El presidente Hugo Chávez continúa con viajes a Cuba y Brasil la ofensiva internacional que siguió a la relegitimación de su mandato en agosto y con la que trata de capitalizar la buena posición de Venezuela como palanca de integración, al disponer de un recurso apetecido, el petróleo.
El mandatario "avanza en uno de los ítems propios de una revolución, junto con el desplazamiento de élites y la afectación de la propiedad, que es la acción internacional antiimperialista", observó a IPS Carlos Romero, catedrático de estudios internacionales en la Universidad Central, la principal de Venezuela.
Chávez se impuso con 59 por ciento de sufragios en una votación récord que congregó a diez millones de sus compatriotas, en el referendo sobre su mandato el 15 de agosto, y candidatos oficialistas ganaron el 31 de octubre 90 por ciento de las gobernaciones estaduales y más de 70 por ciento de las alcaldías del país.
El oficialismo emprendió entonces una serie de reformas legislativas, con leyes sobre el contenido de la radio y la televisión, para penalizar la disidencia violenta y ampliar el Tribunal Supremo de Justicia, mientras el líder iniciaba una ofensiva en el exterior para concretar sus llamados a la multipolaridad internacional.
Chávez primero viajó a la vecina Colombia, para limar asperezas con su homólogo Álvaro Uribe —proclamó en público que no respalda a la guerrilla colombiana— y sellar acuerdos para construir nuevas redes de interconexión energética.
Luego fue a España, para una visita en la que elogió al gobernante socialista José Luis Rodríguez Zapatero y criticó a su predecesor conservador José María Aznar. Durante su estadía, el canciller español Miguel Ángel Moratinos acusó a la administración de Aznar por haber respaldado el efímero golpe contra Chávez en abril de 2002.
Se incrementarán las inversiones de la petrolera española Repsol en Venezuela, y Caracas llevará varios de sus buques cisterna a ser reparados en astilleros de España.
El presidente venezolano recibió luego en Libia el premio Muamar Gadafi a los derechos humanos, y en Rusia pactó acuerdos de cooperación energética, más la compra de decenas de helicópteros y 100.000 fusiles para el ejército venezolano.
En Irán también se concretaron acuerdos de cooperación, sobre todo en maquinaria agrícola y telecomunicaciones, y con Qatar se renovaron compromisos para negocios conjuntos en gas natural, amén de que Chávez fue entrevistado por el icono de la nueva televisión satelital árabe, el canal Al Jazeera, y promovió su tesis de que debe existir una red de televisión del Sur.
Entre tanto, la cancillería venezolana fue confiada a Alí Rodríguez, ex presidente del gigante estatal Petróleos de Venezuela, ex secretario general de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y "una de las cabezas mejor amobladas del gobierno", como lo definió para IPS un politólogo opositor.
Chávez pactó acuerdos con República Dominicana, Paraguay, Bolivia y Chile para entregar volúmenes de hidrocarburos en condiciones preferenciales, semejantes a las que México y Venezuela sostienen desde 1980 para una decena de pequeños vecinos de América Central y el Caribe.
De ese modo pudo presentarse en la Cumbre Sudamericana del 9 de diciembre en Cuzco (Perú) con un ejemplo concreto de la cooperación que quiere entre las entidades de hidrocarburos de la región, y la que promueve con las etiquetas de Petroamérica, Petrosur y Petrocaribe.
Mientras, en Caracas se reunieron centenares de intelectuales y artistas de varios continentes que expresaron apoyo a las revoluciones bolivariana (venezolana) y cubana, y en ciudades del interior hubo reuniones del congreso bolivariano de los pueblos, con delegados de movimientos políticos y sociales de la región.
Entre éstos, el gubernamental Partido de los Trabajadores y Movimiento de Campesinos Sin Tierra de Brasil, el Frente Sandinista de Nicaragua, el Farabundo Martí de El Salvador, del Movimiento al Socialismo de Bolivia, del Partido Comunista de Cuba y del movimiento indigenista Pachacutik de Ecuador.
Chávez "trata de darle una dimensión regional, latinoamericana, a su revolución bolivariana, tal como recogen documentos de su movimiento desde mucho antes de llegar al poder (1999) y plantearse avanzar en ese camino por etapas", observó a IPS el politólogo Alberto Garrido, de la venezolana Universidad de Los Andes.
Esos avances "en algún momento chocarán con la estrategia estadounidense en la región, cuya punta de lanza es el Plan Colombia, de amplia lucha contra el narcotráfico y que Washington ha proyectado sobre toda el área andina, y ahora en forma de Plan Patriota tiene un propósito claramente militar contra la guerrilla", abundó.
Según Garrido, Venezuela "no sólo compra armas rusas para alejarse de la dependencia militar de Washington, sino trata de formar a la población para un posible escenario de confrontación, y de allí sus recientes llamados a preparar las reservas".
El adagio latino atribuido a Vegetius, "si quieres la paz, prepárate para la guerra", fue evocado por Chávez en el acto aniversario de la aviación militar, el 10 de diciembre, al ordenar la preparación de batallones de reserva y la mejor dotación a la Fuerza Armada "para estar en condiciones de defender la soberanía del país, que está amenazada".
El viaje del mandatario esta semana a Cuba, al cumplirse 10 años de su primera visita a la isla caribeña coincide con las mayores maniobras defensivas organizadas por La Habana en los últimos 18 años.
En aquel viaje Chávez estaba recién salido de la cárcel tras liderar, como teniente coronel, un fallido alzamiento militar en 1992.
Luego de su visita a Cuba, Chávez irá esta semana a las ciudades brasileñas de Belo Horizonte y Ouro Preto, para participar en las reuniones del Mercado Común del Sur (Mercosur, conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay).
El presidente convirtió a Venezuela en miembro asociado del Mercosur, y con sus presidentes impulsa que América del Sur sea "un polo de poder" en el escenario global.
Al cierre del año, durante los días de la Navidad católica, Chávez viajará a China, país al que propone, como a India, Irán, Rusia y sus vecinos sudamericanos, una "alianza estratégica" para hacer contrapesos al poderío estadounidense.
