Políticos, religiosos y sindicalistas de México criticaron el salario mínimo diario, fijado en cuatro dólares para 2005, lo que apenas alcanza para comprar dos tubos de crema dental. Pero sólo un dirigente decidió que valía la pena protestar con un ayuno en plena calle.
El día 15, cuando autoridades, empresarios y sindicatos alineados con el gobierno acordaron el nuevo salario mínimo (apenas tres por ciento superior al de 2004), el académico y sindicalista Edur Velasco se instaló en una tienda de campaña a la entrada de un edificio público en la capital e inició un ayuno.
Estudios de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, entidad integrada por gobierno, empresarios y sindicatos, reconocen que el salario mínimo perdió de 1988 a la fecha, 72,9 por ciento de su poder de compra.
Es una protesta que va a contrapelo de la época navideña consumista y que se mantendrá hasta que se decida subir el salario mínimo de ley, pues como está ahora representa un oprobio, dijo Velasco a IPS afuera de su casa de campaña.
Aunque el gobierno de Vicente Fox y los empresarios aseguran que el salario mínimo es apenas una referencia y casi nadie recibe ese monto, datos del estatal Instituto del Seguro Social indican que casi un millón de trabajadores formales percibe ese ingreso, equivalente a 80 dólares por 20 días hábiles.
Además, casi la mitad de los 43,3 millones de personas de la población económicamente activa trabaja en el sector informal, en el que recibe ingresos aún menores al salario mínimo, y alrededor de 3,6 por ciento de los trabajadores está sin empleo.
En el año que termina se crearon en México 400.000 plazas de trabajo, pero la demanda fue de 1,3 millones de nuevos empleos. Según el economista Enrique Quintana el déficit fue cubierto con 400.000 trabajadores que emigraron a Estados Unidos y 500.000 que se sumaron al sector informal de la economía.
De los poco más de 100 millones de habitantes de México, cerca de la mitad vive en la pobreza.
Detrás de esta huelga de hambre hay mucha gente, pero yo la llevo ahora y no por simple voluntarismo, sino porque es indignante que los salarios se mantengan en niveles de miseria, apuntó Velasco, quien lidera la Asociación Cívica de Trabajadores Independientes, grupo que reúne a unas 400 personas.
El nuevo salario mínimo, utilizado en México como un índice de referencia para las negociaciones entre empleadores y sindicatos y para el cálculo de multas y jubilaciones, fue decidido por acuerdo entre el gobierno, las organizaciones empresariales y los grandes sindicatos alineados al gobierno.
Según la Constitución, el salario mínimo debe satisfacer las necesidades básicas de un trabajador. En los últimos 20 años esa disposición jamás se cumplió.
Con el salario mínimo actual no es posible adquirir ni una canasta básica semanal, compuesta de alimentos y otros productos fundamentales cuyo costo diario supera los 10 dólares, indican estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México.
El nuevo salario mínimo atenta contra la dignidad de las familias, dijo el arzobispo católico Norberto Rivera.
Como Rivera, muchos políticos opositores y algunos sindicalistas independientes calificaron el aumento de irrisorio y hasta insultante, pero no hicieron nada para intentar un incremento mayor.
Mientras, Velasco cumple su ayuno rodeado de cinco personas que cuidan de su salud y seguridad. A no más de 10 metros de donde está ubicada su tienda de campaña lo observan trabajadores del edificio donde funciona la Comisión Nacional de Salarios Mínimos.
El sindicalista, además profesor de economía en la Universidad Autónoma Metropolitana, explica que sus acompañantes pasarán con él la noche previa a la Navidad y la de Fin de Año. Aquí estaré, habrá una cena con lo que se pueda comprar con un salario mínimo, expresó.
Aún sin mostrar consecuencias físicas del ayuno, Velasco afirma que sólo abandonará su protesta si el gobierno decide reajustar el salario mínimo. Aquí estaré dando la lucha hasta que haya una respuesta, declaró.
¿No está solo en esta protesta, que no parece llamar la atención del gobierno? Se pregunta al sindicalista. No estoy solo, atrás hay muchos pobres para quienes el salario mínimo es una realidad cotidiana. Esperamos que los burócratas del gobierno nos den una respuesta, contestó