La reconstrucción en las vastas áreas afectadas por el maremoto del 26 de diciembre debe comenzar rápidamente. Esta etapa no es un asunto sólo de recursos financieros y de infraestructuras físicas sino también de creencias humanas y de presiones emocionales. Significa reconstruir las vidas individuales de personas reales, escribe James D. Wolfensohn, presidente del Banco Mundial.
Pero, mientras la comunidad internacional celebra reuniones importantes y mientras los gobiernos y las organizaciones siguen haciendo promesas, existe una creciente preocupación en el sentido de que el nivel general de la asistencia para ayudar a los países pobres, incluyendo a las naciones golpeadas por el maremoto, en realidad no se ha incrementado sino que en realidad sale de fondos ya existentes.
Y ésta no es la respuesta adecuada. No podemos simplemente desviar recursos destinados a esenciales proyectos de desarrollo para atender una emergencia tras otra.
El desafío para todos nosotros la sociedad civil, los gobiernos y las organizaciones del tipo del Banco Mundial- es el de seguir unidos en los meses y años por venir para ayudar a las comunidades pobres que luchan para recuperarse y reconstruirse, para hacer que los pueblos sean menos vulnerables ante los desastres, para restaurar la esperanza de un mejor futuro y para crear mayor seguridad y paz para la gente más pobre en la región.