pero cierra un período de incertidumbre, dice Joke Waller-Hunter, secretaria ejecutiva de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático.
El Protocolo ofrece poderosas herramientas e incentivos para que gobiernos, empresas y consumidores puedan promover el desarrollo sustentable y construir una economía aliada del ambiente, dijo Waller-Hunter a IPS antes de viajar desde Bonn, sede del Secretariado de la Convención, a las celebraciones en Kyoto, el miércoles 16.
No es suficiente por sí sólo, pero origina movimiento, sostuvo. Sin embargo,el reloj está corriendo, y en 2005 debemos tomarnos la molestia de diseñar la estrategia climática más allá de 2012, fecha en que vencen las metas de Kyoto, dijo la funcionaria de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
El Protocolo de Kyoto, alcanzado en 1997 en la conferencia de la Convención reunida en esa ciudad de Japón, establece reducciones obligatorias de las emisiones de sustancias que recalientan la atmósfera (conocidas como gases invernadero) para 35 países industriales.
El convenio fue aprobado por 188 países, pero su entrada en vigor requería la ratificación de 55 países partes de la Convención, que sumaran al menos 55 por ciento de las emisiones globales de gases invernadero, según los volúmenes de 1990. Ese proceso insumió casi siete años.
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Según el Protocolo, en 2012 las emisiones de los países industriales que lo ratificaron deberán ser 5,2 por ciento inferiores a las de 1990. Estados Unidos y Australia no están obligados, pues no ratificaron el pacto.
Varios actos se realizarán en ocasión de la entrada en vigor del Protocolo. El más importante será un diálogo en videoconferencia, al que asistirá Waller-Hunter, entre 10 altos funcionarios de todo el mundo, con el ministro de Ambiente de Japón, Yuriko Koike, como maestro de ceremonias.
Lo que sigue es una síntesis de la entrevista con la Waller-Hunter.
— El Protocolo de Kyoto entra en vigor el 16 de febrero, casi siete años después de su aprobación. ¿No es demasiado tarde para que tenga eficacia?
— Nunca es demasiado tarde. De hecho, se ha cerrado un período de incertidumbre. El cambio climático está pronto para ocupar de nuevo su lugar prioritario en la agenda mundial. Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, las investigaciones científicas sugieren que las emisiones humanas de dióxido de carbono y otros gases invernadero elevarán las temperaturas medias mundiales entre 1,4 y 5,8 grados centígrados al cabo del siglo. Eso afectará los patrones meteorológicos, los recursos de agua, la secuencia de las estaciones, los ecosistemas y los eventos climáticos extremos. Los científicos ya detectaron muchas señales tempranas de recalentamiento, inclusive la disolución de glaciares de montaña y de hielos marinos del Ártico y de la Antártida, el adelgazamiento del hielo superficial de lagos y ríos, el alargamiento de veranos, cambios en las fechas de partida y de llegada de aves migratorias, la presencia de insectos y plantas alrededor de los polos y muchas otras evidencias. El reloj está corriendo, y en 2005 debemos tomarnos la molestia de diseñar la estrategia climática más allá de 2012. Si me pregunta si el Protocolo de Kyoto es suficiente, le diré que no lo es por sí solo. Pero origina movimiento. Se da el primer paso antes de comenzar un viaje. Este protocolo, una norma obligatoria, es el primer paso hacia la lucha contra el recalentamiento planetario. Ofrece poderosas herramientas e incentivos con que gobiernos, empresas y consumidores pueden promover el desarrollo sustentable y construir una economía aliada del ambiente. Con voluntad política, puede servir mucho.
— ¿Qué nuevas políticas y enfoques implica?
