El debate sobre el modo de reducir la pobreza en el mundo ha sacado a luz una amplia gama de estrategias, entre ellas se destaca este año la promoción de microcréditos para brindar servicios financieros a sectores de escasos recursos de los países en desarrollo.
La estrategia toma vida sobre todo al declarar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a 2005 como el Año Internacional del Microcrédito.
Los microcréditos representan una de las vías más efectivas para combatir contra la pobreza y representan una herramienta destinada a contribuir con el logro de los objetivos del milenio, dijo a IPS, Lennart Bage, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) en el marco de la difusión del Informe del Proyecto Milenio, presentado esta semana también en Roma.
Para Bage, los proyectos de microcrédito son esenciales en toda estrategia de desarrollo y juegan un papel importante, porque dan la posibilidad a los pequeños agricultores y comerciantes de mejorar sus condiciones de vida y obtener más ingresos a través de la creación de pequeñas empresas.
Citó como ejemplo el caso de Egipto, donde la creación de pequeñas compañías en el sector agrícola han mostrado resultados alentadores. Se ha logrado aumentar la producción de las cosechas incluso en un 100 por ciento, además de obtener otros beneficios, comentó.
Experiencias de este tipo también han sido desarrolladas en América Latina, sobre todo, en Argentina, México, Perú y Bolivia, donde 80 por ciento de las iniciativas son llevadas a cabo por mujeres.
Sin embargo, Bage también advirtió que 70 por ciento de los pobres del planeta carecen de servicios de crédito, ahorro y transferencia de dinero, aspectos básicos para la creación y gestión de las pequeñas empresas.
El FIDA coincidió en señalar junto a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y al Programa Mundial de Alimentos (PMA), que es posible alcanzar las ocho metas del milenio antes de 2015 si los países en desarrollo y los industrializados pasan de inmediato a la acción, lo cual implica poner en marcha planes como el microcrédito.
Entre esos Objetivos de Desarrollo del Milenio, establecidos en 2000 por los 189 estados entonces miembros de la ONU, figuran garantizar para 2015 la educación universal de niños y niñas, y reducir a la mitad el porcentaje de la pobreza existente en 1990, así como la cantidad de hambrientos y sin acceso a agua potable ni medios para costearla.
También entre esas metas se cuentan promover la equidad de género, reducir la mortalidad infantil, combatir el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del virus de inmunodeficiencia adquirida (sida), la malaria y otras enfermedades, además de garantizar la sustentabilidad ambiental.
Las tres organizaciones con sede en Roma se muestran optimistas hoy a pesar de que las cifras de pobreza en el mundo parecieran indicar lo contrario.
Una de cada cinco personas vive en la actualidad en la pobreza extrema, lo cual equivale a unas 1.200 millones, más de 850 millones padecen hambre crónica, casi 11 millones de niños y niñas mueren por año de enfermedades prevenibles, como malaria, diarrea y neumonía, y 114 millones de ellos no tienen acceso a la escuela, mientras que 584 millones de mujeres son analfabetas.
Además, la tercera parte de los pobres habitan en zonas rurales y dependen básicamente de la agricultura, un sector en el cual la Ayuda Oficial para el Desarrollo (AOD) ha venido decayendo desde 1988. Hoy en día sólo ocho por ciento de esta asistencia se destina al desarrollo rural.
El FIDA, la FAO y el PMA afirmaron que los líderes de los países más pobres deben dar los pasos necesarios para asegurar un buen gobierno y una planificación económica sólida y la comunidad internacional debe afrontar estrategias que los respalden.
Mientras, Pedro Sánchez, responsable de presentar el Informe del Proyecto Milenio en Roma, dijo a IPS que, si realmente se quiere combatir la pobreza, tiene que haber un cambio de actitud por parte de los líderes, gobiernos y de la comunidad internacional y eso significa pasar a la acción.
Hay que ser realistas, hacerle frente a los países y líderes que quieren perpetuar la pobreza con fines políticos, y favorecer de verdad a quienes viven en un continuo 'tsunami' de hambre, miseria y enfermedad, como los países de Africa subsahariana, añadió Sánchez, quien dirige el departamento de Agricultura Tropical del Instituto de la Tierra de la estadounidense Universidad de Columbia.
Indicó, además, que en teoría todo el mundo sabe cuáles deberían ser las estrategias más eficaces para luchar contra la pobreza, pero falta mayor voluntad política y más compromiso, lo cual implicaría no seguir sometiendo a los países pobres al negocio de los préstamos cuando en realidad se les deberían hacer donaciones.
Muchos países pagan cinco veces más en deuda que en lo que reciben en ayuda, comentó el experto, citando como ejemplo el caso de Kenia, donde 56 por ciento de sus 31 millones de habitantes viven con menos de un dólar al día.
Kenia recibe cerca de 100 millones de dólares anuales de ayuda externa y paga 500 millones de dólares al año por concepto de deuda. Y seguimos aumentándole la deuda en términos de préstamos, afirmó.
Las tres agencias de la ONU con asiento en Roma están convencidas de que se pueden cumplir las metas para 2015 si se ponen en marcha estrategias efectivas para reducir el hambre y la pobreza, lo que se traduce en reformas políticas, en inversión, en el aumento de la productividad, instituciones de servicios y finanzas rurales y en el mercado.
Asimismo, señalan como estrategias esenciales la creación de economías pujantes con crecimiento sostenible a largo plazo, donde las personas puedan valerse por sí mismas. Implica el acceso al empleo, a la educación, al agua, al crédito, entre otras cosas.
Los Objetivos de Desarrollo del Milenio podrían cumplirse para 2015 con una inversión anual de 100.000 millones de dólares al año, pero actualmente sólo se le destina la mitad. (