SOMALIA: Y después de todo, los tsunamis

El recién constituido gobierno de Somalia tenía como principales desafíos para el próximo año consolidar su poder y pacificar el territorio, pero el devastador maremoto del domingo en el océano Índico planteó nuevos retos.

El primer ministro interino Alí Mohammed Ghedi anunció que viajará a Mogadiscio en los próximos días para evaluar en persona los efectos de la tragedia.

Ghedi integra el gobierno del presidente Ahmed Yusuf, instalado el 3 de noviembre, que por razones de seguridad tiene sede en Nairobi, la capital de Kenia, donde desde 2002 se desarrollan las conversaciones somalíes de paz.

Los ”tsunamis”, palabra japonesa usada para referirse a las grandes olas causadas por un terremoto o una erupción volcánica bajo el mar, dejaron cerca de 120 muertos en este país del Cuerno de África, desde hace decenios azotado por la guerra civil, el hambre, las sequías y la pobreza.

Somalia, antigua colonia italiana, está en guerra civil desde 1991, cuando distintas facciones derrocaron al dictador Mohammed Siad Barre para luego enredarse en luchas intestinas.

La provincia nororiental de Puntland declaró su autonomía en 1998, y la septentrional Somalilandia, ex colonia británica anexada por Mogadiscio en 1960, declaró su independencia en 1991, aunque no fue reconocida por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Los clanes Hawiye, Digle-Mirifle, Dir y Darod luchan entre sí, y hay un quinto clan formado por 14 grupos minoritarios.

La guerra civil dejó más de 300.000 muertos, según agencias humanitarias. La intervención de la ONU se produjo entre 1992 y 1995.

La catástrofe del domingo podría adelantar la mudanza del gobierno de Yusuf a Mogadiscio, que estaba prevista para mediados de 2005.

Bangladesh, Birmania, Indonesia, India, Malasia, Maldivas, Tailandia y Sri Lanka fueron los países más afectados el domingo por los tsunamis.

El maremoto en este caso fue causado por un sismo de magnitud 9 en la escala de Richter, con epicentro cerca de la noroccidental isla indonesia de Sumatra, en el océano Índico.

Las olas también impactaron en Kenia, Somalia y Tanzania.

Este jueves, las organizaciones internacionales calculaban el número total de muertos en 120.000.

El ministro de Ambiente de Kenia, Kalonzo Musyoka, informó que la toda la fuerza armada del país fue puesta en alerta máxima.

Por su parte, Ghedi señaló que en Somalia hay unas 35 personas desaparecidas y otras 50.000 fueron desplazadas por las inundaciones.

”El primer ministro encabezará una misión integrada por autoridades de Somalia y de agencias internacionales para examinar el lugar” de la catástrofe, indicó a IPS el jefe de la oficina de prensa de la presidencia, Yusuf Baribari.

”El número de muertos supera los 100. Todavía estamos recibiendo información sobre la catástrofe. Todas las redes de pesca, los botes y los equipos de refrigeración en la costa fueron destruidos por las olas. La mayoría de las aldeas costeras quedaron por completo sumergidas bajo el agua”, añadió.

Baribari señaló que Somalia necesitará ayuda humanitaria de los países vecinos y de toda la comunidad internacional.

”Necesitamos asistencia de todo tipo. Le pedimos a nuestros vecinos, así como a la comunidad internacional, que vengan a nuestro rescate”, afirmó.

Algunas agencias humanitarias, como el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), ya han respondido al llamado, aunque afrontan algunas dificultades para acceder a las áreas más afectadas.

”Hay algunas dificultades para entrar en Hafun, una isla en el norte de Somalia, y eso ha demorado la distribución de la comida”, dijo a IPS Laura Melo, portavoz del PMA.

Melo explicó que el PMA utilizará alimentos no perecederos que originalmente habían sido enviados a Puntland para asistir las víctimas de las últimas sequías.

”La asistencia a los afectados por las sequías continuará, pero parte de estos alimentos puede usarse para ayudar también a las víctimas del maremoto”, señaló el PMA en un comunicado.

Puntland sufre desde hace cuatro años una mortal combinación de sequías, inundaciones y clima inusualmente frío que casi ha acabado con los animales de la zona.

Además, las agencias internacionales advirtieron del peligro de que se propaguen enfermedades como el cólera y la fiebre tifoidea en la provincia. (

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