Una iniciativa para discutir la reforma del sistema de las Naciones Unidas en el V Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre genera tensión entre los participantes. Algunos empujan fuerte ese debate, y otros temen que sea una «trampa reformista» para moderar la acción del movimiento social.
"Concentrar la energía en ese debate es una estrategia errada que puede costar caro al FSM en términos de movilización, porque en esa iniciativa lo que se defiende son intereses de los Estados, no de los pueblos", dijo a IPS el sociólogo Emilio Taddei, del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso).
Taddei representa al Clacso en el Consejo Internacional del FSM, compuesta por unas 200 organizaciones y que se reúne periódicamente para orientar debates, hacer balances y proponer metodologías de discusión.
En vísperas del V foro, que se realizará del 26 al 31 de este mes, el académico explicó que la propuesta de reforma del sistema de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), empujada por algunos grupos, no será el único tema de debate en la asamblea, pero es "el que mejor cristaliza las distintas cosmovisiones que se expresan en el Foro".
Según su visión, el FSM es un colectivo muy heterogéneo en el que conviven "sectores anticapitalistas" y "sectores del reformismo progresista" vinculados con partidos de izquierda, que combaten los efectos del neoliberalismo.
En algunos casos los vínculos son con partidos de la socialdemocracia europea y en otros con partidos de países latinoamericanos, entre ellos el brasileño Partido de los Trabajadores, en el gobierno desde 2003 con su lìder Luiz Inácio Lula da Silva como presidente.
"Las iniciativas reformistas no son empujadas por organizaciones importantes de base como el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil, sino por otras más pequeñas, con recursos económicos y relación con los gobiernos", alegó Taddei.
Norma Fernández, también integrante del Consejo Internacional pero en representación de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), dijo a IPS que "una reforma superestructural" como la de Naciones Unidas, "no debería impedir ninguna movilización" y consideró que "puede ayudar" a los objetivos del FSM.
"Todo suma", opinó Fernández. "No hay caminos únicos. Aun si se lograra una reforma del orden internacional, no serviría para detener la guerra y el hambre si al mismo tiempo no se movilizan las organizaciones sociales", añadió.
Para entender el trasfondo de este debate hay que analizar el escenario internacional de 2004 y el impacto que tuvo en el movimiento social internacional, propone el sociólogo de Clacso.
En este sentido, explicó que la degradación que sufrió la invasión de Estados Unidos a Iraq a lo largo del último año, y luego la reelección de George W. Bush, afectaron negativamente la dinámica del movimiento mundial, que tuvo un reflujo en relación con las demostraciones multitudinarias de 2003.
Dichas manifestaciones, sin precedentes en la historia de la humanidad, no bastaron para evitar la guerra. "Eso afectó el ánimo y la capacidad de movilización", y el nuevo triunfo de Bush ahondó más ese sentimiento, admitió Taddei.
Según su criterio, la debilidad relativa en la que quedó el movimiento se manifestó en el impacto menor que tuvieron las movilizaciones ante un hecho de "extrema gravedad" como fue "la invasión militar a Haití", explicó en alusión a la decisión de los gobiernos latinoamericanos de intervenir en ese país del Caribe en 2004.
"Yo propuse discutir la crisis de Haití en el Consejo Internacional, y habría sido ideal una declaración, pero se eludió ese debate y creo que es porque hay organizaciones sociales en el FSM muy vinculadas con el gobierno de Lula, que encabezó la misión militar conjunta" a esa nación, interpretó Taddei.
El sociólogo alegó que ese contexto de "reflujo relativo" del movimiento fue aprovechado por gobiernos europeos que buscan "desmovilizar la resistencia al neoliberalismo de guerra", y a través de distintas organizaciones comenzaron a empujar la iniciativa de reformar el sistema de Naciones Unidas.
La organización que más trabajó en esta propuesta es la italiana Mesa de la Paz, integrada por diversas organizaciones sociales, que en noviembre realizó un seminario "para un orden internacional más justo, pacífico y democrático" en la nororiental ciudad italiana de Padua.
El encuentro contó con apoyos de numerosas organizaciones, entre ellas la argentina CTA, el Instituto Brasileño de Analisis Sociales y Económicos, y la Asociación por la Tasación de las Transacciones Financieras y la Acción Ciudadana.
Los participantes elaboraron un documento titulado "Reclamemos nuestras Naciones Unidas" que servirá de base para la discusión en Porto Alegre. Ese texto critica el unilateralismo y reclama "soluciones globales para problemas globales".
Los adherentes al documento consideran indispensable recuperar a la ONU, "secuestrada por gobiernos poderosos", y no rechazan la acción del movimiento social, sino que la consideran vital para impulsar las reformas.
El secretario de integración de la CTA, Juan González, dijo a IPS que no sólo la ONU debe reformarse, y que en el Foro habrá múltiples debates sobre cambios en el sindicalismo y en las estructuras de integración.
Las organizaciones sindicales no dan respuesta al crecimiento mundial del desempleo y la explotación laboral, y tampoco los procesos de integración regional contemplan la participación activa de la sociedad civil. Por eso la discusión es más amplia, anticipó.
En opinión de González, dentro del Foro "siempre hay sectores a los que les interesa que haya sólo reformas superestructurales", pero también hay organizaciones con propuestas radicales de acción. "Los peligros de deformación están siempre latentes, lo importante es que se discuta todo dentro del Foro", remarcó.
Taddei cree que para superar esa tensión habría que ver cómo "relanzar un proceso de movilización a escala internacional en torno a la lucha contra la guerra y contra las consecuencias de las políticas neoliberales dentro de cada país".
"Sería una trampa para el movimiento concentrar el debate en discutir la reforma de la ONU, porque Estados Unidos, que sabe que su estrategia internacional de caballero solitario tiene un límite, podría tomar esta iniciativa en su favor porque le conviene volver a contar con el sistema multilateral", advirtió.
Taddei expresó además que desde el origen del FSM hay una tensión entre quienes quieren dotar al foro de una estructura más orgánica y quienes buscan mantenerlo como un espacio de debate abierto. Pero aseguró que cuando hay claridad en la acción, las cuestiones organizativas no ocupan tiempo de los participantes.
En este sentido, el experto consideró que el Consejo Internacional avanzó mucho para dotar al Foro de una mejor estructura para la discusión mediante consultas a las organizaciones, pero insistió en que "sin un debate político, no alcanza".
Para el representante del Clacso, el consejo tiene un funcionamiento "burocrático" y discute asuntos "poco relevantes". Responsabilizó de ello al Comité Brasileño que se ocupa de la organización del FSM.
"Quizás se evita la discusión de fondo por miedo a una división, pero yo soy partidario de que las ideas se expresen y se procesen", concluyó.