El mar de carteles naranja del opositor partido Nuestra Ucrania inunda el fondo blanco de una Kíev cubierta de nieve. El país parece al borde de un cambio histórico, y nadie de los que acompaña ese proceso quiere quedar fuera de la corriente.
Mientras, Rusia y Occidente luchan a puertas cerradas para arrastrar a Ucrania hacia sus respectivas esferas de influencia.
Luego de las intensas protestas de esta semana, nadie se anima a pronosticar el resultado de las elecciones a las que todos coinciden en calificar de las más importantes de la Ucrania poscomunista.
La población sigue los acontecimientos a través de los medios de comunicación o en la misma calle, dominados por la esperanza o por la aprensión, depende del bando en que se ubiquen. Cada nuevo anuncio mantiene viva la sensación de cambio inminente.
Seis días después de las controvertidas elecciones presidenciales del domingo, no hay señales de que las movilizaciones amainen.
Decenas de miles de personas continúan concentradas en la plaza para apoyar la demanda opositora de anulación de los cuestionados resultados electorales que consagraron como ganador al primer ministro Viktor Yanukovich.
El líder opositor, Viktor Yushchenko, primer ministro durante 15 meses en 2000 y 2001, gana fuerza debilitando a sus rivales. En las últimas horas se ha dedicado a seducir a funcionarios y periodistas, que ahora admiten las presiones gubernamentales que han soportado para que dieran crédito a la versión oficial.
Los manifestantes que apoyan al líder opositor continúan bloqueando el acceso a los edificios del gobierno. Los oficialistas también salen a las calles a proclamar su posición, pero son muchísimo menos.
En una medida que da aliento a la oposición, la Corte Suprema de Justicia decidió el jueves analizar la apelación contra los resultados oficiales de las elecciones, emitidos el lunes. El tribunal no puede invalidarlos, pero sí demandar que los votos vuelvan a ser escrutados a nivel local.
El fallo sumó legitimidad a los reclamos de Yushchenko, según quien las elecciones le fueron robadas.
En general, los países de Occidente, basándose sobre informes críticos emitidos por la mayoría de los observadores, ha condenado el proceso electoral.
Por el contrario, Rusia y otras repúblicas otrora integradas junto con Ucrania en la hoy disuelta Unión Soviética felicitaron a Yanukovich y pidieron a Occidente no interferir en los asuntos internos de este país.
El apoyo del presidente ruso Vladimir Putin a Yanukovich no es sorpresivo.
Rusia tiene mucho en juego en Ucrania, uno de sus aliados más firmes en la comunidad internacional, un socio comercial privilegiado y un estado tapón entre su territorio y una Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en proceso de expansión.
Por eso, nadie se escandalizó cuando el gobierno de Putin anunció que enviaría tropas especiales para ayudar al ejército de Ucrania en tareas de defensa.
La Comisión Central Electoral confirmó su veredicto preliminar al declarar vencedor a Viktor Yanukovich con 49,46 por ciento de los votos ante 46,61 de Yushchenko. Pero las encuestas a boca de urna habían previsto, con diferentes márgenes de diferencia, la victoria de la oposición.
Nuestra Ucrania elevó varias denuncias de irregularidades e intimidación, y observadores occidentales corroboraron la seriedad de las acusaciones, particularmente en el oriente del territorio.
Yushchenko ha apelado a la población del oeste, a los pequeños empresarios y a los jóvenes idealistas fascinados con el modo de vida occidental. Por su parte, Yanukovich recibe el grueso de su apoyo de jubilados y de votantes rusohablantes del este, el área industrial del país.
Ambos candidatos prometieron avanzar hacia la prosperidad, pero por caminos diferentes. Yanukovich quiere integrar a Ucrania en un mercado común con Rusia, Belarús y Kazajstán, así como afianzar el poder del Estado sobre la economía.
Por su parte, Yushchenko quiere acercar Ucrania a Europa, afianzar los vínculos con Estados Unidos y desregular la economía.
Pero ambos apelaron a discursos contradictorios para robarle votos al rival. En ese sentido, Yushchenko se comprometió a mantener fuertes vínculos con Rusia, mientras Yanukovich postuló la transformación de Ucrania en un país europeo.
Pocos días antes de las elecciones, el primer ministro decretó un aumento de jubilaciones y salarios públicos, en lo que la oposición calificó de medida populista y electoralista.
Por otra parte, Yanukovich contó con la ventaja de la adhesión del presidente saliente, Leonid Kuchma, lo que le aseguró el apoyo del aparato estatal en su campaña. Además, los medios locales informaron con un marcado sesgo en su favor, según los observadores.
El jefe del gobierno ucraniano también tuvo el respaldo de magnates industriales que aspiran a mantener su posición dominante en la economía.. Yushchenko, en cambio, era apoyado por grandes círculos empresariales en áreas menos industrializadas.
Yanukovich, según todos los pronósticos, se propone continuar la línea de mano dura de los dos periodos de Kuchma, que dio un vuelco autoritario al proceso de democratización aplaudido en todo el mundo y desarrollado a pesar de los problemas económicos de los primeros años 90.
El crecimiento económico de Ucrania es el más acelerado de toda Europa, pero las dificultades son aún inmensas.
La inmensa mayoría de los 48 millones de habitantes vive con un salario inferior a 60 dólares mensuales, a pesar de las grandes posibilidades agrícolas e industriales del país. La corrupción es generalizada y la riqueza se concentra en manos de unos pocos.
Si los acontecimientos políticos se siguen desarrollando como en esta semana, lo más probable es que Ucrania se incline hacia Occidente. Ésa es, al menos, la visión prevaleciente entre los manifestantes que creen ser testigos de la última revolución europea.