Las áreas del mar Mediterráneo en Europa y Africa del Norte, al igual que el mar Caribe son vulnerables a maremotos como el ocurrido el domingo en el océano Índico, advirtió una agencia de la ONU.
La amenaza latente de las grandes olas, que se conocen también por el nombre japonés de tsunami, se relaciona con la presencia de fallas geológicas conocidas, como las que en su mayoría existen en las costas de los continentes.
En el océano Índico se localizan dos de esas fallas. Una, cercana a Indonesia, fue donde se produjo el violento sismo del domingo (de nueve grados en la escala de Richter) y otra que atraviesa el área septentrional del océano, penetra en el continente asiático y llega hasta Nepal.
Los mayores peligros penden sobre el océano Pacífico, cuyo lecho está surcado por fallas en todas sus costas, tanto asiáticas como americanas, dijo Sálvano Briceño, director de la secretaría de la Estrategia Internacional para la Reducción de Desastres (EIRD).
Pero en la misma situación se encuentra el mar Mediterráneo, hendido por una falla sísmica, precisó el responsable de la oficina de la EIRD, agencia de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
El origen de los maremotos es el temblor, pero ésta no es la única causa porque se pueden producir igualmente por deslizamientos del terreno en el lecho marino.
Ese tipo de peligro se cierne en la actualidad sobre las islas Canarias, el archipiélago español ubicado al occidente de Africa del Norte. Un volcán canario, que tiene enormes rocas en su boca, amenaza con entrar en erupción y expulsar esa masa voluminosa. Si las rocas caen sobre el océano, podrían crear un tsunami excepcional, previno Briceño.
La tragedia del Índico (en la que pueden haber muerto 100.000 personas) despertó una sed de información en otras zonas amenazadas. La oficina del EIRD en Ginebra ha recibido numerosas consultas y escuchado las preocupaciones de fuentes especializadas del Caribe.
La información y la comunicación desempeñan un papel primordial en el manejo de este tipo de desastres. Briceño explicó que existen sistemas apropiados de detección de terremotos, y lo que se necesita ahora es transmitir esos datos a las autoridades de las zonas de riesgo.
No es cuestión de crear nuevos sistemas sino de conectar a las autoridades de los países del océano Índico con los sistemas que ya existen, por ejemplo en el Pacífico, insistió el funcionario.
Japón ha anunciado que pondrá a disposición de los demás países asiáticos su sistema de sensores sísmicos, que por supuesto es muy bueno, dijo Briceño.
Estados Unidos ha ofrecido lo mismo con su mecanismo establecido en Hawai, mientras Rusia mostró una disposición similar con sus recursos técnicos de detección sísmica.
Pero la tarea no acaba ahí. La segunda etapa (y la más importante del proceso de alerta temprana) requiere la participación de las autoridades locales de las comunidades amenazadas.
En este mecanismo intervienen también instituciones especializadas, como la Comisión Oceanográfica Internacional, un organismo dedicado a los aspectos técnicos y científicos de los maremotos, que depende de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Briceño aclaró que no todos los temblores localizados en los mares provocan tsunamis. Pero los centros especializados pueden identificar los movimientos de la corteza terrestre que pueden poner en movimiento grandes masas de agua, como las que se desplomaron sobre las costas de 10 países esta semana.
La diseminación pronta de esa información puede poner en marcha los mecanismos de prevención. La onda causada por el terremoto del domingo cerca de Indonesia, demoró menos de una hora en estrellarse contra las costas más cercanas, la isla indonesia de Sumatra.
Dentro de la primera hora chocaron también contra las islas de Nicobar y Andaman, que pertenecen a India.
Unas dos horas demoró el maremoto en llegar hasta Tailandia y Sri Lanka, y en la cuarta hora las olas se descargaron sobre Bangladesh. El trayecto hasta Africa requirió seis horas.
Por tanto, se podrían haber empleado entre una y seis horas para evacuar a los pobladores de zonas costeras hacia terrenos más elevados, explicó Briceño. Existe claramente una posibilidad y debemos trabajar en ese aspecto para hacerlo más efectivo la próxima vez que se repita el fenómeno, insistió.
La oficina de la ONU confía en motivar a los gobiernos durante la Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres, que se realizará del 18 al 22 de enero en Kobe, Japón.
El propósito es convencer a las autoridades de los estados miembros de que más vale invertir en la reducción de los riesgos que en reaccionar una vez que las catástrofes se han producido.
La realización de la reunión de Kobe demandó esfuerzos para convencer de su necesidad a la Asamblea General de la ONU. Muchos gobiernos no creían que la conferencia fuera necesaria, comentó Briceño.
Las prioridades de algunos gobiernos (en especial de los países pobres) se concentran en cuestiones como agricultura, comercio, sida y combate a la pobreza.
Una semana antes de la reunión de Kobe, se realizará en Mauricio una conferencia de Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, entre los más amenazados por los maremotos.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, asistirá a la conferencia de Mauricio porque se trata de una reunión ministerial. En cambio, no está comprometida su participación en Kobe, que sólo tiene nivel técnico.
Aunque a la luz de lo ocurrido en la Bahía de Bengala, el secretario general podría decidir su concurrencia a la reunión de Japón, conjeturó Briceño.