Ser pobre en un país pobre será uno de los mayores peligros que pueda correr un ser humano en el próximo siglo, para cuando se prevé un aumento mínimo de casi dos grados en la temperatura del planeta.
Así lo expuso el director de política climática de la ecologista Greenpeace Internacional, Bill Hare, al describir los efectos del recalentamiento global en la población mundial, durante la décima conferencia de la ONU sobre cambio climático, que se lleva a cabo en Buenos Aires.
Hare explicó con datos y ejemplos por qué los más pobres son y serán los más vulnerables a las alteraciones del clima provocadas por la contaminación humana.
Un aumento de dos grados amenaza a decenas de millones de personas con mayores riesgos de padecer hambre por las sequías, las inundaciones y otros impactos, dijo.
Cientos de millones de personas se expondrán a la malaria y más de 1.000 millones podrían ser afectados por inundaciones y escasez de agua potable, según Hare.
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El activista habló en una de las muchas reuniones de la Décima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-10), iniciada en la capital argentina el lunes y que se extenderá hasta el 17 de este mes.
Asisten delegaciones de 180 gobiernos y de cientos de organizaciones no gubernamentales.
La preocupación de Greenpeace coincide con el informe Pobreza y Cambio Climático, elaborado por diversas agencias de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), instituciones financieras multilaterales y la Unión Europea.
El estudio advierte que el recalentamiento de la temperatura no hará sino agravar la pobreza extrema en la que viven 1.000 millones de personas en todo el mundo.
El cambio climático constituye una seria amenaza para la erradicación de la pobreza. No obstante, las actuales estrategias de desarrollo tienden a pasar por alto este riesgo, señala el texto.
El recalentamiento del clima se debe, según la mayoría de científicos, a la abrumadora liberación de gases como el dióxido de carbono, que capturan el calor del sol en la atmósfera (por eso llamados de efecto invernadero) y que son producidos sobre todo por la combustión de petróleo, gas y carbón.
La suba de la temperatura impedirá alcanzar una de las ocho metas de desarrollo del milenio, asumidas por la ONU en septiembre de 2000, con un plazo establecido en 2015.
El primero de los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio (ODM) es abatir a la mitad la proporción de la población mundial que vive en la indigencia, y exige la asunción de estrategias nacionales con ese fin.
El cambio climático pone en peligro las metas y los objetivos asociados en el nivel nacional para erradicar la pobreza, dice el informe.
Si no se toman medidas concretas y urgentes para reducir la vulnerabilidad de los más pobres y aumentar su capacidad de adaptación, podría ser difícil conseguir ese objetivo para 2015, advierte.
Pero el impacto del cambio climático no es un desafío futuro sino un fenómeno ya palpable en varias regiones, señala el documento.
En el Caribe, por ejemplo, las tormentas tropicales son más intensas y frecuentes, en el este de Argentina las inundaciones se extendieron como consecuencia de lluvias más caudalosas en los últimos 30 años, los glaciares se derriten en Asia, y pequeños países insulares del océano Pacífico ven elevarse peligrosamente el nivel del mar.
Todas esas catástrofes repercuten con mayor intensidad entre los pobres de zonas costeras, que habitan viviendas precarias y sin acceso seguro a atención de salud o al agua potable. También a los agricultores y, en general, a los países que no han desarrollado infraestructura para prevenir desastres naturales.
El interés de los más pobres en cualquier lugar del mundo es que, a largo plazo, el límite del aumento global de la temperatura esté bien por debajo de los dos grados, advirtió el activista de Greenpeace.
Pero ese escenario es difícil de alcanzar, de acuerdo con los datos de científicos que asesoran a la Convención sobre Cambio Climático desde hace más de 10 años, respecto de la certidumbre sobre la relación entre la actividad humana y el aumento del calor.
Según el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) la temperatura del planeta aumentó en promedio 0,6 grados desde la etapa de la primera industrialización, a fines del siglo XIX, y para 2100 el aumento será de entre 1,4 y 5,8 grados, por las emisiones de gases invernadero.
Además de la contaminación por combustibles fósiles, la actividad agropecuaria libera gas metano, y la deforestación a gran escala, como la que se registra en Argentina y Brasil, también contribuye al efecto invernadero, porque limita la capacidad de los bosques de absorber carbono.
El calor derretirá los glaciares, y se elevará por tanto el nivel de los mares, fenómeno que podría llegar a 100 metros para 2100.
Además, ocurrirán inundaciones en algunas regiones y sequías en otras, y lluvias y tormentas tropicales más intensas y frecuentes, con su correspondiente secuela de daños humanos.
Solo en el delta del río Nilo (en Egipto) se estima que para 2080 el aumento de la temperatura provocará inundaciones en las costas que afectarán a 3,8 millones de personas, alertó Hare.
Una meta de aumento de dos grados, como sostienen algunos países, no es segura para controlar la elevación del nivel del mar, afirmó.
Hare reconoció que los impactos del cambio climático no se repartirán equitativamente en el planeta. Se ensanchará la brecha económica entre países ricos y pobres, pues la mayor parte de los primeros se beneficiarán con las modificaciones del clima, mientras los segundos verán sus peores efectos.
De acuerdo al IPCC, que trabaja con modelos de proyección de largo plazo, el calor mejorará el rendimiento de las cosechas de países del Norte y, en cambio, afectará severamente a los del Sur, tradicionales proveedores de alimentos para el mercado global.