— Por primera vez en la historia de la política ambiental internacional, se establecieron reglas para el uso de instrumentos que permiten reducir las emisiones de la manera más eficaz en término de costo-beneficio. Se ha creado un nuevo producto básico: el carbono. Y está operativa una nueva modalidad de apoyo para el desarrollo sustentable en los países del Sur, con inversiones privadas asociadas y transferencia de tecnología: el Mecanismo de Desarrollo Limpio. Como consecuencia del Protocolo, 35 países industrializados y la Comunidad Europea están obligados a reducir sus emisiones de seis grandes gases invernadero en el periodo 2008-2012 por debajo de los niveles de 1990. El régimen de comercio de emisiones permite a los países industrializados comprar y vender créditos de emisiones entre ellos. Este enfoque basado en el mercado mejorará la eficiencia y la ecuación costo-beneficio de los recortes de las emisiones. El Mecanismo de Desarrollo Limpio, que alienta inversiones en proyectos del Sur para promover desarrollo sustentable y limitar emisiones, logra un gran impulso. También el Fondo de Adaptación del Protocolo, creado en 2001, puede activarse para asistir a los países en desarrollo que deben afrontar efectos negativos del cambio climático. Muchas compañías han decidido ser parte de la solución. Las técnicas que no dañan el clima están ganando espacio en el mercado. El ritmo de investigación de nuevas tecnologías, como los motores a hidrógeno y la absorción de carbono a gran escala, se está acelerando. Persisten muchos desafíos. Mire el sector de transporte, donde las emisiones siguen aumentando. Pero la intensidad de contaminación de la economía mundial se está reduciendo, la cantidad de gases arrojados a la atmósfera crece más lentamente que el producto bruto global.
—Australia y Estados Unidos se negaron a ratificar el Protocolo. Es difícil imaginar un futuro climático exitoso sin la participación de Estados Unidos, que da cuenta de 21 por ciento de la contaminación global por gases invernadero y tiene una enorme capacidad tecnológica. ¿Hay señales concretas de que esos países, presionados por empresas y sociedad civil, harán algo para cumplir las metas de Kyoto?
—Aunque Australia no ratificó el Protocolo, el gobierno se comprometió a cumplir totalmente sus metas de reducción. En Estados Unidos hay algunas acciones en marcha, particularmente en el ámbito estadual. Casi 40 por ciento de los estados desarrollaron sus propios planes sobre el clima, un sistema de comercio de emisiones se está delineando en los estados del noreste, y casi 20 estados han adoptado medidas agresivas a favor de la energía renovable. En los últimos dos años, se presentaron más de 100 propuestas legislativas sobre política climática. También las empresas están comenzando a tomar más seriamente la reducción de la contaminación.
—Los países en desarrollo, entre ellos Brasil, China, India e Indonesia, son partes del Protocolo, pero no tienen obligaciones de reducir emisiones. De hecho, la Convención requiere que el mundo industrial conduzca el combate al cambio climático.¿El Protocolo contiene instrumentos suficientes para asistir y alentar al Sur a reducir sus emisiones y afrontar efectivamente los cambios del clima?
—Las partes de la Convención tomaron medidas para promover el desarrollo y transferir tecnologías limpias en cada conferencia. En 1998, decidieron dar más ímpetu a la cuestión estableciendo un proceso consultivo sobre transferencia tecnológica. Ocho años después, en la conferencia de Nueva Delhi, se colocó la adaptación en lugar protagónico. Desde entonces, crecen las evidencias de la necesidad de adaptarse a los cambios del clima y a sus efectos negativos. Hay que desarrollar mecanismos efectivos de cooperación internacional. Los gobiernos deberán identificar riesgos y vulnerabilidades y desarrollar políticas para abatirlos.
—Asegurar la sustentabilidad ambiental es la séptima de las Metas de Desarrollo para el Milenio, que serán revisadas en septiembre por la Asamblea General de la ONU. ¿Espera alguna iniciativa especial de la comunidad internacional para acelerar el cumplimiento del Protocolo?
—Afrontar el recalentamiento mundial es esencial para cumplir las Metas del Milenio. La séptima meta no duda en señalar que el cambio climático está elevando el nivel del mar y amenazando áreas costeras y hasta países enteros, como las naciones isleñas del Pacífico. La energía es un sector que muestra claramente la brecha entre la riqueza y la pobreza globales, y las desigualdades sociales y económicas que ésta genera. Mil millones de personas pobres carecen de fuentes de energía seguras, lo que las obliga a cortar árboles para quemar madera o utilizar combustibles muy contaminantes como el querosén, que dañan la salud humana. En estas condiciones, el primer ministro de Gran Bretaña está resuelto a aprovechar la presidencia de su país en el Grupo de los Ocho (países más poderosos) y en la Unión Europea para desarrollar medidas prácticas, sobre todo en tecnología, para reducir emisiones. Debemos encontrar caminos para aplicar la vasta variedad de técnicas que liberan poco carbono, ya desarrolladas. Necesitamos eficiencia en el consumo de energía, fuentes renovables y combustibles fósiles más limpios.
* Ramesh Jaura es director de IPS Europa y presidente del Foro Europeo de Cooperación Internacional.