El Banco Mundial alienta el crecimiento económico del mundo en desarrollo con responsabilidad ambiental, pero muchos se preguntan por qué entonces respaldó en los últimos 12 años 332 proyectos que incluyen combustibles de origen fósil.
Un estudio de la Red de Energía y Economía Sustentable (SEEN por sus siglas en inglés), del Instituto de Estudios Políticos con sede en Washington, indicó que desde el compromiso asumido por el Banco Mundial en 1992, respecto de financiar proyectos de energía sustentable en países pobres, sólo uno de cada 17 programas se orientó a energías renovables.
La información, contenida en el informe En sentido contrario desde Río, fue confirmada a IPS por Nadia Martínez, del capítulo latinoamericano de esa red, tras la presentación de una nueva publicación del Banco Mundial en la Décima Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático que se desarrolla en Buenos Aires.
En el lanzamiento este martes de la publicación anual Environment Matters (El ambiente importa), cuyo tema es el crecimiento sustentable en el Sur, el director del Departamento de Ambiente del Banco Mundial, Warren Evans, admitió que ese organismo multilateral apoya proyectos de infraestructura con combustibles fósiles, pero lo justificó en la urgencia de satisfacer necesidades de los más pobres.
Hay 1.600 millones de personas en el mundo en desarrollo que carecen de electricidad, y más personas aún que dependen del combustible fósil para cocinar y calentarse, explicó Evans, para luego asegurar que el Banco ya apoya proyectos sobre energías renovables en forma creciente en su cartera de opciones.
Debemos atender esas necesidades de los países en desarrollo, consideró el funcionario.
La contradicción entre alentar el crecimiento sustentable e invertir en proyectos que aumentan emisiones de gases de efecto invernadero resultó evidente en la presentación de la revista anual del Banco.
La entidad multilateral calcula que el producto interno bruto mundial se cuadruplicará para 2050, respecto del monto actual, pero crecerá aún más en los países hoy considerados atrasados. Por eso sostiene que es necesario ver cómo se crece y propone como camino prudente integrar ese avance con responsabilidad ambiental y equidad social.
Lo que intentamos es generar conciencia de que, para que el crecimiento económico sea sustentable, los temas ambientales deben estar integrados, subrayó Evans. Más crítico, en su artículo de la revista, expresa además que la situación del ambiente en el mundo es preocupante y que la lentitud de política para combatir el deterioro es alarmante.
En esa publicación escriben, además, el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales de México, Alberto Cárdenas, el ministro de Protección Ambiental de China, Xie Zhenhua, y el secretario de Medio Ambiente y Bosques de India, Prodipto Ghosh, entre otros representantes gubernamentales, académicos y de la sociedad civil.
El funcionario mexicano sostiene que el costo de la degradación ambiental en su país equivale a entre 10 y 11 por ciento del producto interno bruto, un porcentaje que representa 64.000 millones de dólares al año.
A menudo en América Latina escuchamos gente preocupada, porque si invertimos en medio ambiente afectaremos nuestra competitividad, pero es justamente al revés, pues si no enfrentamos los retos ambientales perderemos oportunidades, sostuvo en la presentación de la revista el subsecretario de Ambiente de México, Fernando Tudela.
Por su parte, Ghosh destacó que su país tuvo éxito en romper el vínculo tradicional entre el aumento de la actividad económica y el ataque al ambiente, pero insistió en la necesidad de trabajar contra la pobreza porque quienes viven en esa situación, señaló, son las principales víctimas del deterioro de los recursos naturales.
Con promesas, el ministro chino, a su vez apuntó en su artículo que su país prevé cuadruplicar el producto interno bruto en 2020, respecto de 2000, pero también se ha propuesto aumentar de uno a 12 por ciento la participación de elementos renovables en la matriz energética nacional.
De esta manera, el Banco Mundial presentó un panorama de los desafíos que enfrenta el mundo en desarrollo para fomentar el crecimiento de sus economías de acuerdo a un modelo más sustentable que el tradicional, que estuvo basado principalmente en la utilización de energías contaminantes que provocan el recalentamiento global.
Sin embargo, SEEN advirtió que desde la Cumbre de la Tierra, celebrada en 1992 en Río de Janeiro, el organismo se comprometió a financiar proyectos que garantizaran el uso de energías renovables, y eso no se concretó. Por el contrario, la mayoría de los programas de inversión que apoyó fue en energías tradicionales.
La red calcula que desde hace 12 años el Banco Mundial invirtió más de 28.000 millones de dólares en proyectos de combustibles fósiles, incluyendo infraestructura para la extracción, la producción y el transporte de petróleo, gas y carbón.
Fueron 332 proyectos desde 1992 a 2004 que liberarán a la atmósfera 43.424 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, precisó Martínez a IPS.
La activista sostuvo, además, que no es justo que el organismo multilateral, que debería tomar la iniciativa financiera en materia de inversiones para energías limpias en países pobres, siga fomentando las emisiones de gases invernadero y participe del negocio creado para mitigarlas.
Se refirió así al respaldo del Banco a los mecanismos de flexibilización creados en el Protocolo de Kyoto para comprometer a países industrializados con metas de reducción cuantificada de emisiones en un plazo que va de 2008 a 2012.
Uno de los mecanismos, el de desarrollo limpio, se basa en otorgar incentivos a empresas privadas para que desarrollen proyectos de reducción de emisión de gases contaminantes en países en desarrollo, a fin de obtener a cambio certificados que permita al mundo industrializado compensar sus excesos en la materia. (