INFANCIA-AMERICA LATINA: Futuro minado

Una bebé nació esta semana en plena calle de la capital mexicana. Aún no tiene nombre. Sus padres, dos jóvenes indigentes, están felices, pero no saben cómo mantenerla.

Ese vacío ante sus pies es el mismo de millones de menores de América Latina, para quienes infancia es una palabra sin contenido.

Entre 56 y 59 por ciento de las niñas, niños y adolescentes de América Latina y el Caribe son pobres, dijo este jueves el director regional del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), Nils Kastberg.

El motivo fue la presentación en México del capítulo latinoamericano del informe anual Estado Mundial de la Infancia 2005.

Veintiún por ciento de los menores de 18 años no tiene vivienda adecuada, 16 por ciento no cuenta siquiera con una letrina, siete por ciento carece de atención de salud, cinco por ciento muestra deficiencias de peso y talla y tres por ciento de los menores entre siete y 18 años nunca fue a la escuela.

En muchos lugares, niñas y niños enfrentan pobreza, violencia armada y la amenaza del virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida).

Para ellos, la “infancia es una palabra vacía de contenido y una promesa rota”, afirma Unicef.

Aunque la situación de la infancia y adolescencia registra avances importantes, persisten problemas y rezagos, dijo Kastberg.

Jesús Omar, el padre de la bebé nacida el martes, sabe de esos problemas. Vive en la calle desde los 10 años. Ha visto y hecho “de todo”, relató a IPS.

Sus primeros años estuvieron marcados por la violencia paterna, y el resto de la niñez por experiencias con drogas, sexo temprano y problemas para conseguir el sustento.

“Pues aquí la 'neta' (la pura verdad), se vive de todo y hasta se puede ser papá si te juntas con la 'chava' (joven) que más te gusta”, dice Omar.

La "casa" que comparte con su compañera Laura, está en un pequeño parque mal cuidado cerca de la calle Reforma, una de las principales de la ciudad. Es una tienda rodeada de basura, perros callejeros y ratas que aparecen por las noches.

"No sé qué vamos a hacer con la bebé, pero queremos tenerla y darle lo que necesita”, afirma Omar, quien asegura haber pasado parte de los últimos años consumiendo drogas.

La niña nació de improviso y el parto fue atendido por estudiantes de medicina que pasaban por el lugar. Hoy, Laura y su bebé, de apenas 2,2 kilogramos de peso, están en un hospital público al que fueron llevadas por paramédicos.

Unicef recuerda algo sabido: la privación de ingresos suficientes en una familia, como la que padecerá la hija de Omar y Laura, “representa una desigualdad de oportunidades para que los niños y las niñas sobrevivan, crezcan y prosperen”.

“En Brasil, hay tres veces más posibilidades de que los niños y las niñas cuyos ingresos familiares por persona son inferiores a la mitad del salario mínimo mueran antes de su quinto cumpleaños, 21 veces más probabilidades de que sean analfabetos y 30 veces más de probabilidades de que vivan en una casa que carezca de abastecimiento adecuado de agua”, apunta la agencia de las Naciones Unidas.

“No se cómo le va a hacer, quizá buscaré un trabajo para mantener a mi hija, para darle lo que necesita”, dice Omar reflexionando sobre el futuro inmediato.

Los países de América Latina y el Caribe ocupan lugares intermedios en la lista mundial de Unicef de 192 naciones sobre mortalidad de menores de cinco años, “indicador fundamental para medir el bienestar de los niños”, explica la agencia.

Cuba, con ocho menores muertos antes de los cinco años por cada mil nacidos, es la mejor ubicada de la región, en el lugar 153. Haití, en cambio, ocupa el peor lugar, 118, con 39 muertes por cada mil.

Unicef reconoce que la región ha dado, en promedio, grandes pasos a favor de la niñez en los últimos 43 años. Entre 1960 y 2003 se redujo la mortalidad de menores de cinco años de 153 a 32 por mil y la mortalidad infantil de un año de 102 a 27 casos por mil.

En el mundo en desarrollo, América Latina se encuentra bien situada para lograr en 2015 un abatimiento de dos tercios de las muertes de niñas y niños de hasta cinco años, estima Unicef.

Ese meta es uno de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio, definidos por la comunidad internacional en 2000 como una gran plataforma para acabar con la pobreza y la desigualdad.

La lista incluye metas de reducción de pobreza extrema y hambre, de universalización de la educación primaria, igualdad de género, y mejoras en los indicadores de salud materna e infantil, combate al sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) y acceso al agua y al saneamiento.

El director regional de Unicef exhortó a los gobiernos y la sociedad latinoamericanos a considerar esos objetivos “como un piso y no como un techo”.

Pero Omar no va tan lejos. Su propósito inmediato es conseguir empleo y algo de dinero para salir de la calle, junto a Laura y a su hija de dos días.

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