Los empresarios de Jamaica se sumaron a las críticas contra la música dancehall, una corriente del reggae acusada de promover en los jóvenes un comportamiento destructivo y criticada por sus letras homofóbicas.
Las principales empresas en esta isla caribeña anunciaron que no auspiciarán espectáculos musicales ni contratarán a artistas que promuevan la violencia con sus canciones.
El anuncio significó un espaldarazo para la Alianza Contra la Difamación de Gays y Lesbianas y el grupo británico defensor de los derechos de los homosexuales Outrage, que hace 10 años lanzaron una campaña contra el dancehall.
Los activistas criticaban en especial a artistas jamaiquinos de renombre internacional como Beenie Man, Buju Banton, Bounty Killer y el grupo TOK. La presión tuvo éxito y lograron que se cancelaran varios espectáculos de estos músicos en Europa y Estados Unidos.
Los activistas homosexuales intensificaron su campaña en especial después del asesinato en junio de uno de sus principales líderes, Brian Williamson.
A los cantantes de dancehall, llamada por sus críticos la música homicida por sus letras agresivas, se los acusa de promover actos violentos contra los homosexuales.
La polémica aumentó el 30 de octubre, cuando fue asesinado a golpes en Londres el propietario de un bar, al parecer víctima de fanáticos de ese ritmo jamaiquino.
El dancehall es una corriente del reggae que se apoderó de la escena musical de Jamaica después de la muerte de Bob Marley, en 1981. Muy diferente al estilo de Marley, se trata de una suerte de rap con letras agresivas y, al menos en sus comienzos, localistas.
Outrage sostiene que la creciente popularidad de la música es la principal razón del aumento de 10 por ciento en los ataques contra homosexuales en Londres en los últimos años.
Pero los fanáticos del dancehall sostienen que las letras en realidad condenan sólo algunas actitudes de los gays y las lesbianas.
Ellos aseguran que muchos gays tienen a niños de la calle como esclavos sexuales, y aseguran que cada vez más hombres se vean forzados a prestarse a relaciones homosexuales por razones económicas.
Para ellos, las estrellas de dancehall son chivos expiatorios en una conspiración racista destinada a despenalizar la homosexualidad, y advierten que la industria discográfica puede ser el próximo objetivo de los activistas.
En Jamaica, las relaciones homosexuales son castigadas con más de 10 años de trabajos forzados en prisión, según una ley que ya tiene 140 años.
En medio de la polémica, las subsidiarias jamaiquinas de las multinacionales Cable and Wireless, Courts, Digicel, Pepsi Cola, Red Stripe, y la gigante local Wray & Nephew Limited anunciaron que interrumpirán todo vínculo con artistas que promuevan la violencia de cualquier forma.
Expresamos nuestro temor de que el continuo uso de lenguaje violento en la música derive en un deterioro de nuestra industria musical, así como de nuestra sociedad y nuestra economía, señalaron en un comunicado conjunto.
El turismo en Jamaica es el segundo sector que provee más ingresos al país y en el que trabaja uno de cada cuatro jamaiquinos.
Estas compañías son las principales patrocinadoras de espectáculos musicales.
Muchos jamaiquinos han criticado el dancehall también por promover la violencia contra la policía, por su lenguaje machista y obsceno, y por las frecuentes peleas entre los músicos en los mismos escenarios.
Algunos sospechan incluso que la creciente popularidad de esta corriente musical puede estar vinculada con el alto índice de homicidios en esta isla caribeña, de 2,6 millones de habitantes. En lo que va de este año, 1.240 personas han sido asesinadas en Jamaica.
En 1992, el cantante de dancehall Buju Banton estuvo en el ojo de la tormenta cuando publicó su simple Boom Bye Bye.
El mundo está en problemas / Cada vez que Buju Banton llega / los gays tendrán que huir / o recibirán una bala en la cabeza / Bang, bang en la cabeza de un gay / No defenderá a los hombres asquerosos / Deben morir, dice la letra de la canción.
En aquel entonces, el periodista y activista por los derechos humanos John Maxwell calificó al músico de peligro público por difundir una canción no sólo antisocial, sino contraria a las leyes de Jamaica.
Ahora los músicos de dancehall se ven afectados por la cancelación de sus espectáculos. En septiembre, Outrage logró que sacaran los cantantes Elephant Man y Vybz Kartel de la lista de nominados de la categoría de reggae en los premios de la Música Británica de Origen Negro.
Poco después, ante la presión de los activistas homosexuales, los organizadores del Festival Krakrock en Avelgem, Bélgica, cancelaron la presentación de Bounty Killer.
Un mes antes, el canal de música estadounidense MTV había suspendido una actuación de Beenie Man.