EEUU-IRAQ: Más soldados, más problemas

El anuncio de que Estados Unidos aumentará de 138.000 a 150.000 los soldados desplegados en Iraq puso fin a la sensación de triunfo de las fuerzas de ocupación, tras recuperar el control de Faluya, el principal bastión rebelde sunita.

Aunque el gobierno de George W. Bush intentó esta semana presentar la decisión como una simple medida para mantener controlados a los rebeldes y fortalecer la seguridad en vísperas de las elecciones del 30 de enero, la mayoría de los analistas la consideraron un reconocimiento de que la campaña contrainsurgente no anda bien.

Esa conclusión fue anticipada en cierta medida el día antes del anuncio del miércoles sobre el envío de 1.500 soldados adicionales a Iraq y la extensión de la permanencia de otros 10.000, cuando el Pentágono (Departamento de Defensa) confirmó que 134 militares estadounidenses murieron en Iraq en noviembre.

El mes pasado se convirtió así en el más fatal desde la invasión de marzo de 2003, junto con abril de este año, cuando el mismo número de soldados murieron combatiendo rebeldes sunitas y chiitas en la capital, Bagdad, y en el sur.

El aumento de la tropa estadounidense marca así, al menos en un plano simbólico, un revés para la estrategia a largo plazo de la ”iraquificación” u otorgamiento a las fuerzas iraquíes de más responsabilidad en el mantenimiento del orden y el freno a la insurrección sunita.
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”Temo que esto signifique una 'reamericanización'… de nuestra estrategia en Iraq”, manifestó el coronel retirado Ralph Hallenback, que participó de la ocupación en 2003, al diario The Washington Post.

El anuncio del nuevo despliegue también provocó un ”se los advertimos” de muchos críticos, quienes desde un comienzo afirmaron que los líderes civiles del Pentágono estaban totalmente equivocados al esperar una victoria militar con menos fuerzas, más poder de fuego y más velocidad.

”Debimos enviar más (soldados) desde el principio”, señaló el senador Chuck Hagel, del gobernante Partido Republicano, quien visitó Bagdad esta semana con una delegación de legisladores.

Hagel, como otros veteranos de la guerra de Vietnam (1960-1975), observó que cuando Washington compromete tropas en el extranjero debe hacerlo con una fuerza abrumadora y una ”estrategia de salida” clara, elemento clave de lo que pasó a conocerse como ”doctrina Powell”, en referencia al saliente secretario de Estado (canciller) y ex presidente del Estado Mayor Conjunto, Colin Powell.

Para los veteranos, una de las lecciones más importantes de la debacle de Indochina fue la de evitar situaciones que conduzcan a una guerra de guerrillas, en cuyo caso la única salida es el despliegue de más fuerzas.

”Aumentar la tropa en este punto es lo opuesto de lo que altos funcionarios del Pentágono esperaban cuando empezó la guerra, en marzo de 2003”, señaló Thomas Ricks, corresponsal militar del Washington Post.

”Ahora, nos enfrentamos al simple hecho de que la insurgencia está aumentando”, escribió Joseph Galloway, otro corresponsal militar, en Knight Ridder Newspapers.

Galloway se burló de un comandante militar que afirmó que la campaña de Faluya ”rompió la espina dorsal de la insurgencia”, y señaló que los rebeldes perpetran hasta 150 ataques por día, 10 veces más que hace un año.

El aumento de la tropa es también otro golpe para la credibilidad del gobierno sobre la conducción de la guerra, en particular porque los líderes civiles insistieron desde el principio en que ”las botas en el terreno” eran suficientes, y además ridiculizaron a oficiales activos y retirados que antes de la invasión habían advertido públicamente sobre la necesidad de más soldados.

La escala de la guerra en Iraq ”hace creer a los estadounidenses que fueron engañados o que las cosas son peores de lo que se les dijo”, dijo a la prensa el senador demócrata Joseph Biden, quien se encuentra de visita en Iraq con Hagel.

Pero la peor parte se la lleva la tropa. A muchos soldados que originalmente debían cumplir una misión máxima de 12 meses se les ha comunicado extensiones de dos meses como mínimo.

Algunas unidades que debían volver a casa en octubre ahora tendrán que esperar hasta marzo de 2004.

Estas extensiones ”pueden causar problemas relacionados con la moral y la retención” de los miembros de las fuerzas armadas, señaló The New York Times.

La Guardia Nacional advirtió la semana pasada que la cantidad de postulantes el último otoño boreal estuvo 30 por ciento debajo de sus objetivos.

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